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Volcán Arenal: naturaleza de Costa Rica
Escuchar las explosiones del volcán Arenal mientras lanza rocas incandescentes del tamaño de una casa rodando ladera abajo, es algo que impresiona. Este era el objetivo de este viaje por la naturaleza de Costa Rica.
Me imagino que como a todos los que nos gustan las montañas, ver una de ellas abriéndose y expulsando fuego es algo que nos ha llamado poderosamente la atención. Curiosamente, algunas de esas cimas tan frías que se elevan a miles de metros sobre el mar y que en ocasiones hemos pisado, se originaron por el bestial calor del interior de la tierra. Esa enorme energía capaz de originar montañas o de convertirlas en cenizas, es la que nos ha atraído a este lugar de América central.
El crater del Arenal en actividad casi permanente.
Desde las playas de Tortuguero en el Atlántico atravesamos Costa Rica ascendiendo hasta las faldas del volcán Arenal, para después llegar hasta el golfo del Papagayo en el Pacífico. Contemplar a las tortugas desovando en la playa, o el estruendo del volcán expulsando rocas incandescentes, o la aleta de una ballena saliendo del mar es “pura vida”, como dicen ellos continuamente.
Embarcando hacia Tortuguero en Caño Blanco.
Tortuguero en un brazo de tierra entre el mar y el río.
El pueblo de Tortuguero está comprometido con la conservación del medio.
Las tortugas son su principal fuente de ingresos, junto con la pesca.
Empezamos nuestro viaje en la costa este de Costa Rica, en el océano Atlántico, en uno de los Parques Nacionales más emblemáticos de este país: Tortuguero. Esta reserva de bosque húmedo está surcada por el río Tortuguero que serpentea hasta su desembocadura en el mar Caribe, creando una maraña de canales y lagunas en donde la naturaleza es la protagonista. Desde Caño Blanco y navegando hora y media por el río, llegamos al pueblo de Tortuguero asentado en un brazo de tierra firme entre el agua del mar y la del río.
Tucán arco iris.
Caimán americano.
Anhinga secándose al sol.
Desde este pueblo, la mejor forma de recorrer la reserva es en canoa con algún guía local que nos contará la historia del lugar, sus costumbres y tradiciones, y nos descubrirá su exuberante flora y fauna. Con él podremos observar fácilmente caimanes, cocodrilos, monos, basiliscos, tucanes, aningas, espátulas, garzas, …..
Garza gris.
Basilisco bien camuflado.
Garza goliath.
Una de las muchas especies de lagarto de la zona.
Aquí han vivido siempre de la Tortuga: antes cazándola para comer y exportar sus caparazones; y ahora cuidándolas y llevando a los turistas a observarlas en sus puestas. Durante unos pocos meses al año, estos animales regresan a las playas en las que nacieron para depositar sus huevos en unos nidos excavados en la arena por ellas mismas. Su observación está estrictamente regulada para no espantarlas y que sigan reproduciéndose aquí. Es sobre todo en las noches de luna llena cuando salen del mar y recorren lenta y pesadamente la playa hasta el lugar en el que excavan el nido. Después entran en trance y depositan los huevos que finalmente entierran.
Playa de Tortuguero en el mar Caribe.
Huellas del paso de una tortuga.
Tortuga verde volviendo al mar de madrugada.
Desde el Caribe, atravesamos hacia el oeste adentrándonos en la cordillera central cuya máxima altitud es el Cerro Chirripó de 3819 m. Toda la cordillera está plagada de volcanes cubiertos por un denso bosque tropical húmedo, en donde se encuentran numerosas reservas y parques nacionales. Las lluvias son muy abundantes y los ríos rápidos y caudalosos, perfectos para hacer rafting o descenso de cañones. Los aficionados a la ornitología tienen aquí un verdadero paraíso con numerosas especies de colibríes.
El volcán Poas. Foto: Alberto Dorda.
Entre las iguanas y los volcanes, el ambiente es jurásico.
Uno de los abundantes lagartos.
Colibrí.
El pueblo de La Fortuna está dominado por el volcán Arenal de 1670 m, que está en actividad permanente. Su columna de gases y sus explosiones nos lo recuerdan constantemente. Las excursiones por las faldas del volcán están permitidas pero sólo por ciertos itinerarios que resultan seguros ante posibles desprendimientos o explosiones más fuertes de lo habitual. Existen muchas fuentes termales, algunas aprovechadas turísticamente con instalaciones y restaurantes alrededor, pero también hay otras sin alterar a las que acuden las gentes de la zona. ¡¡Bañarse en un río a 35ºC mientras te cae la lluvia fresca en la cabeza es de lo más relajan!!
El volcán Arenal desde La Fortuna.
Nube de vapor que sale de este río de aguas termales.
De excursión por las faldas del volcán.
Pero sin duda, lo que hace verdaderamente especial el lugar es acercarse por la noche a las faldas del volcán a escuchar las explosiones y observar las rocas incandescentes rodando ladera abajo. Esta manifestación de la fuerza de la naturaleza es todo un espectáculo que impresiona y que no se olvida jamás.
El paso en algunas zonas está prohibido.
Rocas incandescentes rodando ladera abajo.
Por la noche es cuando más impresiona el rugido del volcán y las coladas incandescentes.
Para rematar el viaje, terminamos unos días en el golfo de papagayo, lugar bastante turístico, en el que es mejor abandonar los resorts y perderse por los pueblos cercanos. Uno de los mayores atractivos es realizar una excursión en barco para observar cetáceos. Con un poco de suerte podréis contemplar hasta ballenas sacando sus aletas del mar. En ocasiones se acercan tanto a la costa como para verlas desde ella, como nos ocurrió a nosotros una de las últimas tardes, justo antes de que el sol se pusiera tras el horizonte del océano Pacífico.
Golfo de Papagayo, en el Pacífico.
Barco de pesca atiborrado de aves gorronas.
Pelícano en el golfo de Papagayo.
¡¡Pura vida!!
Texto e imágenes: equipo RECmountain