Espigüete, arista Este

La ascensión a esta esbelta montaña cantábrica siempre supone una actividad interesante. Y más por esta ruta circular que alcanza la cima principal por la preciosa arista este, y luego desciende por la clásica vertiente norte adentrándose en el corazón mismo de este pico. Completa actividad rematada con un fresco bañito en la cascada de Mazobre.

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Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                  

El Espigüete es una de esas montañas que atraen, no sólo por su silueta piramidal, sino también, porque sus rutas de ascensión son interesantes y entretenidas. Hay opciones para todos los gustos, con canchales fáciles al sur, aristas al este y oeste, y otras vías de escalada en sus farallones calizos. Y en invierno, es un paraíso.

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Bien aprovisionados de agua, ya que en todo el recorrido no vamos a encontrar, salimos del aparcamiento de Pino Llano a 1350 m de altitud, y sin aproximación ninguna, comenzamos la trepada por la arista Este. La trepada es fácil y entretenida y en contadas ocasiones hace falta apoyar las manos.

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Rápidamente ganamos altura por la cresta y si echamos la vista atrás, podemos ver como los coches del aparcamiento se van haciendo miniaturas. Nuestro primer objetivo es un primer hombro a partir del cual comienza la arista más aérea y entretenida. Desde el hombro podemos contemplar toda la verticalidad de la ruta de la cara nordeste que hace unos años bajamos esquiando.

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La cresta hasta la Cima Este parece más difícil desde el hombro que lo que realmente te encuentras a medida que vas trepando por ella. Tiene un par de brechas en las que tenemos que echar las manos a la roca sin ninguna otra dificultad añadida. La arista en sí no es afilada pero hay que estar acostumbrados a caminar por terreno de montaña, en algún punto algo aéreo.

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Llegados a la Cima Este de 2447 m de altitud, podemos contemplar la impresionante caída hacia la vertiente nordeste por la que en invierno asciende una de las rutas más interesantes por nieve. Desde aquí ya podemos ver nuestro objetivo, tan solo cuatro más elevado, pero del que nos separa un tramo de arista también relativamente sencillo, aunque con algún tramo aéreo.

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Coronamos la cima principal del Espigüete y, tras un bocatilla, continuamos la excursión. Las posibilidades para descender son varias: regreso por la misma arista; la fácil y monótona pedrera de la cara sur que nos llevará hasta Cardaño de Abajo; la expuesta arista noroeste hasta el Collado de Arra; y la clásica pedrera de la cara norte. Nosotros elegimos esta última opción que se coge en la primera colladina de vuelta a la Cima Este.

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El camino no tiene pérdida ya que está bien marcado, comenzando con unas zetas de tierra suelta que van llevándonos hacia la derecha, hasta el pie de las paredes que cierran el Circo Norte. Es ese tramo el más peligroso si hubiera nieve o el terreno estuviera deslizante, ya que pasa justo por encima de unos importantes cortados de roca. Desde aquí podemos ver las paredes verticales de la Torre de la V. Después, la bajada se realiza por una pedrera de roca muy suelta en la que debemos prestar mucha atención a la caída de piedras de otros grupos que puedan estar por arriba, así como a no tirarlas nosotros a otros grupos por debajo.

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Llegados al pie de la cara norte podemos desviarnos a visitar la famosa Sima del Anillo cuya boca en forma de embudo, y una caída de decenas de metros, ha sido el lugar de desafortunados accidentes. Por el formidable agujero se lanzan en vertical las chovas piquigualdas y sobrevuelan los gorriones alpinos, y en las paredes cercanas podemos ver algún treparriscos, con un poco de suerte y paciencia. Y para rematar la jornada podemos acercarnos a la Cascada de Mazobre y refrescarnos en sus frías aguas antes del último tramo de pista que nos llevará hasta el aparcamiento.

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Esta ruta circular supone una completísima actividad de montaña que no nos defraudará.

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: Alpinismo, MONTAÑA

Torre Cerredo, desde Caín

Una larga ascensión que nos lleva desde el Río Cares por la Canal de Dobresengos hasta el punto más alto de la Cordillera Cantábrica. Las fáciles, aunque expuestas, trepadas a la Collada Bermeja y a la misma cumbre del Torre Cerredo, hacen de esta ruta un itinerario más que entretenido. Más de 2200 metros de desnivel para disfrutar.

Ficha Técnica                               Mapa de Situación

                     

Ya hace tiempo que queríamos ascender a Torre Cerredo, no sólo porque es la más alta cumbre de la Cordillera Cantábrica, sino porque además supone superar un desnivel importante. La idea es hacer la ascensión lo más ligeros posible pero llevando lo imprescindible para que el cambiante tiempo de los Picos de Europa no nos sorprenda. Aunque no conocemos la ruta, la llevamos bien estudiada gracias a la magnífica labor documental de Jesús Sánchez Melado en su detallada web, y que os aconsejo que consultéis.

Salimos temprano de Caín a 460 m con el cielo cubierto y la previsión algo incierta pero confiando en que vaya despejando. Saliendo hacia Posada de Valdeón y pasando el Puente Grande bordeamos el pueblo y retomamos dirección norte para remontar el Sedo Mabro. Una canaleta empinada nos permite atravesar el contrafuerte rocoso y entrar en la propia Canal de Dobresengos. Desde ahí, una travesía nos lleva hasta el camino principal que sube paralelo al Arroyo de Casiellas, y después asciende hasta la Fuente del Torno a 810 m, probablemente el último punto donde rellenar de agua nuestras cantimploras.

Seguimos subiendo por la misma canal hasta el Hoyo de San Ligiesto en donde las paredes cierran el paso. A nuestra derecha asciende una canaleta que nos lleva a un bosquete de hayas, por encima de las paredes rocosas a unos 1250 m. Seguimos subiendo por la parte derecha de la canal, bordeando las grandes pedreras que caen del cordal de la Torre de Pamparroso.

Alcanzamos por fin el Hoyo Grande Bajero a 1900 m y el camino se suaviza adentrándose en este majestuoso valle. Continuamos hacia el fondo dirección al Hoyo Grande Cimero pero antes de alcanzarlo, sobre la segunda barrera rocosa, abandonamos el camino principal hacia nuestra izquierda. Remontamos las inestables pedreras de las faldas de la Torre Coello buscando una vira en diagonal hacia la izquierda, que asciende el contrafuerte rocoso bajo esta torre, y que es difícil intuir desde abajo.

Alcanzamos así la Rampa de Coello, a los pies del paredón de la torre, a 2200 m. Su trepada es muy fácil (II+), pero tiene un paso muy expuesto al tener que rodear un gran bloque por su izquierda, sobre un vertical paredón, en el que debemos extremar las precauciones ya que hay piedrillas sueltas en él. El ambiente es excepcional, con toda la canal de Dobresengos bajo nuestros pies y los paredones de la Torre Coello sobre nuestras cabezas.

Acabada la rampa alcanzamos el pedregal que fácilmente nos lleva a la Collada Bermeja a 2476 m. Sin perder altura bordeamos la Bermeja por su ladera este, buscando los pasos más sencillos de esta fácil travesía que nos lleva hasta los pies de la cara nordeste de la Torre Cerredo.

Llegamos a una evidente canal a 2560 m, que baja por esta cara nordeste de Torre Cerredo, y en donde comienza la vía normal. La trepada es muy fácil (II+) pero expuesta ya que se va ascendiendo en diagonal a la izquierda, pasando justo por encima de las paredes verticales de esta vertiente. El mayor peligro puede venir de las piedras sueltas que pueden desprenderse y desequilibrarnos o golpearnos. Debemos ser muy precavidos y dejar tiempo a otras personas para que progresen a su ritmo.

Después de rodear un gran bloque por debajo y por su izquierda, alcanzamos la corta arista hasta la cima a 2650 m de altitud. Hemos hecho un buen tiempo de 5 horas por lo que podemos aprovechar tranquilamente las fabulosas vistas de esta emblemática cima: la arista al Pico de los Cabrones, la Torre de la Palanca, el Llambrión, el Tesorero, e incluso al fondo, nuestro querido Curavacas.

Echando un último vistazo, nos asomamos para ver toda la Canal de Dobresengos hasta el mismo Río Cares. Comenzamos el destrepe sin prisas hasta el pie de vía. Atravesamos a la Collada Bermeja para deshacer el camino realizado, volviendo a tomarnos con calma el paso expuesto de la Rampa de Coello, y así disfrutar de este lugar tan excepcional.

Llegamos ya a terreno fácil, al Hoyo Grande Bajero y un poco más allá a la Canal de Dobresengos. Desde allí nos apartamos del camino habitual para descender como podemos por las pedreras hasta el hayedo y la canaleta que lleva al Hoyo de San Ligiesto. Con las cantimploras vacías alcanzamos la Fuente del Torno y continuamos por al Arroyo de Casiellas hasta el mismo Río Cares. Antes de abandonar el arroyo, aprovechamos una de sus pozas para refrescarnos del calor que aquí abajo empieza a ser sofocante.

Regresando a Caín volvemos la vista hacia arriba para intentar descubrir si se ve la cima de Torre Cerredo. Y efectivamente, encontramos el punto desde donde podemos verla, 2200 m más arriba, saliendo entre las nubes que empiezan a cubrir las montañas.

Para terminar la jornada, y buscando cielos despejados para sacar unas fotos, fuimos a Valverde de la Sierra desde donde pudimos plasmar la silueta del Espigüete recortada contra la Vía Láctea. Una imagen que nos hace revivir esas silenciosas y oscuras noches de verano en la montaña, en las que las estrellas nos arropan.

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Categorías: MONTAÑA, Trail

Curavacas: Senda del Notario

Esta es una de las rutas más interesantes para ascender este precioso pico palentino. A través de ella podremos adquirir una visión casi completa de esta montaña ya que la rodea por todas sus vertientes. El itinerario que comienza por la cara sur, bordea al pie de las paredes de su vertiente este para atravesar su cara norte y acabar en la cima por su lado oeste. Y normalmente no te encontrarás a nadie.

Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                   

El Curavacas siempre ha atraído nuestra atención y tanto nos gusta que volvemos una y otra vez, en verano y en invierno, con esquíes o con zapatillas. Esta vez quería “trailear” por la interesante y entretenida Senda del Notario, nombre que toma de Luis García Guinea, notario de Cervera de Pisuerga hacia 1940, enamorado del Curavacas y quien tantas veces ascendió por esta ruta. La mejor información sobre ella la podéis encontrar en dos libros imprescindibles de la montaña palentina: “Ascensiones en la Montaña Palentina” de David Villegas y Vidal Rioja (Ed. La Pedrera Pindia); y “Curavacas y Espigüete” de Tente Lagunilla (Ed. La Escalera).

Amanece en Vidrieros con el telón del fondo del murallón de la vertiente sur del Curavacas formada por la cumbre Este (2524m), el Pico Medio (2475m) y la cumbre Oeste (2504m). Esta vez voy solo y con una ligera mochila con lo imprescindible: agua, comida, forrito, chaqueta ligera, gorra, gafas, crema solar, teléfono, cámara y kit de emergencia.

La ruta sale del pueblo de Vidrieros (1325m) y asciende por el camino del Arroyo Cabriles hasta los prados del mismo nombre. Allí se sigue por el sendero bien marcado que por La Pedrera sube hacia el Callejo Grande. Justo antes de entrar en Callejo, al pie de las primeras paredes, hay que desviarse del camino principal hacia la derecha para ascender en travesía hasta el Collado del Hospital o Collado de Cabriles (2154m). Este paso se encuentra justo al pie de las paredes del Risco del Hospital, el Diente del Oso y la Torre del Callejo Grande, que forman la cresta que separa la vertiente sur y la este del Curavacas.

Desde el collado se abre a nuestros pies la Cuenca del Hospital con la laguna del Pozo del Hospital que baja hasta el Valle de Pineda. Según se baja este valle van apareciendo a nuestra derecha las paredes rocosas de la cara Este del Curavacas, por donde discurren las famosas vías de la Diagonal o la Directa del Fraga. Bajo la pared del Escudo (2020m) y antes de llegar al pie de los Picos del Rebeco, se gira a la izquierda para afrontar la subida a la Pedrera Pindia.

Subiendo la Pedrera Pindia se deja a la derecha las paredes que conforman la Cola del Curavacas hasta los Picos del Rebeco, con dos diedros característicos que no son hoy el objetivo. Por encima de la pedrera, entre las paredes rocosas, se encuentran dos brechas: la de la izquierda es el Segundo Paso y la de la derecha la Brecha Muerta. Hay que dirigirse a esta última que es algo más fácil y evidente.

Mientras se va trepando por la zona derecha del diedro que lleva a la Brecha Muerta, van apareciendo distintas agujas recortándose contra el azul del cielo: la Aguja Olvidad, la de Los Guerreros, la Flecha y la más significativa, la Placa Amarilla. La trepada es fácil y hay muchas alternativas que nos van llevando de manera entretenida hasta la brecha que separa esta vertiente este de la cara norte de la montaña.

Ya en la Brecha Muerta (2341m) se entra en la cara norte del Curavacas, en donde podemos optar por descender en oblicuo hasta el pie de la pared, o introducirnos en la misma pared norte que es lo que haremos. Tras bajar unos pasos, hay que dirigirse hacia la izquierda por unas estrechas terrazas sobre las paredes hasta una canalona. Desde allí se puede ascender hasta el Segundo Paso y alcanzar La Llana por donde subir a la cumbre, o seguir en diagonal ascendente por las terrazas que surcan los cortados de la pared norte.

Por estas terrazas fáciles, aunque expuestas, se alcanza la Meseta Inclinada que nos deja en el collado de la salida de la canal Sur Directa (2470m). Desde allí, ya sólo queda subir los últimos metros por el lado oeste de la montaña hasta la cima del Curavacas (2524m) y disfrutar de las magníficas vistas hacia el Espigüete, la Peña Prieta o los Picos de Europa.

La bajada más sencilla y rápida se hace por la ruta normal del Callejo Grande. Hay que bajar hacia el este hasta alcanzar la Llana y enseguida arrimarnos a nuestra derecha hasta la Horcada del Callejo Grande (2465m) justo al oeste de la cumbre de la Torre del mismo nombre. Se destrepan fácilmente los primeros metros de la Horcada para seguir bajando, ya por la cara sur, por el itinerario bien marcado del Callejo. Al pie de las paredes del Risco del Hospital enlazamos con el itinerario de subida para llegar al Arroyo de Cabriles en donde podemos refrescarnos con sus frías aguas.

Sólo en la ruta normal nos hemos cruzado con gente y hemos podido disfrutar de la soledad de la montaña en toda la Senda del Notario, algo que cada vez va siendo más difícil en nuestra geografía. Y ahora por la tarde, las nubes se apoderan de la montaña y entre sus girones plateados se recortan las agujas y los contrafuertes verdinegros de esta impresionante mole de conglomerado. El Notario nos ha contagiado su amor por el Curavacas.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: MONTAÑA, Trail

Integral del Espigüete

Una divertida ruta circular que tras bordear la cara norte del Espigüete por su base, remonta esta bella montaña palentina de oeste a este por su aérea cresta. Una carrera de auténtica montaña que lo tiene todo: buenas sendas para correr, aristas de roca caliza para trepar, pedreras empinadas por donde bajar a grandes zancadas y bosques de hayas para sumergirte entre sus hojas y espesuras.

Ficha Técnica                                        Mapa de Situación

                    

Aprovechando nuestra visita a Velilla para disfrutar del “VI Encuentro Esgallero de Esquí Escombreril” y después de una jornada de risas y tortazos esquiando por el carbón, junto a Pablo Abad nos pegamos una carrerita de montaña de las buenas. Alberto y yo teníamos la intriga del tramo que nos quedó por recorrer en verano al hacer la Integral de Fuentes Carrionas. Tras trepar a una de las agujas del espolón noroeste del Espigüete, nos dimos la vuelta al quedar poca luz y no conocer el tramo final para alcanzar la cima. Así le propusimos a Pablo que nos llevara allí.

Después de pasar la noche en Pino Llano, salimos del aparcamiento por la pista forestal que lleva a las cascadas de Mazobre. Es un tramo cómodo para entrar en calor mientras rodeamos al pie de la imponente cara norte del Espigüete. Llegando a la primera cascada de Mazobre, por cierto con muy poquito agua, nos desviamos por una senda estrecha hacia la izquierda que va remontando entre las peladas pedreras y farallones calizos de la montaña, y la opuesta ladera de piorno y negro conglomerado. Por esa vaguada vamos ascendiendo hasta la asombrosa boca de la Sima del Anillo: un peligroso embudo natural que conduce al vertical pozo de entrada por donde las chovas se lanzan en picado a su interior. Asusta asomarse…

Siguiendo la vaguada, en donde pudimos rellenar de agua las cantimploras en el hilillo que aún corre por ella, vamos ganando metros de altura hasta llegar al Collado de Arra, limitando ya con León. Allí comienza la cresta noroeste de roca caliza y empezamos a tener que echar las manos a la piedra: empieza lo divertido. El camino viene marcado con hitos por lo que, si prestamos atención, no tiene pérdida. Las nubes procedentes de los valles leoneses ascienden en jirones por la cresta, creando un mágico ambiente de alta montaña en el que el paisaje desaparece y reaparece según te envuelve la niebla.

La ruta asciende primero hacia un gendarme por una ladera empinada y de roca suelta, fácil pero algo expuesta ya que lo hace por encima de un cortado. Mientras ascendemos nos vamos asomando a la impresionante pared norte de la cima principal. Al llegar a lo alto del gendarme se abre una brecha que lo separa de la cresta principal por lo que debemos descender unos metros para atravesar la canal norte que asciende a dicha brecha. Una trepada en travesía hacia la derecha, marcada con algún hito, nos devuelve a la cresta principal que vuelca al oeste. A partir de aquí ascendemos por unas adherentes lanchas empinadas y acanaladas de roca caliza desde donde ya, sin mucha dificultad, se alcanza la cima principal del Espigüete, de 2451 m de altitud.

El Espigüete quiso premiarnos el esfuerzo con un bello Espectro de Broken proyectado hacia las nubes que se arrastraban por los farallones de la cara norte, a nuestros pies. Un rato para tomar un bocadito y reponer líquidos mientras admiramos este fotometeoro, llamado también “gloria” por sus connotaciones místicas. La verdad es que en esos momentos nos invade una paz especial, una comunión trascendente con la montaña que anhelamos cada vez que bajamos a los valles. No tenemos prisa, el cronometro no nos importa y tranquilamente saboreamos estos intensos momentos.

Si la subida por la cresta ha sido más que entretenida, el tramo de arista, primero hacia la cima Este del Espigüete y luego hacia la Torre Díaz-Caneja, es además aérea. El paisaje se abre a toda la montaña palentina, las montañas de León y los Picos de Europa. La mayor parte de la arista es “corrible”, con precaución ya que tenemos buenos paredones que caen a plomo a ambos lados. También nos encontramos en la misma arista algunos agujeros profundos en esta montaña llena de cuevas.

En el Collado Cervunal decidimos abandonar la cresta para descender por unas buenas pedreras hacia el sur. Pedreras que se dejan bajar a grandes zancadas y que te llevan rápidamente al pie de la montaña. Llegamos así a la Majada Valdopila en donde cambiamos de dirección hacia el este, encontrándonos un pequeño pero precioso bosque de hayas que ocupa parte de las faldas de la vertiente del Espigúete que cae a la carretera entre los Cardaños.

El hayedo es bastante cerrado y la senda no se ve clara, pero debemos ir descendiendo en travesía hacia la izquierda hasta llegar a una canal entre espolones rocosos, que descenderemos con algún fácil destrepe entre hayas y rocas hasta salir del bosque, cerca de la carretera y a poca distancia del aparcamiento. Ya sólo queda el sprint final hasta Pino Llano.

En resumen, una ruta circular muy entretenida, con un gran ambiente de montaña y que recorre una preciosa cresta en una de las montañas más atractivas de la Cordillera Cantábrica, el altivo Espigüete.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: MONTAÑA, Trail

Esquí Escombreril

Hemos estado en el “VI Encuentro Esgallero de Esquí Escombreril” que nuestros amigos de Palencia han celebrado en Velilla del Río Carrión. Esquiar sobre las negras escorias del carbón de las minas abandonadas ha sido toda una experiencia. Y sobre todo, nos lo hemos pasado en grande a pesar de los tortazos que nos pegamos: una jornada de risas y lágrimas.

Ficha                                            Mapa de Situación

                     

Muchas de las minas abandonadas de estas montañas tienen grandes escombreras de carbón, que contrastan con el paisaje calizo de los alrededores, salpicado de robles, hayas y sabinas. Son los vestigios de la época en la que esta industria florecía en la comarca y daba de comer a sus habitantes. Con el abaratamiento del carbón procedente de las explotaciones de otros países en los que los mineros tienen unas condiciones indignas de trabajo y las limitaciones a la emisión de gases de efecto invernadero, aquí esta industria está en sus horas más bajas y muchas minas han dejado de ser explotadas.
Empezamos por el sector sur en donde las escombreras están formadas por piedras pequeñas y los esquíes deslizan bien. Aunque en los primeros descensos bajábamos todos con precaución, poco a poco la confianza se apoderó de nosotros y conseguimos deslizar bastante parecido a como lo hacemos en la nieve. El giro por salto dio paso al deslizado, con cambio de cantos y angulación, y la posición bien centrada.
A pesar de que nos íbamos haciendo a este terreno, todos besamos el suelo alguna que otra vez y esto no es tan blando como la nieve. Con el “calentón” del momento ni notábamos los golpes y torceduras, que ya pasarían factura en los días posteriores.
El caso era deslizar rápido, cada vez con más confianza, para subir lo más deprisa posible la pedrera y volver a bajar: ansia viva… Aunque la ladera era corta, el cansancio se iba acumulando ya que era como hacer series.
Después nos fuimos al sector norte comenzando por las laderas cortas más “esquiables” de la zona baja, en donde la escombrera era de canto más fino y deslizaba mejor. Incluso se podía derrapar y levantar una nube de polvo, o mejor dicho de piedras.
Por fin nos decidimos a intentar el “Pico el Tordo” que es cómo bautizó Vidal a la escombrera más alta y empinada de todas. Ya subiendo nos dimos cuenta de que las piedras aquí eran más grandes y estaban bien clavadas en el suelo. Pero como a cabezones no nos gana nadie, acabamos bajando la pendiente, cada uno como pudo, con poco deslizamiento y mucho salto. Aquí las caídas fueron más duras, si cabe, que las anteriores. Pero lo bajamos.
¡Venga, la penúltima! Volvimos al sector sur en donde tanto habíamos disfrutado y allí se nos hizo de noche. No importó mucho ya que aunque era luna nueva, todos llevábamos frontales y el ánimo estaba por las nubes. Unas cuantas bajadas más nos dejaron sin fuelle, así que terminamos por celebrar el “Oktober Fest” en Velilla con una buena jarra de cerveza.
Queremos dar las gracias a nuestros amigos del norte que han hecho posible comenzar la temporada de esquí de esta manera tan divertida. La próxima visita esperamos que sea por lo blanco…
Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: ESQUÍ, Freeride

Integral de Fuentes Carrionas

Una auténtica ruta de mountain-trail: con 35 km de distancia casi sin bajar de los 2000 m, 3500 m de desnivel positivo, tramos para correr sin perder de vista los hitos y lo mejor, zonas de trepada fácil pero en donde es posible enriscarse y hay que andar con ojo. Un recorrido que une muchas de las montañas emblemáticas de la Cordillera Cantábrica.

Ficha Técnica                                        Mapa de Situación

                    

Hace un par de años, corriendo al Peña Prieta desde Cardaño de Arriba, se nos ocurrió la idea de unir tres de las montañas más altas de Palencia: el Curavacas, Peña Prieta y el Espigüete. Hablando con nuestro amigo Vidal Rioja, experto conocedor de estas montañas y autor de varios libros que os recomendamos, nos dijo que eso era una ruta ya conocida que llaman la Integral de Fuentes Carrionas. Quedamos en hacerla con él así que este año estamos decididos a ello. Aprovechando unos días de calor de agosto fuimos a probar la ruta, aunque ni Álvaro ni Vidal pudieron acompañarnos. Comenzamos en Vidrieros a las 10,40 h sin un objetivo claro de hasta donde llegaríamos en este reconocimiento.

Rellenamos agua en el arroyo antes de la pedrera que sube por el Callejo Grande al Curavacas ya que era probable no poder coger agua en todo el camino. Esta inmensa mole de conglomerado se sube con facilidad hasta La Llana en el espolón este, por donde continuamos hasta la cumbre. Desde la cima del Curavacas a 2524 m ya se podía ver nuestro objetivo, el Espigüete.

Desde la cumbre bajamos al collado y subimos al Pico Medio para volver a bajar al collado de la canal Oeste. Desde ahí, por unas repisas y terrazas, rodeamos la Cima Oeste (2500 m) por su pared suroeste.

Después ascendimos, medio trepando, medio corriendo, a la Curruquilla (2420 m) y a la Hoya Contina (2394 m), hasta el cordal que separa el río de Las Lomas del río Carrión. El calor y la sed nos obligó a descender hacia el este en el Collado del Ves hasta un manantial en donde rellenamos de agua.

El tramo siguiente hasta el Tres Provincias es mucho más “corrible” remontando los Altos del Ves (2199 m), del Calderón (2275 m), del Tío Celestino (2258 m), de La Panda (2397 m) y del Concejo (2439 m).

Desde el Mojón Tres Provincias (2498 m) seguimos la cresta a la Peña del Infierno (2525 m) y al Peña Prieta (2540 m), el punto más alto del recorrido. Estos picos forman hacia el sur el circo en el que reposa la laguna de Fuentes Carrionas, como si fuera un cono volcánico.

Estamos a la mitad del recorrido y decidimos continuar corriendo hasta donde dé el día. Rodeamos el Tres Provincias por el norte y vamos a las Agujas de Cardaño (2393 m) que sorteamos por la vertiente de Bobias. Aquí el conglomerado ha dejado paso al granito. Desde allí volvemos a ascender hacia los picos Las Lomas (2438 m), Las Cuartas (2451 m) y Cebolleda (2244 m), con las lagunas del Hoyo de Vargas al fondo.

La roca vuelve a cambiar al negro y verde del conglomerado, formando una preciosa pirámide, las Peñas Malas (2282 m). Sus canales, brechas y pendientes nos hacen imaginarla con nieve y nos proponemos visitarla el próximo invierno.

El Espigüete está al alcance de la mano. Subimos al Pico Murcia (2355 m) y parece que otro tramo de carrerita nos llevará fácilmente hasta sus paredes de blanca caliza. Pero en la Peña El Águila perdemos el camino y nos toca hacer un delicado destrepe que nos hace perder un tiempo muy valioso.

Apenas tenemos agua y bajamos en busca de ella hacia el este en el collado de Arra. Esta vez no ha habido suerte así que afrontamos la subida del Espigüete resecos. Subimos por la cresta noroeste pero a 150 m por debajo de la cima se nos va el sol. Asomados a este vertical circo norte y sin tener claro por donde sube la ruta, decidimos regresar por el conocido Valle de Mazobre hasta la carretera a Cardaño.

Nos han faltado los últimos 150 m de la ruta, pero ¿qué mejor excusa para volver a completarla con Álvaro y Vidal?

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: MONTAÑA, Trail

Torre de la “V”, canal Nordeste

A la sombra del Espigüete se encuentra la Torre de la “V”, con una canal con forma de banana en su cara nordeste: algo estrecha y empinada, pero sobre todo con gran exposición en su parte alta. Escalar su fina arista cimera y descender la canal con los esquís ha sido una de las mejores actividades que hemos hecho este año, y se lo debemos a nuestro amigo Vidal.

Ficha Técnica                                               Mapa de Situación

                    

La XVII Semana de Montaña de Guardo que se celebró desde el 13 al 18 de marzo, nos ofreció la oportunidad de contar unas cuantas de nuestras correrías por la nieve, y para allá nos fuimos con nuestro amigo Vidal. Además de pasarlo genial y conocer a gente estupenda como Rubén Marcos que presentó sus aventuras en bici, pudimos escaparnos a hacer un par de esquiadas. Y Vidal nos lio para ir a la Torre de la “V”. Una preciosa montaña eclipsada por su hermano mayor, el Espigüete, justo en uno de sus contrafuertes hacia el norte, pero separado de él por una profunda portilla con forma de V.

La aproximación a la Torre de la “V” de 2201 m de altitud, fue algo más larga de la “media hora” que siempre nos dice Vidal que queda para llegar a la nieve. De todas formas fue un paseo precioso al pie de la vertiginosa cara nordeste del Espigüete que en esta ocasión no veíamos claro que estuviera en condiciones para esquiarse. Desde el refugio remontamos entre brezos y piornos, el cordal que nos separa de las palas que llevan a la canal de subida.

Por fin nos calzamos los esquís y nos adentramos en este solitario vallecillo entre los contrafuertes del Espigüete y la Torre de la “V”. Mientras remontamos camino de la canal vamos estudiando las dificultades para bajarla y el tipo de nieve que nos podemos encontrar en la zona expuesta de la parte superior, en donde gira a la izquierda y que te escupe a los cortados. Afortunadamente, los altocúmulos que nos acompañaron durante la ascensión, mitigaron algo el inédito calor de esos días.

Ya con los esquís a la espalda nos introducimos en la canal en forma de banana que va estrechándose y empinándose progresivamente, mientras se arrima a los paredones calizos de la torre. En la zona media hay un bloque empotrado que divide la canal en dos ramas y que se empina hasta los 45º. De todas formas, las dos ramificaciones tienen anchura suficiente. Por encima, la canal se abre y vuelca a la izquierda, elevándose justo por encima de los cortados y, aunque la pendiente disminuye algo, la exposición aquí no permite un error.

La canal acaba en un cómodo hombro en la arista cimera, que fue donde tuvimos que dejar los esquís. La cima se alcanza unos metros más allá por una arista fácil pero fina y aérea, con enormes paredones que caen hacia el este y hacia el oeste. Pasamos con cuidado y mucha precaución hasta la cumbre en donde por fin pudimos fijarnos en el paisaje: hacia arriba podemos ver las cordadas de la cara nordeste llegando a la cima del Espigüete; y hacia abajo vemos otros montañeros remontando hacia la cara norte bajo el paredón que cae a nuestros pies.

Y después de la contemplación llegó la hora de la concentración. En silencio para no distraernos (excepto Vidal que no se distrae ni hablando) nos bloqueamos los esquís y comprobamos que el resto del material y ajustes estén “ok”. Iniciamos los fáciles primeros giros hasta donde empieza la canal. El primer tramo es empinado pero no demasiado, aunque es esta zona la más expuesta ya que cae a las paredes. Vamos descendiendo esta parte de uno en uno, y con giros de precisión cirujana hasta que, justo antes de los cortados, debemos pasar una “aristilla” para llegar a la canal.

El leve cambio de orientación de la pala que acabamos de bajar, a la canal propiamente dicha, hace que las condiciones de la nieve sean distintas: más enganchosa y peligrosa. Además es en donde la pendiente es mayor, unos 45º o algo más, y donde se estrecha progresivamente al acercarse al bloque empotrado. En este sector, la suavidad en los giros era necesaria para no clavar una espátula más de la cuenta.

En el estrechamiento de la canal, en donde se encuentra el bloque empotrado, lo pasamos unos por un lado y otros por otro. Su escasa anchura dificulta el giro en esa zona, pero una vez pasada, la canal se hace más franca y aunque mantiene la inclinación, la exposición ya es considerablemente menor. Aquí nos relajamos y enlazamos los giros hasta la salida de la canal.

Los palones de regreso hasta casi el refugio son para gozar y darle cera. Ya de regreso vamos descubriendo otras nuevas líneas por esquiar y que ojalá sea con ese pedazo de esquiador y mejor persona: nuestro amigo Vidal

Texto: equipo RECmountain; Imágenes: Vidal Rioja y RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Pico Murcia: cara Este directa

La cara Este del Pico Murcia nos ofrece una zona alta amplia y algo empinada, y una parte final con varias canales estrechas que nos llevan hasta el fondo del valle. Una preciosa excursión en el corazón de la montaña palentina, con vistas a los imponentes Espigüete, Peña Prieta y Curavacas.

Ficha Técnica                                           Mapa de Situación

                    

Aprovechando nuestra visita a la XVII Semana de Montaña de Guardo a la que nos invitó nuestro amigo Vidal, y aunque por allí el invierno no ha sido demasiado bueno de nieve (por no decir que ha sido malo), las vertientes más umbrías conservaban unas condiciones aceptables. El anticiclón instalado en la península nos dejaba días calurosos y noches frescas por lo que la nieve permanecía dura hasta mitad de la mañana, aunque en las umbrías no llegaba a transformarse del todo. Por esa razón descartamos intentar bajar cualquier cara norte empinada y buscamos objetivos más soleados. La cara Este del Pico Murcia era perfecta.

Desde Cardaño de Arriba salimos el grupo formado por Rubén Marcos, Vidal Rioja, Luna Redondo y los Pantoja (Álvaro, Alberto y Luis). Según Vidal nos esperaba un corto pateo de media hora porteando los esquís en la mochila por el arroyo de Valcabe rodeando el Cerro del Sillar, que al final sería algo más ya que no encontramos nieve hasta que llegamos a los pies del Pico Murcia. Un pico con forma de pirámide que se alzaba sobre nosotros mostrando su interesante cara este y que nos pedía que la esquiásemos.

Ya con las tablas en los pies la cómoda subida va ganando altitud a medida que rodea el pico por su vertiente sur, presentando un circo recogido y con un gran ambiente alpino. Es una zona en la que, en caso de inestabilidad del manto, puede resultar algo expuesta a los aludes ya que está coronado por una buena cornisa y las laderas son amplias y con la pendiente propicia al deslizamiento.

Según nos íbamos introduciendo en el circo, nos fuimos arrimando a la vertiente sur del Pico Murcia, bastante pelada de nieve, para remontar hasta el collado de su espolón sur. Esta cresta que separa la montaña palentina de la leonesa, tiene unas vistas excepcionales de la inmensa cara norte del Espigüete, que fotografiamos para estudiarla en casa. Después, seguimos foqueando por la cresta hasta que la nieve se acabó.

Con las tablas en la mochila trepamos la cómoda y corta arista que lleva hasta la cumbre, mientras se abren a nuestro alrededor nuevos paisajes que no conocíamos y que nos hacen maquinar futuros proyectos, siempre con los esquís a cuestas. En poco tiempo alcanzamos la cima del Pico Murcia de 2341 m de altitud, en el centro de este macizo montañoso que tanto nos gusta.

Unas pocas fotos en la cima, un trago de agua y nos calzamos los esquís para gozar el descenso. Desde arriba se ve una bajada franca, con pendiente mantenida pero no demasiado inclinada, entre 30º y 35º con algún resalte más pronunciado. El primero en lanzarse es Álvaro que le da con potencia y velocidad, del tirón hasta el falso llano que conduce a la zona baja. Ha hecho un auténtico bajadón: muy, muy rápido y sin parar.

Es el turno de Luna, que también lo hace con decisión y seguridad. Después vamos bajando los demás pero con algunas paraditas para las fotos y alguna toma de vídeo. La nieve crema está en unas condiciones perfectas para deslizar rápido: ni demasiado dura para que sea peligrosos correr, ni demasiado blanda como para que se enganchen las tablas.

La zona intermedia tiene escasa pendiente y nos lleva rápidamente a la entrada a los tubos de abajo. No debemos equivocarnos de entrada ya que alguno de ellos está cortado y no tiene salida.

El tubo final estaba a la sombra todavía por lo que encontramos la nieve más dura, así que lo bajamos de uno en uno tranquilamente. Embocamos la entrada al tubo y enseguida, una travesía hacia nuestra izquierda, nos llevaba a la zona estrecha. En esta zona, la más empinada de la bajada (unos 40º), encontramos la nieve algo dura y con rocas aflorando por lo que había que descender con un poco de cuidado.

Las rampas finales entre los arbustos nos llevaban hasta el arroyo donde por fin nos tomamos el bocata. Al final resultó ser una actividad en la que disfrutamos mucho, pero no ya en sí por el descenso, sino por lo bien que lo pasamos junto a nuestros amigos del norte. ¡¡¡Gracias a esgalla!!!

Texto: equipo RECmountain; imágenes: Rubén Marcos, Vidal Rioja y RECmountain

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