Pico Aspe, arista SW

Los 2640 m del Pico Aspe culminan una variada y entretenida ascensión por su vertiente suroeste desde el Valle de Aísa. Después de atravesar los pastos de montaña, la ruta asciende por un blanco y laberíntico paisaje kárstico hasta alcanzar la fácil arista de roca oscura que nos lleva hasta la cima.

 

Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                    

Recorriendo los Valles Occidentales del Pirineo aragonés, recalamos en este valle que no conocíamos y que nos encantó. Desde Jaca, una estrecha carretera se adentra en el valle desde los pueblos de Tiesas Bajas y Tiesas Altas, hasta llegar a Aísa en donde tienen una magnífica área camper. Siguiendo valle arriba llegamos al final de la carretera en donde podemos aparcar y comenzar nuestra ruta, y desde donde podemos ver el Pico Llena de la Garganta cerrando el valle.

Salimos desde los 1470 m continuando la pista por una rampa hormigonada hasta las cercanías del refugio Saleras, en donde se abre el valle y podemos ya contemplar las montañas que rodean el valle. El camino cruza el río y asciende por una larga cresta que se dirige directa hacia el Pico Llena de la Garganta, dejando a la derecha la Fuente de Rigüelo.

A nuestra derecha dejamos el circo formado por el Pico Rigüelo, los Mallos de Lecherín, el Sombrero, la Garganta de Borau y el Pico Aspe. Nosotros nos dirigimos directos hacia el embudo, un paso que franquea la barrera rocosa bajo los contrafuertes del Pico Llena de la Garganta. Al llegar al paso del embudo, el camino gira hacia el este para ir ascendiendo en fuerte pendiente, y girando poco a poco hacia el norte, hasta Las Llanas.

En Las Llanas comienza la parte más entretenida de la ruta, adentrándose en una zona kárstica que resulta laberíntica, con la blanquísima roca caliza resquebrajada en fisuras y simas por todas partes. Me recuerda el paso por un glaciar cuarteado en donde tenemos que buscar el camino correcto para atravesarlo. Afortunadamente tenemos hitos que nos marcan de forma inconfundible por donde avanzar.

Entre los huecos de las rocas y al abrigo de ellas, crecen cantidad de flores y plantitas como los famosos “edelweis”, o las “carlinas” o “espantabrujas”. Estos cardos se colocan en las puertas de las casas para ahuyentar los malos espíritus.

Después de atravesar este glaciar de piedra caliza, cambiamos de terreno a roca oscura y alcanzamos el Paso de la Garganta de Aspe. Desde aquí podemos contemplar el impresionante paredón nordeste del Pico Llena de la Garganta. Giramos en dirección este hacia la cima del Aspe por una fácil cresta en la que prácticamente no tenemos ni que echar las manos a la roca.

Sin más dificultades se llega a la cumbre del Pico Aspe de 2640 m, desde donde podemos ver hacia el norte el Pico Llena del Bozo y Llena de la Garganta, y hacia el sur la Garganta de Borau, El Sombrero y los Mallos de Lecherín. Y tras reponer fuerzas, desandamos el camino hacia el valle.

Descendemos los casi 1200 m de desnivel sin prisas, disfrutando de las paredes y prados que conforman el paisaje, de los zorzales entre los colores ya otoñales del bosque, o del mirlo acuático bañándose en las frías aguas del río.

Finalmente podemos relajarnos en nuestra casa con ruedas en este rincón del que no nos queremos ir. Un valle con menos presión turística pero con todos los encantos del Pirineo. Seguro que volvemos…

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.


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Espigüete, arista Este

La ascensión a esta esbelta montaña cantábrica siempre supone una actividad interesante. Y más por esta ruta circular que alcanza la cima principal por la preciosa arista este, y luego desciende por la clásica vertiente norte adentrándose en el corazón mismo de este pico. Completa actividad rematada con un fresco bañito en la cascada de Mazobre.

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Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                  

El Espigüete es una de esas montañas que atraen, no sólo por su silueta piramidal, sino también, porque sus rutas de ascensión son interesantes y entretenidas. Hay opciones para todos los gustos, con canchales fáciles al sur, aristas al este y oeste, y otras vías de escalada en sus farallones calizos. Y en invierno, es un paraíso.

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Bien aprovisionados de agua, ya que en todo el recorrido no vamos a encontrar, salimos del aparcamiento de Pino Llano a 1350 m de altitud, y sin aproximación ninguna, comenzamos la trepada por la arista Este. La trepada es fácil y entretenida y en contadas ocasiones hace falta apoyar las manos.

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Rápidamente ganamos altura por la cresta y si echamos la vista atrás, podemos ver como los coches del aparcamiento se van haciendo miniaturas. Nuestro primer objetivo es un primer hombro a partir del cual comienza la arista más aérea y entretenida. Desde el hombro podemos contemplar toda la verticalidad de la ruta de la cara nordeste que hace unos años bajamos esquiando.

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La cresta hasta la Cima Este parece más difícil desde el hombro que lo que realmente te encuentras a medida que vas trepando por ella. Tiene un par de brechas en las que tenemos que echar las manos a la roca sin ninguna otra dificultad añadida. La arista en sí no es afilada pero hay que estar acostumbrados a caminar por terreno de montaña, en algún punto algo aéreo.

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Llegados a la Cima Este de 2447 m de altitud, podemos contemplar la impresionante caída hacia la vertiente nordeste por la que en invierno asciende una de las rutas más interesantes por nieve. Desde aquí ya podemos ver nuestro objetivo, tan solo cuatro más elevado, pero del que nos separa un tramo de arista también relativamente sencillo, aunque con algún tramo aéreo.

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Coronamos la cima principal del Espigüete y, tras un bocatilla, continuamos la excursión. Las posibilidades para descender son varias: regreso por la misma arista; la fácil y monótona pedrera de la cara sur que nos llevará hasta Cardaño de Abajo; la expuesta arista noroeste hasta el Collado de Arra; y la clásica pedrera de la cara norte. Nosotros elegimos esta última opción que se coge en la primera colladina de vuelta a la Cima Este.

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El camino no tiene pérdida ya que está bien marcado, comenzando con unas zetas de tierra suelta que van llevándonos hacia la derecha, hasta el pie de las paredes que cierran el Circo Norte. Es ese tramo el más peligroso si hubiera nieve o el terreno estuviera deslizante, ya que pasa justo por encima de unos importantes cortados de roca. Desde aquí podemos ver las paredes verticales de la Torre de la V. Después, la bajada se realiza por una pedrera de roca muy suelta en la que debemos prestar mucha atención a la caída de piedras de otros grupos que puedan estar por arriba, así como a no tirarlas nosotros a otros grupos por debajo.

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Llegados al pie de la cara norte podemos desviarnos a visitar la famosa Sima del Anillo cuya boca en forma de embudo, y una caída de decenas de metros, ha sido el lugar de desafortunados accidentes. Por el formidable agujero se lanzan en vertical las chovas piquigualdas y sobrevuelan los gorriones alpinos, y en las paredes cercanas podemos ver algún treparriscos, con un poco de suerte y paciencia. Y para rematar la jornada podemos acercarnos a la Cascada de Mazobre y refrescarnos en sus frías aguas antes del último tramo de pista que nos llevará hasta el aparcamiento.

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Esta ruta circular supone una completísima actividad de montaña que no nos defraudará.

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Ascensión al Tacul

La ascensión de la cara norte del Mont Blanc de Tacul supone una interesante y fácil ascensión glaciar con una trepadita final a las rocas cimeras. Es perfecta para aclimatarnos pero su accesibilidad no debe hacernos olvidar el terreno en el que nos movemos.

                      Ficha Técnica                                            Mapa de Situación

                   

Aunque hay quien renuncia a tomar el telecabina de la Aguja del Midi y llega al Valle Blanco tras remontar la Mer de Glace, la mayoría de las ascensiones a esta montaña se realizan gracias este remonte. Así, de un plumazo, nos plantamos a 3800 m de altitud a tiro de piedra de este imponente “cuatromil”. Una relativamente fácil ascensión glaciar que se puede hacer en el día y que resulta muy golosa para iniciarnos en este tipo de ascensiones.

La huella hacia el Tacul no siempre va por el itinerario más seguro.

Pero su accesibilidad está provocando estos últimos años un elevado número de accidentes, sobre todo por aludes. Dos meses antes de nuestra ascensión, siete montañeros quedaron sepultados tras desprenderse un enorme serac en la zona alta de la cara norte, y este mismo año otros dos han perdido la vida en circunstancias parecidas.  Otros fatales accidentes se han producido últimamente debido a aludes de placa tras copiosas nevadas. Y es que hay que valorar la peligrosidad de la ruta independientemente de que haya cordadas en ella (casi siempre hay alguna) y valorar también si la huella por la que se asciende es la más segura. La mayoría de las veces la ruta trazada es la más fácil, pero no la más segura.

Hay que valorar la peligrosidad de la ruta entre las numerosas grietas y seracs.

Al margen de ésto, la ascensión es preciosa, empezando por el descenso de la afilada arista que baja de la Aguja del Midi al plató del Valle Blanco. Un comienzo que nos pone en situación. A pesar de que hay quien atraviesa el plató sin cuerda, o conocéis perfectamente las zonas de grietas, o más vale no atravesarlo sin ella.  A nuestra derecha dejamos el refugio de Los Cósmicos, en donde podemos hacer noche para subir más tranquilamente. Aquí es donde pernoctamos si queremos realizar el Mont Blanc por la ruta de los “cuatromiles”.

Afilada arista de bajada al Valle Blanco.

Con un buen “patio” a ambos lados.

Atravesando el gran plató del valle Blanco.

A nuestra derecha dejamos el refugio de Los Cósmicos.

La ruta varía de año en año dependiendo del movimiento de los seracs y de donde se tapen o abran las grietas del glaciar. Normalmente tenemos una primera rampa empinada para sortear las primeras grandes grietas y que a veces se encuentra abarrotada de gente que sube y que baja. Pasada esta primera parte, la pendiente disminuye algo pero se mantiene constante en torno a los 30º y va zigzagueando para evitar las grandes grietas de esta zona intermedia.

Al fondo el triángulo rocoso del Tacul.

Llegando al collado justo antes de las primeras rampas.

En seguida ganamos altura y se abre el Valle de Chamonix a nuestros pies.

Primeras grietas y seracs para llegar a la zona intermedia.

Tras la zona media de la cara norte, la pendiente aumenta a medida que nos acercamos a las grietas de la parte alta. Por aquí debemos valorar las condiciones de los seracs y la nieve, y evaluar la seguridad de la ruta trazada. En ocasiones evita rampas de hielo duro y empinado pero atraviesa por debajo de seracs que no sabemos cuándo se derrumbarán. Es la zona más peligrosa y debemos informarnos bien y saber elegir el camino más seguro. Sea cual sea el camino que elijamos, debemos afrontarlo lo más rápidamente posible.

Al borde de una de esas grietas sin fondo.

Frecuentemente encontramos seracs en equilibrio precario.

Últimas rampas empinadas antes de llegar al hombro.

Paso entre seracs en la parte alta para llegar al hombro.

Llegados al hombro, se abre ante nosotros una gran meseta con una travesía descendente hacia el collado entre el Tacul y el Mont Maudit a nuestra derecha, y otra ascendente hacia nuestra izquierda que se dirige a la arista que separa la vertiente norte de la vertiginosa cara este, con una enorme ceja sobre el couloir Whimper. La huella de la derecha será la que sigamos si nos dirigimos al Maudit por la ruta de los “cuatromiles”, camino del Mont Blanc.

La peligrosa cara nordeste del Maudit con el famoso paso de la rimaya, y el Mont Blanc al fondo.

Viento fuerte llegando al plató por encima del hombro.

Cuidado con los nubarrones en esta zona apropiada para perderse si hay poca visibilidad.

Hacia nuestra izquierda encontramos la arista que lleva a la cumbre.

Siguiendo hacia la izquierda en dirección hacia el sur, nos topamos con las rocas cimeras que trepamos por su lado este, justo por encima del couloir. Una fácil pero expuesta trepadita entre rocas y hielo, nos lleva hasta la cima. Es aquí donde es difícil no encontrarnos con el clásico embotellamiento de los Alpes, con cordadas que suben y que bajan y que hacen que esperemos y desesperemos. Nosotros tuvimos suerte este día de mediados de septiembre y subimos solos!!!

Tramo final con la gran cornisa sobre el couloir Whimper.

Comienzo de la corta y fácil trepada rocosa.

Tramo expuesto al rodear por encima del Whimper.

Álvaro en los últimos metros.

Y Alberto cerrando la cordada.

Y por fin la cima con un tiempo que empeoraba por momentos.

Debemos prestar atención a los cambios bruscos de tiempo en este plató cimero, ya que la nieve y la niebla pueden hacernos perder el camino correcto entre todas las grietas y seracs. Por lo demás, el descenso no tiene truco y desandando nuestra huella volveremos a tener que pasar por esos tramos expuestos lo más rápidamente posible. En definitiva, una ascensión fácil, accesible, bonita pero congestionada y expuesta a los aludes.

Regreso por la arista del Midi, ya con los primeros copos cayendo.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Ascensión al Breithorn

Su ascensión por la ruta normal desde el telecabina del Klein Matterhorn es considerada como una de las más fáciles para acceder a un cuatromil alpino. Y aunque queda descafeinada por este hecho, no deja de ser uno de los picos con mejores vistas de dos de los gigantes que le rodean: el Monte Rosa y el Cervino. Una ascensión muy apropiada para iniciarse y aclimatarse.

Ficha Técnica                                                       Mapa de Situación

                    

El Breithorn  se encuentra en la frontera entre Italia y Suiza y su nombre significa «pico ancho». De hecho tiene tres cimas diferentes que son consideradas montañas independientes por la UIAA: la occidental de 4164 m, la Central de 4160 m y la Oriental de 4140 m. Es muy habitual encadenar la ascensión de las tres en la misma jornada, a través de una  fácil arista algo más afilada que la de ascenso al Occidental por la ruta normal. Fue ascendido por vez primera en 1813 por Maynard, Couttet, Gras y Hérin. Está considerado el más fácil de ascender de los cuatromiles de los Alpes debido al telecabina que nos lleva desde Zermatt hasta los 3.820 m, del Kleine Matterhorn.

Vertiente norte de los Breithorn con el Kleine Matterhorn a la derecha.

Vista de la cara oeste del Breithorn Occidental desde las pistas de esquí.

Reguero de gente atravesando el plató glaciar.

La ruta normal parte de la estación superior del telecabina que llega al Kleine Matterhorn, de la salida a las pistas de esquí en el glaciar. Aunque la ruta es sencilla, debemos tomar todas las precauciones propias del terreno que pisamos y ser conocedores de las técnicas de progresión y de rescate en glaciar. Es imprescindible el uso de arnés, cuerda, material para un posible polipasto, crampones y pìolet. Si no tenemos visibilidad y no hay huella, es muy fácil perderse por esta enorme meseta nevada y debemos tirar de GPS para no acabar perdidos por el glaciar. Lo habitual será seguir el reguero de personas que van hacia la cima.

Alberto y Álvaro con la impresionante pirámide del Cervino detrás. Julio, 2002.

Con José Miguel en las primeras rampas en uno de esos pocos días en los que se puede abrir huella.

Llegando a la arista cimera.

Alcanzando la cumbre.

Avanzamos hacia el sur paralelos a una de las pistas para rodear por el amplio plató la cuenca que se encuentra a nuestra izquierda. El itinerario va dando un gran rodeo hacia nuestra izquierda evitando las grietas y va tomando dirección nordeste. Poco a poco la pendiente  va aumentando y nos topamos con la rimaya que normalmente no presenta ningún problema para pasar. A partir de aquí la ruta se empina hasta unos 30º o 35º y se dirige hacia la izquierda para alcanzar la arista oeste. Desde aquí la ruta gira a la derecha siguiendo la arista poco afilada hasta la cima.

Jonás Cruces de Todovertical llegando a la cumbre.

José Miguel llegando a la cima.

Álvaro y Alberto a 4164 m. Julio 2002..

La amable vertiente sur contrasta con lo abrupto de la cara norte de la montaña y las vistas son impresionantes: hacia el sureste las cimas Central y Oriental, el Castor y el Pólux; hacia el este el Lyskamm y las cimas del macizo del Monte Rosa; hacia el noroeste el Dom; y hacia el este el espectacular Cervino con las aristas Hornli y Furggen recortándose contra el cielo. Incluso, si el día está claro se alcanza a ver el Mont Blanc.

Camino del Breithorn Central.

En la arista de bajada, algo más afilada.

Llegando al collado, con la vertiente norte a nuestros pies.

Podemos descender por la misma ruta de ascenso, pero es mucho más interesante continuar la arista hacia el este en dirección al Breithorn Central. La arista es algo más afilada y enseguida llega al collado entre ambas montañas. Desde aquí podemos ascender hasta la cima Central teniendo precaución con las cornisas que vuelan sobre la cara norte. Más allá es posible llegar a la cima oriental también, pero esta vez por una zona mixta con pasos de tercer grado.

Aspecto de la arista entre los Breithorn.

De regreso hacia el plató con el Central y el Oriental detrás.

El “kleine” y el “gran” Matterhorn.

La vuelta se realiza descendiendo al plató glaciar teniendo precaución con las grietas, hasta toparnos con las pistas de esquí que nos devolverán al Kleine Matterhorn. Una actividad interesante para iniciarnos en la progresión glaciar y en altitud, y aunque su cómodo acceso provocan una masificación exagerada que desvirtúa el encanto de estar en la montaña, hay que reconocer que sus vistas son espectaculares.

Con Jonás Cruces (Todovertical) y Luis Basarrate. Que buenos ratos…

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Ascensión al Gran Paradiso

El Gran Paradiso es, pese a ser uno de los “cuatromiles” más visitados de los Alpes, una de las montañas que mejores sensaciones proporcionan cuando la escalas, ya que  no tenemos remontes que nos faciliten la ascensión desde el valle. Su trepada final pone la guinda a esta interesante actividad.

               Ficha Técnica                                                  Mapa de Situación

                    

Situada dentro del Parque Nacional del Gran Paradiso, es la única montaña enteramente italiana de más de cuatromil metros, justo al otro lado de la frontera con Francia y pegada al Parque Nacional de la Vanoise. Fue escalada por primera vez en septiembre de 1860 por Cowell, Dundas, Payot y Tiaras y su ascensión por la ruta normal está clasificada como Fácil. Es habitual aclimatarse en esta montaña para afrontar el vecino Mont Blanc.

La cara norte del Gran Paradiso y el glaciar de Laveciau.

Su ruta normal comienza en Pont, al fondo del Valle de Valsavarenche en donde termina la carretera a una altitud de unos 1950 m  en donde se localiza un aparcamiento, camping, restaurante  y puesto de información. Lo habitual es hacer la ascensión en dos etapas, pernoctando en el Refugio Vittorio Emanuele II que se encuentra a 2735 m y en el que tendréis que reservar plaza con suficiente antelación.

El valle de Valsavarenche desde Pont, comienzo de la ascensión.

Saliendo del bosque en uno de tantos zigzags.

La primera jornada afronta un desnivel de algo más de 750 m y el camino está bien marcado. En un principio el camino discurre de manera cómoda paralelo al río principal para después remontar hacia la izquierda y ganar altitud rápidamente zigzagueando por la ladera boscosa. Abandonamos el límite del bosque y pronto alcanzamos el refugio: grande, cómodo y muy acogedor. Buena cena, dormir lo que se pueda y a madrugar.

El Refugio Vittorio Emanuele II a 2735 m.

El monte Ciarforom de 3642 m desde el refugio.

No es necesario salir demasiado pronto del refugio, así que en torno a las 04 ó 05 conviene levantarse y desayunar. La primera parte no suele tener nieve (en verano) y ascendemos por pastizales y canchales. Existen dos opciones en esta ruta normal: la más habitual sigue por el mismo valle por el que estamos ascendiendo hasta el glaciar que baja de la cima; otra sube al espolón rocoso que cierra este valle a nuestra izquierda y se introduce en el glaciar que desciende más hacia el norte. Las dos rutas se unen más arriba y cada una tiene su atractivo particular.

Con Manuel, encordándonos para entrar en el glaciar Laveciau.

Hilera habitual en esta montaña.

La primera opción tiene una zona  empinada justo a la entrada al glaciar del Gran Paradiso y continúa por él en dirección ascendente sin dar muchas vueltas ya que hay pocas grietas. Vamos ganando altitud y nos encaminamos hacia una dorsal de nieve a la izquierda del valle. Justo en la zona superior de esta dorsal enlazamos con la otra opción de la ruta normal.

Remontando las primeras palas del glaciar del Gran Paradiso.

Llegando al hombro en donde se unen las dos rutas descritas.

Sobre la dorsal que separa el glaciar Laveciau a la derecha y el del Gran Paradiso a la izquierda.

La ruta normal por el glaciar del Gran Paradiso.

La segunda opción, una vez subido el espolón rocoso, da acceso a la lengua del glaciar de Laveciau, justo por encima de un caos de grietas y seracs. Aunque el glaciar aquí es menos pendiente, en esta zona se abren muchas más grietas y tenemos que rodearlas continuamente. Más allá, el glaciar se empina y debemos ascender hacia la derecha para alcanzar el mismo hombro glaciar al que asciende la ruta anterior.

Entrando en el agrietado glaciar de Laveciau.

Rodeando una de tantas grietas de este glaciar.

Manuel con el impresionante caos de grietas y seracs del glaciar Laveciau.

Ruta normal por el glaciar Laveciau. En el collado se une con la otra ruta.

A partir de aquí la ruta es única y tras rodear unos seracs que dejamos a nuestra izquierda, vamos aproximándonos a las paredes que flanquean el glaciar a nuestra derecha, describiendo una amplia curva ascendente en dirección a la cresta cimera. La cresta rocosa es sencilla pero en sus últimos metros se pasa a la cara sureste que se precipita abruptamente. La travesía de estos bloques cimeros es fácil pero expuesta, por lo que hay colocados seguros con los que proteger el paso. El cruce de cordadas en este punto es el que produce los embotellamientos y las aglomeraciones, que en ocasiones hacen que algunos se den la vuelta helados de frío y cansados de esperar.

Evitando los seracs justo cuando se unen las dos rutas.

A partir de aquí ya podemos ver la cima del Gran Paradiso.

Arrimándonos a los gendarmes que cierran el glaciar.

Y pasada la rimaya nos queda la cresta rocosa que en principio se afronta por el lado oeste.

La cima es un bloque con una virgencita en él, pero debido a la masificación, normalmente no hay tiempo de saborearla y debemos dejar paso a otros. En total habremos empleado en torno a las 5 horas desde el refugio y el descenso es cómodo y rápido, por lo que normalmente recogeremos nuestras pertenencias del refugio y bajaremos directamente al valle.

Aquí nos pasamos al lado sureste de la cresta, con un buen patio.

En este fácil pero expuesto tramo hay anclajes para asegurar el paso.

Y la virgencita de la cumbre a 4061 m con la gente de Todovertical .

En definitiva, una preciosa ascensión en la que alcanzamos los 4061 m por nuestros propios medios, sin uso de remontes. Si además, no encontramos aglomeraciones en la cima (cosa difícil), una ascensión perfecta.

Texto y fotos: Manuel No, Jonás Cruces y Luis Pantoja

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Ascensión al Tryo Glavaya

El Campo Base del glaciar Inylchek Sur se encuentra en una de sus morrenas laterales, justo en la falda del Tryo-Glavaya de 5504 m. Después del treking para llegar hasta aquí, había que intentar ascender a su cima norte.

                       Ficha Técnica                                                                   Mapa de Situación

                          

Una vez que decidimos separarnos para intentar las dos cimas que nos parecían asequibles desde este Campo Base, el Pesni-Abay y el Tryo-Glavaya, y con la escasa información que habíamos recopilado, Álvaro, Alberto y yo preparamos el material. Esa tarde decidimos reconocer al camino por el glaciar hasta el comienzo de la ascensión, e incluso remontamos los primeros metros para precisar la dificultad de la ruta. Esta cara noroeste es glaciar en su totalidad y aunque sus rampas no parecían superar los 50º nos inquietaba el no tener claro lo que nos íbamos a encontrar.

El Tryo Glavaya Norte.

Ya de madrugada remontamos algo el glaciar y enfrentamos las primeras rampas con los frontales. La nieve estaba podrida y rehelada, haciendo que tuviéramos que asegurarnos en los tramos expuestos. Tras estas primeras rampas, el itinerario remonta sobre los cortados de la cara norte por lo que hay que extremar las precauciones. La continua pendiente de entre 45º y 55º está tan helada que los crampones apenas penetran en ella. Progresamos más despacio de lo que querríamos.

Mucho frío saliendo a las 3 de la madrugada del CB.

Primeras rampas y primeras luces.

La continua pendiente no permite ningún descuido.

Un balcón perfecto al Inylchek Sur.

Pasada esta expuesta zona, la pendiente gira sobre la cara noroeste y disminuye su inclinación, pero ahora el peligro son los puentes de nieve blanda sobre las grietas. Llevamos 6 horas de escalada y es ahora, desde la perspectiva que nos proporcionan los 5000 m a los que hemos llegado, cuando nos damos cuenta de las verdaderas dimensiones de este lugar. Los gigantescos bastiones de 7000 m que protegen este caudal de hielo hasta su fusión a más de 60 km, se pierden en la neblina de la mañana y nos abstraen momentáneamente en este hombro al que hemos llegado.

En la parte superior, la pendiente vuelve a empinarse.

La nieve rehelada se trasforma rápidamente con el sol.

A pesar de que los últimos cien metros de rampas que conducen a la cima se elevan frente a nosotros, decidimos retirarnos prudentemente, ya que el Sol comienza a debilitar los puentes sobre las numerosas grietas que nos esperan más abajo.

Con el Khan Tengri al fondo.

Desde aquí podemos adivinar parte del treking por el glaciar.

Y en este rellano por encima de los 5000 m, justo antes de la última rampa, decidimos bajarnos.

Así pudimos comprobarlo después, cuando Álvaro se coló hasta las axilas, quedando sujeto del piolet y la cuerda. Tras otras seis horas más, llegamos al campo base cansados pero enormemente satisfechos.

Delicado descenso en algunos tramos.

Con la nieve blanda tras el susto en la grieta.

De vuelta en el CB con el Tryo Glavaya al fondo.

A pesar de la nerviosa mirada que echamos al helicóptero destrozado que se encuentra en una grieta del glaciar junto al campo base, esperamos impacientemente el regreso sobrevolando el itinerario de venida. Nos despedimos del Guía y los porteadores y, en medio del estruendo de las hélices, nos elevamos mientras recorríamos con la mirada nuestras huellas del día anterior por el Tryo-Glavaya y el Pesni-Abay.

El helicóptero que nos llevará de regreso.

Nos despedimos del Inylchek remontando collados de más de 5000 m.

Sobrevolando en unos minutos todas esas montañas que tantos días nos llevó atravesar.

La grandiosidad del Inylchek se extiende bajo nosotros, ya no como un caos de hielo y rocas, sino como un conjunto ordenado de lenguas glaciares que se van agrupando en una sola, y en el que sus morrenas paralelas marcan el camino a seguir entre las enormes montañas que lo enmarcan. Cuando el piloto cambia de dirección para atravesar la cordillera, el espectáculo al pasar entre los contrafuertes de hielo, nos hace sacar la cabeza, literalmente, por las ventanillas. Después otro valle glaciar y más montañas, y tras éstos, los extensos prados y bosques hasta el Issik-Kul que te devuelven, con mucha pena, a la civilización.

Y por fin una buena cerveza fresquita.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Ascensión al Pesni-Abay

Tras nueve días de marcha por el glaciar Inylchek llegamos hasta el Campo Base del Khan-Tengri y la ascensión al Pesni-Abay de 4901 m podría poner la guinda a este impresionante treking.

                      Ficha Técnica                                                                Mapa de Situación

                       

Una vez que llegamos al Campo Base del Khan-Tengri, nos tomamos un día de descanso para reponernos y disfrutar de las vistas de este lugar increíble. También aprovechamos para realizar algunas prácticas de escalada entre los seracs del glaciar y  preparar el material para ascender a alguno de los picos que rodean el campamento. Sólo disponemos de un día de margen, ya que el regreso a la civilización se hace en helicóptero y éste sólo vuela en determinados días y cuando el tiempo lo permite. Perderlo puede suponer una espera de varios días más.

Practicando en el glaciar Inylchek.

Con el Khan Tengri al fondo.

Decidir que ascensión realizaríamos al día siguiente no fue fácil. La información que se tiene sobre las posibles ascensiones y los datos técnicos es escasa, e incluso por parte del personal que atiende el campamento. Así que después de proponer los diferentes puntos de vista, decidimos separamos en dos grupos: uno irá a escalar el Pesni-Abay y otro una montaña del macizo del Tryo-Glavaya de la que no hemos averiguado ni siquiera el nombre.

El Chapaeva y el Khan Tengri.

De madrugada Pablo, Pepe y Roman deshacen parte del camino de días anteriores para después atravesar nuevamente el glaciar Inylchek y dirigirse al la cara sureste del Pesni. En esta época es posible ascender la mayor parte del pico sin pisar la nieve, por unas incómodas pedreras que remontan buena parte de la ladera. A medida que ganamos altura, el paisaje cobra fuerza y disfrutas de un panorama soberbio sobre los hielos del glaciar. Hacia el sur te topas con la complejidad del murallón de la cara norte del pico Pobeda de 7439 m, que dicen ser tan difícil como un ochomil. Hacia el norte destacan las perfectas líneas doradas del Khan Tengri de 7010 m.

Camino del Pesni a través del glaciar.

Primeras rampas del Pesni.

El pico Pobeda al fondo.

Ya en la parte superior llegamos a la nieve y la pendiente se empina. En los últimos metros aparecen las dificultades en forma de un penacho glaciar como una aguja que vuela sobre el vacío de 1000 m de la cara Norte. Bien asegurado por Pepe y Roman, Pablo consigue encaramarse a lo más alto de esta afilada cima, proporcionándoles  la impresionante panorámica de estos glaciares perdiéndose en la bruma de la lejanía.

Román cerca ya de la cumbre

Pablo en los últimos metros.

Cima del Pesni Abay.

No hay tiempo que perder y es que la ruta es larga y las horas de luz no se pueden estirar. Intentar orientarse de noche entre las grietas del glaciar no es algo que apetezca demasiado, así que acelerando todo lo que las piernas te permiten, descendemos lo más rápido que podemos y con las últimas luces conseguimos llegar al Campo Base. Al día siguiente viene el helicóptero a recogernos y éste no espera.

Por fin de vuelta en el Campo Base.

Texto: Luis Pantoja; Fotos: Pepe y Pablo Fernández

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: Alpinismo, MONTAÑA

Trekking del glaciar Inylchek

El Inylchek es con sus casi 60 km, uno de los glaciares más largos de Asia. Rodeada de montañas de hasta 7000 metros, se encuentra en el corazón de las “Montañas Celestiales” del Tien-Shan. Recorrer sus hielos hasta las montañas en donde nace, es uno de los trekkings más impresionantes de Kyrgyzstan.

                    Ficha Técnica                                                  Mapa de Situación

                   

Kyrgyzstan es un sugerente país en mitad de la Ruta de la Seda, mezcla entre Oriente y Occidente, Islamismo y Cristianismo, tradición Kirguiz y decadencia soviética. Con una extensión la mitad que España y una población de cinco millones de habitantes, sus grandes cordilleras montañosas se encuentran casi despobladas de no ser por las familias nómadas que aún existen. Sus “Yurtas” (cabañas de estructura de madera recubiertas de fieltros de lana) son el signo de identidad de las distintas tribus kyrgyzes, y símbolo para su bandera.

Mezquita de Karakol.

Típica Yurta Kyrgyz.

Bishkek, su capital, es el típico ejemplo de ciudad soviética sin ninguna personalidad propia, pero es el mejor lugar para realizar los preparativos y las compras necesarias para la montaña. Si su arquitectura  es gris, sus alrededores son verdes y luminosos. Nada más llegar nos sorprende la cercanía de las montañas de la cordillera de Kirguiz-Alatau, rozando algunas de ellas los 5000 m.

La torre Burana de los tiempos de Gengis Khan con el Tien Shan al fondo.

Camino de las montañas rodeamos las orillas del lago Issik-Kul, con su profundo verde esmeralda engarzado entre el plateado de las cordilleras del Kunguei-Alatau al norte y la del Tien-Shan al sur. Este mar interior tiene 160 km de largo y 70 km de ancho, con una profundidad que alcanza los 700 m, y a pesar de encontrarse a 1600 m de altitud, nunca se congela debido a su ligera salinidad y a las corrientes termales que recibe.

Un baño en las playas del Issik-Kul.

Desde Karakol a la orilla del Issik-kul, en camión todo-terreno, nos adentramos por una sinuosa pista de montaña hacia el corazón del Tien-Shan. Atravesamos el “Ashu-Pass” (3830 m), en donde la visión de los restos de otro camión como éste,  al fondo del barranco, no es nada tranquilizadora. Tras 160 km eternos llegamos al desolado puesto policial de Echkilitash, donde comienza el trekking.

Paisaje alpino antes de adentrarnos en el Tien Shan.

En el Ashu-Pass (3830 m).

Puesto fronterizo de Echkilitash, donde comienza el trekking.

Acampamos a 3000 m a orillas del río Tjuz, rodeados por vastas extensiones de verdes  prados de montaña salpicados de flores, y en el horizonte el blanco de los lejanos glaciares hacia donde vamos. A medida que remontamos el río, las praderas van quedando atrás, y los pedregales se adueñan del paisaje. Acostumbrados al gentío de Europa, nos sorprende la inmensidad y desolación de este lugar en el que no hemos visto ni una sola aldea. Sólo las huellas, los esqueletos o las cornamentas delatan la invisible presencia del águila, del lobo, del oso, del esquivo leopardo de las nieve, o del “marco-polo” (enorme especie de muflón).

Primer día remontando el río Tjuz.

Edelweiss por todas partes.

Campamento camino del Tjuz Pass.

Entre los innumerables glaciares que nos rodean, ascendemos al Tjuz-Pass (4001 m), que da acceso al valle del Inylchek. Desde aquí vemos el pico Nansen (5700 m) frente a nosotros, depositando sus lenguas de hielo en el fondo de este inmenso valle. La tormenta nos acompaña hasta la morrena final del glaciar Inylchek en donde acampamos. A partir de aquí remontaremos los 60 km de este caótico glaciar, de más de  3 km de anchura en algunos tramos, hasta su nacimiento en las faldas del pico Pobeda (7439 m) y del Khan-Tengri (7010 m). De estos dos picos parten dos cadenas montañosas que lo flanquean en toda su longitud, y que están formadas por cientos de montañas de más de 5000 m, muchas sin nombre y aún por escalar.

Hacia el Tjuz Pass (4001 m).

El impresionante pico Nansen (5700 m).

Descenso de 1000 m al valle del Inylchek.

Llevamos ya dos días remontando el glaciar, y el sencillo itinerario que aparecía en el mapa, es realmente agotador debido a sus continuas subidas y bajadas por las olas de este inmenso mar de hielo. En la confluencia de los glaciares Inylchek Norte y Sur, se encuentran los misteriosos lagos Merzbacker. Son dos inmensos lagos sobre el glaciar, que ocupan toda la anchura del valle desde una ladera hasta la otra y que, a través de unas grutas en el hielo, desaguan a más de 20 km valle abajo de forma súbita (en menos de tres días), al final del verano.

Primeros kilómetros por el glaciar Inylchek.

Último campamento en “seco” cerca de los lagos Merzbacker.

Avanzando por las morrenas del glaciar.

A medida que avanzamos nuevos glaciares se incorporan al principal y descubrimos otros valles con muchas más montañas, cada vez más altas, algunas ya fronterizas con China o Kazajstán. La mayoría de ellas no tienen nombre, o si lo tienen son tan curiosos como “Cuarenta años de Kyrgyz Soviético”. Tras rodear el pico Dikiy, aparece el impresionante Pobeda que nos recibe con un atronador alud que arrasa los más de 3000 m de su pared norte.

En la confluencia de los glaciares Inylchek Norte y Sur.

Lagos Merzbacker desde el helicóptero que nos llevó de vuelta.

Tras otros dos días llegamos al pie de las montañas que alimentan este glaciar, dominadas por la perfecta pirámide del Khan-Tengri, sin duda una de las montañas más bellas del mundo. Desde el campo base de esta montaña contemplamos los últimos rayos de la tarde proyectando las aristas del pico contra las nubes, en un juego de luces y sombras que las elevan más allá de su cima, justificando así el sobrenombre de “Montañas Celestiales“.

Algunas morrenas son como autopistas por el glaciar.

Cruzando uno de los torrentes del glaciar.

Muy cerca ya del Campo Base del Inylchek Sur.

Bajo el espolón rocoso se asienta el Campo Base, en el glaciar.

Es en este Campo Base donde aterrizan los helicópteros que traen a quienes van a escalar esta montaña. Y son precisamente estos mismos helicópteros los que recogen a los grupos de treking para devolverlos a la civilización en un espectacular vuelo que atraviesa estas cordilleras.

Por fín el confort del Campo Base.

Helicóptero ruso, más parecido a un autobus con hélices.

Khan-Tengri, una de las montañas más bellas del mundo.

Es entonces cuando remontando los collados de más de 5000 metros entre estas gigantescas montañas, te hacen sentir lo diminutos que somos frente a ellas. Pero aunque el treking termina aquí, nosotros nos quedamos unos días más con la intención de escalar alguna de las montañas cercanas…

Gracias a todo el grupo de Ak-Sai travel (www.ak-sai.com ), que hizo posible este inolvidable trekking.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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