Ascensión al Breithorn

Su ascensión por la ruta normal desde el telecabina del Klein Matterhorn es considerada como una de las más fáciles para acceder a un cuatromil alpino. Y aunque queda descafeinada por este hecho, no deja de ser uno de los picos con mejores vistas de dos de los gigantes que le rodean: el Monte Rosa y el Cervino. Una ascensión muy apropiada para iniciarse y aclimatarse.

Ficha Técnica                                                       Mapa de Situación

                    

El Breithorn  se encuentra en la frontera entre Italia y Suiza y su nombre significa «pico ancho». De hecho tiene tres cimas diferentes que son consideradas montañas independientes por la UIAA: la occidental de 4164 m, la Central de 4160 m y la Oriental de 4140 m. Es muy habitual encadenar la ascensión de las tres en la misma jornada, a través de una  fácil arista algo más afilada que la de ascenso al Occidental por la ruta normal. Fue ascendido por vez primera en 1813 por Maynard, Couttet, Gras y Hérin. Está considerado el más fácil de ascender de los cuatromiles de los Alpes debido al telecabina que nos lleva desde Zermatt hasta los 3.820 m, del Kleine Matterhorn.

Vertiente norte de los Breithorn con el Kleine Matterhorn a la derecha.

Vista de la cara oeste del Breithorn Occidental desde las pistas de esquí.

Reguero de gente atravesando el plató glaciar.

La ruta normal parte de la estación superior del telecabina que llega al Kleine Matterhorn, de la salida a las pistas de esquí en el glaciar. Aunque la ruta es sencilla, debemos tomar todas las precauciones propias del terreno que pisamos y ser conocedores de las técnicas de progresión y de rescate en glaciar. Es imprescindible el uso de arnés, cuerda, material para un posible polipasto, crampones y pìolet. Si no tenemos visibilidad y no hay huella, es muy fácil perderse por esta enorme meseta nevada y debemos tirar de GPS para no acabar perdidos por el glaciar. Lo habitual será seguir el reguero de personas que van hacia la cima.

Alberto y Álvaro con la impresionante pirámide del Cervino detrás. Julio, 2002.

Con José Miguel en las primeras rampas en uno de esos pocos días en los que se puede abrir huella.

Llegando a la arista cimera.

Alcanzando la cumbre.

Avanzamos hacia el sur paralelos a una de las pistas para rodear por el amplio plató la cuenca que se encuentra a nuestra izquierda. El itinerario va dando un gran rodeo hacia nuestra izquierda evitando las grietas y va tomando dirección nordeste. Poco a poco la pendiente  va aumentando y nos topamos con la rimaya que normalmente no presenta ningún problema para pasar. A partir de aquí la ruta se empina hasta unos 30º o 35º y se dirige hacia la izquierda para alcanzar la arista oeste. Desde aquí la ruta gira a la derecha siguiendo la arista poco afilada hasta la cima.

Jonás Cruces de Todovertical llegando a la cumbre.

José Miguel llegando a la cima.

Álvaro y Alberto a 4164 m. Julio 2002..

La amable vertiente sur contrasta con lo abrupto de la cara norte de la montaña y las vistas son impresionantes: hacia el sureste las cimas Central y Oriental, el Castor y el Pólux; hacia el este el Lyskamm y las cimas del macizo del Monte Rosa; hacia el noroeste el Dom; y hacia el este el espectacular Cervino con las aristas Hornli y Furggen recortándose contra el cielo. Incluso, si el día está claro se alcanza a ver el Mont Blanc.

Camino del Breithorn Central.

En la arista de bajada, algo más afilada.

Llegando al collado, con la vertiente norte a nuestros pies.

Podemos descender por la misma ruta de ascenso, pero es mucho más interesante continuar la arista hacia el este en dirección al Breithorn Central. La arista es algo más afilada y enseguida llega al collado entre ambas montañas. Desde aquí podemos ascender hasta la cima Central teniendo precaución con las cornisas que vuelan sobre la cara norte. Más allá es posible llegar a la cima oriental también, pero esta vez por una zona mixta con pasos de tercer grado.

Aspecto de la arista entre los Breithorn.

De regreso hacia el plató con el Central y el Oriental detrás.

El “kleine” y el “gran” Matterhorn.

La vuelta se realiza descendiendo al plató glaciar teniendo precaución con las grietas, hasta toparnos con las pistas de esquí que nos devolverán al Kleine Matterhorn. Una actividad interesante para iniciarnos en la progresión glaciar y en altitud, y aunque su cómodo acceso provocan una masificación exagerada que desvirtúa el encanto de estar en la montaña, hay que reconocer que sus vistas son espectaculares.

Con Jonás Cruces (Todovertical) y Luis Basarrate. Que buenos ratos…

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: Alpinismo, MONTAÑA