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Naturaleza de Yucatán: norte
La península de Yucatán fue el hogar de una de las civilizaciones más desarrolladas que han existido: los Mayas. Una cultura inteligente y enigmática asentada en una plataforma de roca caliza totalmente recorrida por una enorme red de cuevas, y recubierta de una exuberante jungla. Nosotros empezamos nuestra visita por el norte en donde la selva se encuentra con el mar formando lagunas saladas y manglares.
El año 2017 ha sido uno de los más cálidos a nivel global y esto probablemente tuvo mucho que ver con la frecuencia y violencia de los huracanes que sacudieron esta zona del planeta. Nunca antes se habían observado tres huracanes simultáneos en el Atlántico y, uno de ellos, el Irma, alcanzó categoría 5 impactando en Cuba y Florida. Posteriormente llegó el huracán María, también de categoría 5, afectando a la República Dominicana y Puerto Rico. Nosotros comenzamos nuestro viaje en esas fechas por el norte de la península del Yucatán, entre el Golfo de México y el Mar Caribe, pero tuvimos la suerte de vernos afectados sólo por las tormentas periféricas de estos devastadores ciclones.
La parte norte de la península de Yucatán está mucho menos invadida de turistas que la famosa “Riviera Maya” pero igualmente tiene una desbordante naturaleza. Es una inmensa planicie verde en la que la selva es dueña de todo el paisaje. Alquilamos un coche para viajar hasta la población de El Cuyo, en la costa norte del Yucatán, y a pesar de esa fama de país peligroso, sus gentes son amables y amigables. Sí conviene tener un cuidado especial con el estado de algunas carreteras secundarias en donde nos podemos encontrar, no baches si no, auténticos cenotes en el asfalto, como en el que reventamos una rueda el primer día, obligándonos a buscar una “llantera” para cambiarla.
En el pequeño pueblo pesquero de El Cuyo nos quedamos en unas de las muchas cabañas junto a la playa que se extienden a lo largo de ésta, y que por cierto, son bastante baratitas. El pueblo se encuentra en un brazo de arena que separa las lagunas interiores y el océano. Todas son construcciones pequeñas y bien integradas en la naturaleza y son visitadas por aficionados al kite y al windsurf. Es un pueblito muy tranquilo y altamente recomendable.
Por los alrededores del pueblo podemos visitar las lagunas o disfrutar de una larga e impresionante playa de arena blanca en donde podemos observar lagartos e iguanas, e innumerables especies de aves marinas. Es el lugar perfecto para descansar y relajarte sin tener que preocuparte de nada más que de disfrutar de la vida.
Si desde El Cuyo fuéramos caminando por la playa hacia el oeste llegaríamos hasta el Parque Natural del Río Lagartos. Pero los casi 40 km que nos separan nos obliga a hacer un largo rodeo por las carreteras interiores para llegar hasta allí, aunque durante el trayecto podremos observar cantidad de aves tropicales en la jungla que las rodea.
En el pueblo de Río Lagartos podemos coger una excursión en lancha recorriendo el manglar. La barca nos llevará por las lagunas interiores hasta algunos de los canales que se introducen en el mismo manglar, para después llegar hasta las aguas del Golfo de México. Una estupenda manera de conocer este valioso y delicado ecosistema, y la importancia que tiene el conservarlo.
Al este de Río Lagartos se encuentra el pueblo de Cancunito y Las Coloradas, y que es imprescindible visitar. Allí se encuentran unas inmensas salinas rosadas, junto a las lagunas interiores, y que están separadas del mar por una barra arenosa que se prolonga por decenas de kilómetros hacia el este, hasta El Cuyo y más allá, casi hasta Holbox. Los rosados tonos de las salinas muestran un paisaje casi irreal en el que podemos tomar baños de barro o contemplar grandes bandadas de flamencos a juego con los colores de las aguas.
Podemos contratar los servicios de los guías locales para visitar las salinas y que nos lleven a los lugares más populares, o podemos circular por una pista que recorre el brazo de arena a caballo entre la playa y las lagunas saladas. Por esta pista podremos parar cuando queramos para observar la fauna salvaje que nos vamos encontrando, o para darnos un bañito en las aguas turquesas de esta inmensa playa solitaria. En algunos puntos podemos ver en la arena los rastros que dejan las tortugas al desovar, o las estacas que señalan sus nidos, colocadas para no afectarlas.
Con pena dejamos esta zona para dirigirnos hacia el interior, al sur, hasta la ciudad de Valladolid con su interesante centro colonial. Cerca de allí fuimos a visitar uno de los más famosos cenotes, el Ik Kil. La península del Yucatán es una inmensa planicie de roca caliza en la que las abundantes lluvias horadan grutas y cavernas haciendo que el agua se filtre al interior. En algunos lugares, los techos de esas grutas se derrumban y forman los cenotes, profundos agujeros en la selva a modo de gigantescas piscinas. Aunque éste que visitamos es impresionante, nos decepcionó ver cómo se ha preparado para recibir hordas de turistas como si fuera un parque de atracciones.
Cerca de Valladolid se encuentra la impresionante y enigmática capital del Imperio Maya: Chichén Itzá. A pesar de lo turístico del lugar, estas construcciones son de visita obligada y nos dejaron verdaderamente impresionados. Aconsejamos contratar una visita guiada que nos explicará con detalle todo el significado y valor de las construcciones, y nos hará entender lo avanzado de esta civilización que se desarrolló desde el año 2000 a.c. hasta el siglo X. Sus conocimientos matemáticos, astronómicos y arquitectónicos, así como su arte y escritura jeroglífica, fueron los más avanzados de esa época.
Campo y cesta de los juegos de pelota
Una de las aportaciones de la cultura maya ha sido su calendario, o mejor dicho sus calendarios o maneras de contar el tiempo. Existe el calendario sagrado de 260 días, el del ciclo solar de 365 días, la rueda calendaria de 52 años, la cuenta de 18 meses lunares, la cuenta venusiana de 584 días y la cuenta larga de 5200 años. Según esta última cuenta que empezó en el año 3114 a.c., el último día fue el solsticio de invierno del año 2012. Fecha que ha dado pie a numerosas profecías acerca del fin del mundo que evidentemente no han acertado. Aun así, acabamos de empezar un nuevo ciclo según la cuenta larga, que veremos qué nos depara.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Naturaleza de Yucatán: centro
La Riviera Maya es una de las zonas más turísticas del planeta y aun así, tiene en su entorno una naturaleza salvaje que nos sorprenderá en cuanto nos perdamos un poco. Esta zona central de la península de Yucatán, además de playas paradisíacas, está ocupada por una jungla verde llena de ruinas mayas, cenotes cristalinos y una fauna por descubrir.
Aunque en el año 2017 los huracanes no han afectado gravemente a la península del Yucatán, no siempre ha sido así y en numerosas ocasiones han impactado estas tierras asolando el paisaje y dejando un rastro de devastación. La civilización Maya ha sufrido continuos embates de estas tormentas aunque, curiosamente, se asocia el final de su existencia en el siglo X a un periodo de sequía insólito que acabó con sus existencias de agua dulce del subsuelo. La plataforma caliza que constituye esta península hace que la lluvia se filtre y no corra en ríos, acumulándose en las cavidades y grutas de la roca que va disolviéndose poco a poco. El interior de la roca se encuentra enteramente recorrido por una inmensa red de cuevas que a veces se derrumban y forman piscinas naturales, los cenotes, de donde se consigue el agua dulce.
Existen miles de cenotes en Yucatán, algunos muy turísticos y visitados, pero otros perdidos en medio de la selva y que poca gente visita. Os recomendamos que preguntéis a los lugareños para que os informen de donde están los menos conocidos. En algunos cobran la entrada ya que tienen instalaciones en donde cambiarse y ducharse, con toallas y otros servicios. Pero sin duda merece la pena perderse un poco por los caminos rodeados de selva para encontrar estos rincones paradisíacos.
Camino hacia el sur, entre Leona-Vicario y Puerto Morelos, encontramos unos cenotes preciosos junto al más conocido Cenote Zapote, en el que pudimos bañarnos solos, sin aglomeraciones y rodeados por la jungla. Los caminos que conducen a ellos son perfectos para la observación de aves, mariposas, lagartos y mamíferos como ardillas, coatís, agutís, mapaches, monos y, con un poco de suerte, algún felino.
Algo más al sur y también en el interior, podemos visitar las ruinas de Cobá, que aunque no son tan famosas como las de Chichén Itza, son igualmente interesantes. Entre estas ruinas podemos contemplar campos de juego de pelota, observatorio astronómico, construcciones enteramente cubiertas de selva y una de las pocas pirámides a las que todavía dejan subir, o escalar mejor dicho: la pirámide de Nohoch Mul. Desde su cima podemos contemplar la inmensa y llana selva esmeralda que ocupa todo lo que alcanza nuestra vista, sólo interrumpido por alguna que otra loma verde que probablemente sea otra construcción comida por la jungla.
El recorrido para llegar hasta las ruinas está rodeado de selva y podemos alquilar una bicicleta para realizarlo más rápidamente, pero os aconsejamos que vayáis a pie para disfrutar de toda la naturaleza salvaje de este lugar. En cuanto nos separemos del gentío que recorre las distintas construcciones, nos encontraremos sumergidos en un paraíso verde.
En la zona de costa se encuentran los grandes y lujosos complejos turísticos, esos de todo incluido en los que te puedes pasar el día y la noche comiendo y bebiendo. Pero existen algunos más tranquilos y retirados que pueden ser un buen punto de partida para otras excursiones. Nosotros dimos con uno lejos de las aglomeraciones y rodeado de selva, el Grand Sirenis. En sus alrededores tenía senderos con información de la fauna y flora que ibas encontrando, pequeños cenotes en medio del bosque, una playita alejada de las instalaciones con las señales de nidos de tortuga y un tramo costero rocoso perfecto para el snorkeling con su zona de arrecife coralino y todo.
De entre todas las aves que nos encontramos por los senderos de los alrededores del hotel, os dejamos unas cuantas fotillos de ellas.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Naturaleza de Yucatán: Sur
La costa sur de la Riviera Maya es la menos alterada por el turismo y la que conserva más naturaleza salvaje. Al sur de las famosas ruinas de Tulum, se encuentra la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an: una zona en donde el mar se funde con la jungla formando lagunas y manglares, y una barrera arenosa con unas playas solitarias desde las que ir a bucear a la barrera de coral. Es un auténtico paraíso.
Las ruinas de Tulum se encuentra dentro del Parque Nacional del mismo nombre y que abarca el pasillo costero hasta Cancún. Una zona con una enorme presión turística, sobre todo en las proximidades de Playa del Carmen o el mismo Cancún. La ciudad de Tulum tiene un ambiente mucho más tranquilo y relajado, y cuanto más al sur te alejes de él, más integrados se encuentran los pequeños hoteles en la selva. El turismo se basa no tanto en el “todo incluido” como en las actividades deportivas como el surf o el buceo, o en la observación de la naturaleza, siendo el punto de partida de numerosas excursiones a los alrededores.
La zona arqueológica está construida en torno al año 1200 y se estructura teniendo en cuenta las cuatro esquinas o puntos cardinales, con los edificios ordenados en torno al Castillo frente al mar. Este importante edificio tiene distintas referencias al Sol y a Venus, e incluso a la concepción misma del universo, con un plano superior en donde se asienta el Castillo, y un plano inferior o inframundo representado por la cueva en el acantilado sobre el que se alza. Cuando llegaron los conquistadores españoles todavía quedaban algunos habitantes, pero hacia el siglo XVI ya quedó despoblada hasta la llegada del turismo masivo.
Es imprescindible el baño en sus aguas turquesas o una excursión en barquita para ver las ruinas desde el mar y bucear en la barrera de coral en donde, con un poco de suerte, podréis compartir baño con alguna tortuga. Esta barrera de coral es una de las más grandes del mundo después de la australiana y, aunque el calentamiento global también está afectándola, todavía se puede observar una gran biodiversidad. Lástima que poco a poco, las zonas de coral muerto, blanquecino y mucho más pobre en vida, sean cada vez más amplias. El inexorable aumento de temperatura de los mares por nuestra irracional forma de vida está matando el coral.
Desde Tulum podemos contratar excursiones para visitar Sian Ka’an. Un espacio natural que en 1987 fue declarado Reserva de la Biosfera por su riqueza en fauna y flora. La interacción entre el mar y la selva ha construido este paraje a caballo entre ambos mundos. Una barra arenosa que constituye una inmensa playa, separa las grandes lagunas rodeadas de manglares, del mar Caribe. A su vez, las playas están protegidas del oleaje por la barrera de coral, la segunda más grande del mundo. La excursión comienza adentrándonos en camioneta por una pista que recorre la barra arenosa hacia el sur, entre las lagunas y el mar. Durante el trayecto podremos ir observando infinidad de aves tropicales.
Al final de esta pista, unas pequeñas barcas nos llevarán a recorrer las lagunas interiores, pudiendo contemplar la riqueza que suponen los bosques de manglar que las separan del mar abierto. Además de aves, en estos canales y zonas inindadas se pueden observar cocodrilos. Ya en las zonas más abiertas de las lagunas, no es difícil encontrar familias de delfines y, si hay suerte, alguna de manatíes.
La excursión prosigue saliendo de las lagunas a mar abierto, hasta la zona de arrecifes en donde podremos bucear y seguir maravillándonos de la gran biodiversidad de estos ecosistemas tan delicados. Aunque los guías intentan que veamos el mayor número posible de especies, tienen unas estrictas limitaciones para no interferir en sus costumbres ni molestarlos.
Para terminar nuestra excursión en barca, visitamos lo que ellos llaman la piscina natural más grande del mundo: una zona de mar turquesa entre la barrera de coral y la playa, en donde un extenso banco de arena blanca nos permite hacer pie y bañarnos con la sensación de estar en mitad del océano. O mejor dicho, en mitad del paraíso.
Y para rematar, y antes de regresar a las camionetas, desembarcamos en el pequeño pueblito pesquero de Javier Rojo Gómez para comer pescadito recién salido del mar en una de las cabañas de los pocos habitantes de este rincón tan especial de Yucatán.
Aunque llegamos a Yucatán temerosos de encontrar un paisaje aplastado por el turismo de masas, tenemos que reconocer que en cuanto nos alejamos de los centros hoteleros, tenemos un mundo natural por descubrir impresionante, y unas gentes amables dispuestas a compartirlo contigo.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
MÉXICO
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Iceland: Brennisteinsalda
Desde Landmannalaugar podemos hacer una preciosa ruta circular que nos lleva hasta el pico Brennisteinsalda y “Las Montañas de Colores”. Un lugar en el que se mezclan toda la paleta de colores de un pintor y en el que las fumarolas, las aguas hirviendo y los neveros conforman un paisaje mágico mezcla de fuego y de hielo.
Ficha Técnica Vídeo Mapa de Situación
En Landmannalaugar comienza uno de los trekkings más bonitos de Islandia que en cuatro o cinco jornadas llega hasta Skogar en la costa sur. Atraviesa un paisaje volcánico y glaciar único que asombra por ser bello e inhóspito a la vez. Si el tiempo apremia podemos realizar excursiones de una jornada por el entorno de este enclave para llevarnos en nuestras retinas una muestra de su esencia. Comenzamos en Landmannalaugar, a 600 m de altitud, ascendiendo las montañas que cierran el valle por el norte. A medida que ganas altura vas apreciando el entorno peculiar del que partes, al borde mismo de la colada volcánica del Laugahraun que rellenó el valle.
En cuanto alcanzas la zona alta de estas montañas, a unos 900 m de altitud, y miras alrededor, recibes una lección visual de geología, con amplios valles en el que las aguas torrenciales de deshielo serpentean por el llano. En medio de este vasto paisaje se ve claramente el punto de salida de la colada volcánica y como ha bloqueado la salida natural de las aguas del valle, obligándolas a buscarse un recorrido alternativo erosionando las laderas de las montañas.
A mediados de septiembre todavía se conservan numerosos neveros y heleros en estas montañas que alcanzan los 1000 m de altitud y, como no, Alberto no puede resistir ir a pisarlos. Desde esta zona alta bajamos hacia el amplio valle que hay que atravesar para afrontar la subida al Brennisteinsalda, muy próximo al punto del que surge la colada que llega hasta Landmannalaugar. El camino desciende por laderas de tierra de diversos colores: grises, marrones, rojizas que contrastan con el luminoso verde-amarillento de los musgos y líquenes.
En el fondo del valle nos desviamos del sendero hacia la cabecera de una de las vaguadas laterales de donde provienen unas nubes malolientes. En cuanto nos acercamos comprobamos que son emanaciones de aguas sulfurosas. Hay unas cuantas marmitas de agua hirviendo que expulsan fumarolas de gases. El suelo en sus alrededores está tan caliente que no nos atrevemos a pisar con nuestras caras zapatillas. El arroyo que fluye por el valle presenta varios puntos calientes en donde hierve, mezclándose aguas frías de deshielo con las que manan calientes. Es un pequeño valle inquietante en donde parece que en cualquier momento va a resquebrajarse la tierra y salir la lava…
Subimos hacia el Brennisteinsalda abriéndose a nuestros pies valles y montañas de colores a las que se echan en falta los rayos de sol que intensifiquen los tonos y destaquen los relieves. Unas rampas de tierra pelada nos llevan hasta la cima de la montaña de 890 m de altitud, desde donde podemos observar la inmensidad de estos paisajes y su belleza de colores. Más allá vemos las montañas medio nevadas por donde continúa el camino hacia Hrafntinnusker, primera etapa del trekking que lleva hasta Skogar pasando entre los glaciares Eyjafjallajokull y Myrdalsjokull.
Continuando hacia el sur desde la cima del Brennisteinsalda, bajamos para encontrarnos con la ruta del trekking. En esa zona se sitúa el punto desde el que surgió de las entrañas de la tierra el magma que invadió el valle hasta Landmannalaugar. El suelo está todavía caliente y las fumarolas emanan por doquier entre las rocas negras del campo de escoria. Seguimos bajando hacia la zona más activa en la que el gas parece que sale a presión.
Alcanzamos una hondonada en donde el camino se asoma a un agujero desde el que los gases emanan con fuerza. Gracias al fuerte viento de espaldas podemos asomarnos y sentir la respiración misma de la tierra. Sin duda que Gaia está viva y aquí notamos el latir de su corazón haciéndonos comprender el profundo respeto que le debemos.
El Brennisteinsalda queda a nuestras espaldas y, cuando nos damos la vuelta, entendemos el sobrenombre de estas montañas: “Las Montañas de Colores”. El cono volcánico por encima de las fumarolas blancas aparece pintado de rojos, marrones, ocres, azules, verdes, y los musgos amarillo-fosforito relumbran entre las negras rocas. Este es uno de esos lugares que se quedan grabados en la retina para siempre. Nosotros tenemos que seguir camino, primero entre la escoria de la colada, y después por su margen derecha según bajamos, justo entre esta colada y las laderas de las montañas que cierran el valle por el sur. Entre ambos terrenos, el río se ha tenido que abrir camino erosionando las montañas grises de su margen derecha.
Llegamos a Landmannalaugar y, para rematar un día de colores y luces, nos damos un baño de sensaciones en sus aguas termales. El frío torrente que viene de las montañas nevadas y rodea la colada, pasa por el borde de ésta y se va mezclando con surgencias de agua hirviendo. Una tarima de madera nos permite dejar la ropa (protegedla de la posible lluvia) y sumergirnos en este río fantasmagórico de agua y vapor. No es profundo y nos obliga a estar tumbados o sentados, buscando la zona adecuada en donde no escaldarnos ni quedarnos congelados. Tan “agustito” se está, y tanta pereza da salir, que se nos hace de noche. La oscuridad nos envuelve mientras pasan a nuestro lado una familia de patitos tan perezosos como nosotros. Lástima que las nubes no nos vayan a dejar ver las auroras desde aquí. Lloviendo ya, decidimos irnos a las tiendas a dormir.
La última noche, ya de vuelta de Landmannalaugar, acampamos en una zona solitaria alejados del camino, en donde la fortuna nos sonrió ofreciéndonos un nuevo espectáculo de luces. Pudimos ver las auroras bailando entre las nubes, hechizándonos hasta caer dormidos. Al levantarnos nos dimos cuenta de que habíamos puesto las tiendas en el mismo centro de un pequeño cráter, sobre una arena fina y esponjosa que nos permitió un profundo y reponedor sueño.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
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Iceland: Landmannalaugar
Camino de Landmannalaugar, comienzo de uno de los trekkings más impresionantes de la isla, nos vamos haciendo idea de la esencia de este lugar forjado por el fuego y el hielo. Volcanes y geiseres, glaciares y cascadas, torrentes y aguas termales, nos enseñan el carácter salvaje y bello de estas tierras.
Ficha Técnica Vídeo Mapa de Situación
El nombre de la isla ya nos define parte de su carácter: Islandia deriva del vocablo nórdico “iceland” o tierra de hielo. También se la llamó “Snaeland” o tierra de las nieves. Debido a su latitud rozando el Círculo Polar Ártico el clima es realmente frío, aunque ligeramente templado por la Corriente del Golfo. Pero otra característica geográfica le confiere su otra singularidad: se encuentra en medio de la Dorsal Atlántica que causa una gran actividad volcánica. Son el fuego y el hielo los elementos que han modelado este paisaje único, singular, duro y salvaje.
Islandia surgió por la intensa actividad volcánica de la dorsal mesoatlántica, esa fractura terrestre en donde van formándose las placas continentales que derivan en sentidos opuestos una media de 2,5 cm por año: la euroasiática hacia el este y la norteamericana hacia el oeste. Así encontramos que la isla es de formación reciente, con materiales más antiguos cuanto más nos alejamos de la fractura central. Esa fractura atraviesa la isla por medio y es claramente visible en la región de Thingvellir, en donde podemos caminar con un pie en Europa y otro en América. La zona baja de la fractura está ocupada por lagos de aguas extremadamente cristalinas y muy frías. En algunas de sus grietas, como la de Silfra, podemos bucear tocando los dos continentes con ambas manos.
Desde el Parque Nacional de Thingvellir, y continuando camino hacia el este, llegamos a uno de los fenómenos naturales más impresionantes que se pueden contemplar: los geyseres. De hecho, el nombre genérico de ellos se debe a uno de estos manantiales que rítmicamente expulsan el agua hacia el cielo: el Geysir, que actualmente se encuentra aletargado. Junto a él podemos observar el Strokkur, que ahora mismo es el más activo emitiendo su chorro de agua a más de 20 metros de altura cada 5 minutos aproximadamente.
Siguiendo hacia el nordeste llegamos a una de las cascadas más visitadas de Islandia, Gullfoss o cascada dorada. El río Hvitá se introduce en dos grandes caídas en una profunda fisura del relieve, estrellando el agua contra sus paredes que asciende en forma de aerosol por la pared opuesta empapando al visitante. Si ya impresiona verla en verano, en invierno congelada es un verdadero espectáculo con ambas paredes de la fisura convertidas en hielo. Si continuamos hacia el nordeste, enseguida termina el asfalto y la pista nos lleva hacia las inhóspitas tierras altas del interior. Sólo es apta para vehículos todoterreno y atraviesa entre los glaciares Langjokull y Hofsjokull hacia la ciudad de Akureyri, en la costa norte. Lástima no tener tiempo para hacer esa travesía por el corazón de la isla.
Cambiamos nuestro rumbo hacia el sur, hacia Fludir, en donde encontramos un perfecto lugar alejado de las poblaciones para acampar y, con suerte, observar las auroras boreales ya que la previsión meteorológica es de cielos despejados y la de auroras es favorable (http://www.gi.alaska.edu/AuroraForecast/Europe). Una pradera musgosa que parece un colchón, con un arroyo cercano, nos ofrece el lugar perfecto para disfrutar de la noche, que aunque sea septiembre es realmente fría. Con todo el abrigo y los plumíferos puestos, esperamos la oscuridad que va revelándonos las luces del norte, esos mágicos bailes de rayos de colores que nos hechizan e impiden dormir.
Al día siguiente seguimos rumbo al este primero, hasta el lago Hranueyjalon, y luego al sur por la pista de tierra que llega a Landmannalaugar. El paisaje cambia del verde luminoso del musgo y la yerba, al gris y marrón de las cenizas y la tierra desnuda. Un lugar casi yermo, apenas colonizado por líquenes y brezos rastreros, en donde los conos volcánicos abundan, muchos de ellos inundados por lagunas de aguas verdes turquesa.
Aprovechamos para estirar un poco las piernas y darnos una carrerita hasta la cima del cono volcánico que alberga el lago Blahylur. Desde la cumbre se abre un paisaje de volcanes grises y verdes lagos, de montañas nevadas y valles anegados por los torrentes del deshielo, de luces que se cuelan entre las nubes y cortinas de lluvia que velan los relieves… Al final tenemos que bajar corriendo por las cenizas para no empaparnos.
Un poco más allá, el lago Ljotipollur nos sorprende con el contraste de colores de sus aguas turquesas, sus líquenes amarillos y sus cenizas rojas. Y otro poco más allá, el lago Frostastadavatn nos impresiona con la reciente colada volcánica del Namshraun que invadió su cuenca.
El camino sigue por un increíble paisaje de contrastes: contraste de colores y contraste de meteoros. Igual el cielo se cubre y llueve apagando los colores, como sale el sol y se cuela entre las nubes iluminándolo todo y encendiendo el arco iris. Pasados unos pocos kilómetros llegamos a Landmannalaugar. Bueno, casi, porque nos separa un caudaloso río que debemos vadear. Dudamos si pasar, pero al otro lado vemos todoterrenos como el nuestro así que, después de valorar entre todos el paso menos arriesgado, pisamos el acelerador y al río. El agua salta por encima del capó, pero el motor sigue en marcha y conseguimos cruzar sin más problemas. Ufff!!! Los que no estamos acostumbrados al todoterreno, sudamos la gota gorda a pesar del frío.
Landmannalaugar está enclavado al borde de la colada volcánica del Laugahraun con húmedas praderas al borde de los torrentes que bajan de las montañas. Nos ofrece un refugio bien guardado con todas las comodidades, una pequeña oficina del camping, un autobús de comidas calientes y unas casetas de aseos y duchas. Pero lo mejor de todo son sus aguas termales: un arroyo ardiente y humeante que surge por debajo de la colada volcánica mezclándose con las aguas frías del río. Este lugar es perfecto para acampar y preparar las excursiones por los alrededores o comenzar el famoso trekking hasta Skogar.
Nos vamos a dormir con la esperanza de que al día siguiente el tiempo nos permita disfrutar de la excursión al Brennisteinsalda y las Montañas de Colores.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
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Iceland: Eyjafjallajokull
El volcán Eyjafjallajokull y su hermano mayor el Katla, permanecen amenazantes con sus corazones de magma y sus cabezas heladas, flanqueando el paso del último tramo del trekking que desde Landmannalaugar lleva hasta Skogar en la costa sur de Islandia. Un recorrido entre conos volcánicos, casquetes glaciares, torrentes de montaña y cascadas, muchas cascadas hasta los verdes paisajes de las tierras bajas.
Ficha Técnica Vídeo Mapa de Situación
Las últimas etapas del trekking de Landmannalaugar nos llevan desde el valle de Thorsmork, “el bosque de Thor”, hasta el collado de Fimmvorduháls entre los casquetes glaciares del Eyjafjallajokull y del Mýrdalsjokull, para descender desde allí hasta Skogar en la costa sur. Los dos glaciares coronan dos de los volcanes más activos de la zona: el Eyjafjallajokull y su hermano mayor el Katla bajo los hielos del Myrdalsjokull. La erupción del primero en abril del 2010 fue la causante del cierre del espacio aéreo europeo durante varias jornadas debido a la gran emisión de gases y cenizas volcánicas. En aquella ocasión el temor era que ese episodio de actividad volcánica activara también el Katla, como en otras ocasiones pretéritas, que es uno de los potencialmente más peligrosos volcanes de la Tierra.
Nosotros realizamos el camino a la inversa partiendo desde Skogar a nivel del mar, hasta el collado de Fimmvorduháls a 1000 m de altitud y a unos 14 km de distancia, para después regresar nuevamente a la costa. Después de visitar la cercana cascada de Seljalandfoss que se puede rodear por su interior, nos dirigimos a la impresionante cascada de Skogafoss, de 62 metros de caída. Es desde aquí desde donde comienza la ruta que primero asciende pegado a la cascada hasta su parte alta, y luego se dirige hacia el interior remontando el río Skogar y sus 24 cascadas más.
Por encima de Skogafoss el verde paisaje se vuelve más llano, y el río Skogar ha tallado profundas gargantas por las que se precipita en innumerables cascadas de todos los tamaños. A cada vuelta del camino vas encontrando nuevos cañones por donde se despeña el torrente de agua formando cataratas de todas las formas y alturas. Por aquí ya no crecen árboles y el terreno está tapizado de matorrales, hierbas de montaña y musgos, que crean un vasto paisaje de color verde intenso y brillante, sólo roto por las gargantas y los torrentes.
Continuando camino arriba seguimos encontrando nuevas cascadas y nuevos cañones en cuyas verticales paredes se agarran musgos y líquenes, y que aprovechan las aves marinas para anidar. Vertiginosas gargantas que rompen el amplio paisaje que se extiende hasta los glaciares que por fin, aparecen al fondo. A la izquierda el Eyjafjallajokull con sus 1666 m y a la derecha el Myrdalsjokull de 1493 m, cada uno con su casquete de hielo y normalmente adornados por sus boinas de nubes debido al frío que emana del glaciar.
En una revuelta del camino cerca del río, nos topamos con una bandada de perdices nivales posadas en un promontorio. Fueron generosas y nos dejaron sacar el teleobjetivo y conseguir unas buenas imágenes en las que podemos apreciar su plumaje de verano sustituyendo al blanco del invierno, esas patas con botas de plumas para no pasar frío y esa cejilla roja sobre los ojos.
Cruzamos el río y seguimos por un paisaje más árido que va acercándose a los cordones de morrenas rocosas que provienen de los volcanes. Algunos de ellos todavía con una buena capa de cenizas, probablemente de la última erupción del 2010. Suelo recién formado que nos muestra la juventud de esta isla, todavía en creación. No podemos evitar bajar a grandes zancadas por estas laderas de escorias y coladas.
Alcanzamos el primer refugio cercano al collado Fimmvorduháls. Un lugar a caballo entre los dos glaciares que da paso al valle de Thorsmork. Desde aquí apreciamos hundimientos del hielo en el glaciar Eyjafjallajokull producidos por el calor emanado por el volcán de su interior y nos imaginamos cómo debió ser aquella erupción del 2010 que colapso y derritió parte del casquete helado creando grandes avenidas torrenciales de agua en los valles. Hacia el otro lado vemos el glaciar Myrdalsjokull, más grande en extensión que el anterior y cuyo frío plató helado produce una permanente nube de niebla en su zona más alta. Es un lugar verdaderamente inhóspito y amenazante.
Desandamos el largo camino de regreso a Skogafoss volviendo a disfrutar de las cascadas iluminadas por las luces de la puesta de sol. Llegando a la costa nos acercamos a ver una de las lenguas glaciares que descienden desde el Myrdalsjokull, el glaciar Sólheimajökull que, con los últimos rayos de sol y las primeras gotas de lluvia, nos ofrece un impresionante arcoíris doble sobre sus hielos y sus lagunas. Un juego de luces tan cambiantes como su meteorología e incluso como su geografía, tan joven y tan convulsa.
Al día siguiente fuimos al faro de Dyrholaey que domina un promontorio sobre la inmensa playa de Solheimasandur en donde podemos ver el fuselaje de un avión que se estrelló en ella hace ya años. Además de por sus pitones y columnas basálticas, esta zona es conocida por ser una de las mejores para la observación de aves marinas como las gaviotas, las alcas, los fulmares y los simpáticos frailecillos, que anidan en sus acantilados.
Aunque la lluvia no nos dio cuartelillo y apenas pudimos ver los frailecillos, hemos disfrutado con las fotos de estas graciosas aves hechas por Javier Flores unos días antes de nuestra visita. Lo bueno es que ya tenemos excusa para volver a la isla.
Texto: RECmountain. Imágenes: Javier Flores y equipo RECmountain
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Iceland: hielos del Vatnajokull
El Vatnajokull es la masa de hielo continental más grande del hemisferio norte si exceptuamos la de Groenlandia. Se sitúa al sureste de la isla, cubriendo el pico más alto de Islandia, el Havannadalshnukur de 2117 m de altitud, en el borde sur del hielo. Sus lenguas glaciares descienden hasta casi la costa, desprendiéndose en icebergs en las lagunas que desembocan en el mar. Todo un espectáculo de hielo.
Ficha Técnica Vídeo Mapa de Situación
El glaciar Vatnajokull es el casquete de hielo más grande de Europa y uno de los más extensos del mundo, con una superficie de 8100 km2 y un espesor que llega hasta los 1000 metros de profundidad. El punto más alto se sitúa en el extremo sur del campo de hielo y es un cono volcánico de 2117 m de altitud que también ostenta el título de montaña más elevada de Islandia, al Havannadalshnukur. Su superficie helada tiene unos 150 km de ancho y 100 km de norte a sur, aunque al igual que la mayoría de glaciares de la Tierra, actualmente está en regresión y ha perdido casi 500 km2 en los últimos 50 años. En el Centro de Interpretación del Parque Nacional de Skaftafell se pueden observar las fotos comparativas de cómo eran las lenguas glaciares que descendían del Vatnajokull en 1925 y que demuestran una vez más las graves consecuencias que tiene el calentamiento global.
Glaciar Saftafellsjokull 1925-2012
Glaciar Svinafellsjokull 1925-2012
Desde el Centro de Interpretación asciende un sendero hacia la cascada de Svartifoss por una de las pocas zonas de bosque de Islandia. Un bosque más bien raquítico debido a las duras condiciones del entorno, aquí algo protegido por el relieve de los vientos fríos del norte, a sotavento de las montañas que soportan los hielos del Vatnajokull. En cuanto ganamos altura podemos ver la lengua del glaciar Oraefajokull precipitando grandes seracs desde el plató helado. Y justo por encima del plató, destaca el pitón rocoso del Havannadalshnukur. Éste fue el único momento en el que pudimos verlo entre las nubes. Su ascensión era uno de nuestros objetivos, pero el mal tiempo no nos concedió ninguna oportunidad.
Enseguida se llega a la preciosa cascada de Svartifoss que se despeña entre verticales columnas de basalto perfectamente hexagonales, apareciendo como un gigantesco órgano de catedral. Remontando la cascada, el camino asciende hasta la amplia cresta que domina el inmenso paisaje de este Parque Nacional: hacia el norte las montañas se sumergen bajo el hielo del Vatnajokull; hacia el oeste contemplamos los ondulantes dibujos que las morrenas trazan en el hielo del Skeidararjokull; hacia el este las cascadas de seracs de los glaciares que rodean el Havannadalshnukur; y hacia el sur, los serpenteantes torrentes que fluyen hasta el mar, al fondo.
Ya de regreso, atravesamos los numerosos cordones morrénicos frontales que ha ido dejando el glaciar Skeidararjokull en su camino de regresión, con infinidad de bloques erráticos y curiosas piedras fracturadas en láminas por los procesos de gelifracción. Nos adentramos hasta pisar sus hielos, sucios por el barro y las cenizas que transporta procedentes de las erupciones que de vez en cuando sacuden el glaciar. La última erupción ocurrió en el volcán Grimsvotn en la zona norte del campo de hielo, en mayo del 2011 y alcanzó una potencia de 4 en la escala de explosividad volcánica (del 1 al 8) licuando parte del casquete glaciar. Más hacia el este se pueden observar las cascadas heladas de los glaciares Skaftafellsjokull y Falljökull.
Otra de las lenguas del Vatnajokull que visitamos fue la del glaciar Svinafellsjokull con sus azulados bloques de hielo en contraste con el marrón-verdoso de las aguas de la laguna que forma en su frente. Un mundo glaciar en el que está grabada la historia volcánica de la isla en una sucesión de estratos de hielo y cenizas que parecen las páginas de una gran enciclopedia natural.
Por último, bajo la lluvia, visitamos las lagunas del glaciar Fjallsjokull y la del glaciar Breidarmerkurjokull, en donde el hielo desemboca formando hermosos icebergs. Tanto nos gustó que volvimos al día siguiente para verlo mejor y disfrutarlo con mejores luces. La laguna Jokulsarlon es la más grande y las cascadas de seracs procedentes del Vatnajikull vierten sus hielos al agua formando grandes icebergs que brillan en blancos, azules y verdes ofreciendo un espectáculo grandioso.
Glaciar Fjallsjokull y su laguna Fjallsarlon
Glaciar Breidarmerkurjokull y su laguna Jokulsarlon
La laguna desemboca en el mar y los icebergs van lentamente dirigiéndose hacia el océano mientras las focas juguetean entre ellos. Los bloques de hielo se enfrentan al oleaje y las corrientes, algunos comenzando un largo viaje hacia mar abierto en donde acabarán fundiéndose con el agua salada. Unos transparentes, otros azulados y algunos blancos y brillantes, en contraste con el profundo verde del Océano Atlántico.
Algunos icebergs son fracturados en bloques que alcanzan las playas cercanas posándose sobre la negra arena volcánica, brillando como diamantes en cuanto el sol asoma entre las nubes. El juego de luces de la espuma blanca, la arena negra y el hielo azul nos hechiza hasta el punto de acabar alcanzados por las olas de este helado mar.
Finalmente, camino del norte de la isla, nos alejamos de los pueblos buscando la oscuridad para vivaquear. En esta zona del planeta, la contaminación lumínica es mínima y las estrellas destacan contra el profundo negro del cielo. Y a este espectáculo estrellado, repentinamente se le añadió el baile de las luces del norte. Así conseguimos esa imagen que veníamos buscando en estas latitudes: a un lado de nosotros la Vía Láctea y al otro la Aurora Boreal. ¿Se puede pedir más?
Texto: RECmountain. Imágenes: Javier Flores y equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Iceland: Husavik-Snaefellsnes
Desde las llanuras interiores de Islandia en donde encontramos las más grandes y bellas cascadas, pasando por las tierras convulsas que rodean el lago Myvatn y los profundos fiordos en donde nadan las ballenas cerca de Husavik, y acabando en el misterioso Snaefellsjokull en cuyas laderas situó Julio Verne la entrada al centro de la Tierra, todo en el norte de esta isla de hielo y fuego es grandioso.
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Nuestra última etapa por Islandia nos llevó desde Egilsstadir en el nordeste, hasta la península de Snaefellsnes al noroeste. Una larga travesía por el norte de la isla en donde podremos contemplar otros paisajes algo diferentes a los del sur, aunque también dominados por el hielo y el fuego. Cerca de la ciudad de Egilsstadir nos encontramos con una de las cascadas más curiosas, Hengifoss, con sus vetas de arcilla rojiza partiendo la pared basáltica por la que se despeña el agua. Arcilla que procede de la fosilización de restos de coníferas que nos hablan de una era Terciaria más cálida que la actual.
Desde allí nos adentramos en las tierras llanas del interior de la isla camino del norte, por donde no es difícil ver renos salvajes. Más fácil es encontrarse con rebaños de ovejas islandesas famosas por la calidad de sus lanas con las que después tejen abrigadísimos jerseys, gorros, mantas y demás. Aunque son también famosas por protagonizar “el misterio de las ovejas islandesas”. A nosotros nos lo habían comentado, pero no nos lo creímos hasta que lo pudimos comprobar: van siempre de tres en tres. ¿Por qué? Parece ser que en primavera, las mamás ovejas tienen normalmente dos corderitos que la acompañan hasta el otoño.
Toda esta región interior se encuentra muy poco poblada y las carreteras asfaltadas se limitan al anillo del “Ring Road”. Las pistas, sólo aptas para todoterrenos, se dirigen hacia el sur atravesando el centro de la isla y rodeando los grandes casquetes glaciares del Vatnajokull, del Langjokull y del Hofsjokull. Hacia el norte se encuentra la cascada Dettifoss, famosa por ser el lugar en el que comienza la película “Prometheus”. Se la considera la más caudalosa de Europa, con una anchura de 100 m y una altura de 45 m. El volumen de agua que se precipita por este cañón es sobrecogedor, e impresiona pensar que todo el desfiladero fue creado por una descomunal avenida de agua.
El lago Myvatn es uno de los más grandes de la isla y destino para la observación ornitológica gracias a las moscas que allí abundan y sirven de alimento a las aves (my-vatn se traduce como lago de las moscas) como los eider de las fotos. El calor del suelo hace que en esta zona existan hornos naturales para hacer pan, excavados en la misma tierra. También existen muchos tubos volcánicos en el subsuelo, algunos con aguas termales en donde es posible darse un baño caliente.
Cerca de Myvatn se encuentra la caldera volcánica de Krafla, que entró en erupción en 1984 por última vez. Existe allí una gran actividad con fumarolas, sulfataras, lagos de azufre, marmitas de barro hirviente y coladas de la última erupción, todavía muy calientes y humeantes. Todo el territorio nos recuerda la juventud de estos suelos y lo convulso de su origen, y el nombre que recibe uno de sus cráteres, Viti (infierno en islandés), define completamente este lugar.
Camino de Husavik se puede visitar una de las cascadas más bellas de Islandia, a pesar de ser de las más pequeñas: la cascada de los dioses, Godafoss, que deslumbra con las luces del atardecer.
Husavik es un importante puerto pesquero de la costa del norte de la isla. El fiordo está rodeado de cadenas montañosas con numeroso glaciares de valle, parecidos a los alpinos. Sus frías y profundas aguas atraen la visita de las ballenas y las orcas. Tradicionalmente se han cazado estos animales, pero en la actualidad, esta actividad está siendo sustituida por la observación de estos mamíferos. Numerosos barcos de pesca se han reconvertido para el avistamiento de cetáceos y, aunque en principio parece que esta actividad pueda molestarlos, siempre será menos nociva que su caza. Hay que decir que existen unas escrupulosas reglas para molestarles lo menos posible.
La última parte de nuestro viaje por Islandia nos llevó hasta la península de Snaefellsnes, al oeste de la isla. La bordeamos por su lado norte desde el precioso y tranquilo pueblo de Grundarfjordur, en donde se encuentra una de las montañas más fotografiadas de Islandia, el Kirkjufell, cuyo perfil piramidal se eleva desde el mismo océano. Se puede rodear la península en torno al Snaefellsjokul, casquete glaciar que corona este estratovolcán en el que Julio Verne situó la entrada de la cueva que llevaba al centro de la Tierra.
La ascensión del Snaefellsjokjull es sencilla y más si se accede por una pista de tierra que sube desde Arnarstapi y deja muy cerca del hielo. Nosotros nuevamente tuvimos mala suerte y el mal tiempo apenas dejó que viéramos su cima, y la lluvia y el viento nos obligó a dar la vuelta. Nos tuvimos que conformar con ascender alguna de las montañas cercanas más bajitas y darnos una buena carrera de bajada por las coladas de piedra volcánica.
Acampamos en las faldas del Snaefellsjokull, sobre un cómodo cochón de hierbas y musgos, rodeados de arándanos y con un arroyo cercano. El lugar perfecto desde el que contemplar las formaciones nubosas sobre la montaña mientras oscurece. Y con el negro de la noche fueron apareciendo las luces del norte, las auroras boreales. Aguantando en los sacos de plumas con la cabeza fuera de la tienda mientras el espectáculo de colores no dejaba de bailar en el cielo, hasta que el sueño nos venció. Una noche mágica en un lugar mágico. ¡Volveremos!
Texto: RECmountain. Imágenes: Javier Flores y equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.