La gran nevada de 1996 (II/II)
En esta segunda parte sobre las grandiosas nevadas de enero de 1996 os mostraremos todas las imágenes que hemos podido encontrar sobre el aspecto que adquirió la Sierra de Gredos durante estos días de intensa precipitación. En los pueblos del sur de Ávila se recuerda con un sabor un tanto amargo, ya que las duras condiciones meteorológicas dejaron atrapados no sólo a sus habitantes, sino a muchas cabezas de ganado. Un gran número de ellas no pudo sobrevivir a este temporal. Como ya anunciamos en la primera parte, también abordaremos otro asunto, y es que en marzo del 2014 hubo un episodio de grandes precipitaciones en el Sistema Central en el que se superó el récord de precipitación del Puerto de Navacerrada (en el Puerto de Cotos y Rascafría), con notables diferencias (no todo lo que cayó fue nieve).
Como ya dijimos, la «nevada del 96″ fue un episodio en el que se batieron récords de precipitación en algunos puntos del Sistema Central (precipitación diaria y mensual en el Puerto de Navacerrada) y que se recuerda como la última gran nevada sucedida en las montañas de la zona centro. Fue un periodo corto (unos 8 – 10 días) pero muy intenso, muy húmedo y no especialmente frío. Las acumulaciones de nieve en ventisqueros y bosques fueron inusualmente grandes y el humedecimiento y rehielo contínuos dotaron al manto nivoso de una densidad elevada. Todo ello supuso una serie de consecuencias que dificultaron el desarrollo de las actividades en los pueblos de la zona y la vida de muchos seres vivos.
En La Galana registraron estos datos de precipitación correspondientes al mes de enero. En 11 días la precipitación total fue de casi 300 litros por metro cuadrado. (Gráfico: Restaurante La Galana)
El comienzo del temporal fue brusco porque uno de los días de mayor precipitación fue el primero (21 de enero). Esto hizo que a muchos ganaderos y trabajadores del campo y la montaña les pillara por sorpresa. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Algunos animales tuvieron suerte de poder quedarse a salvo de lo que se les estaba viniendo encima… (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
…y no nos referimos a ningún derrumbe de los muchos que hubo en algunos edificios. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Los muros de nieve que quedaban a los lados de la carretera nos recuerdan a los de los puertos de montaña de Guadarrama. La diferencia es que Hoyos del Espino está a 1484 metros. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Así se encontraban las calles de Hoyos del Espino. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Y así las terrazas de las casas. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Nieve con aspecto de humedad. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
En cada ramita, una bola de nieve. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Otra calle en Hoyos del Espino. (Foto: Roberto Muñoz / Restaurante La Bodeguilla).
Carreteras de un carril en toda la comarca. (Foto: Archivo Restaurante La Galana / Restaurante La Galana).
Parador Nacional de Gredos. (Foto: Archivo Restaurante La Galana / Restaurante La Galana).
El paisaje diario se había convertido en un lugar que parecía nuevo. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
El trazado que vemos pertenece a la carretera que sube a la plataforma, a la altura de la fuente de La Carmencita. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Nos imaginamos la intensidad de la ventisca al ver los troncos de los pinos completamente blancos. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Para muchos habitantes de la zona, el recuerdo de la nevada tiene una mezcla de nostalgía y tristeza. Fueron días duros. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Tras días y días buscando, algunos pudieron rescatar a algunos de sus animales. Otros murieron por falta de alimento. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Avanzar para ellos no era tarea fácil con estas condiciones. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Pero algunos pudieron poner rumbo a lugares más seguros. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
La limpieza de las carreteras y pueblos en Gredos fue más lenta que en Madrid. La carretera que sube a la Plataforma no estuvo abierta hasta unas cuantas semanas después. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
La imagen de esta pradera es muy representativa de la situación: la temperatura estaba situada en el límite y frente a los grandes espesores tenemos zonas sin nieve, como estas turberas en las cuales el calor del agua en el suelo no permitía que nada de lo que estaba cayendo cuajase. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Hoyos del Espino: las calles a reventar de nieve y por ellas el ganado desplazándose de lugar. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Mismo lugar, ya con sol. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Al fondo del pueblo podemos apreciar las lisas laderas de La Mira. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Mirando más a la derecha, el Circo y el imponente Cervunal. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Poco a poco a los pueblos fueron llegando las buenas condiciones… (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
…y con ellas, algunas cabras que se acercaban al calor de las zonas rurales. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com.
A medida que avanzamos hacia la Plataforma de Gredos, el terreno se va alisando. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Los esfuerzos de muchas personas por salvar a los animales dieron sus frutos. (Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com).
Foto: archivo Gredos a Caballo, gredosacaballo.com.
Amanece en Hoyos del Espino. Los encargados del Refugio ya barruntaron el temporal la semana anterior y se dieron media vuelta antes de ir a abrirlo durante el fin de semana. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Uno de los primeros días de cielo despejado sobre el Almanzor. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
La cosa desde lejos ya pintaba «blanca» desde el Morezón hasta la Cabeza Nevada. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Salimos de las calles de los pueblos y nos vamos acercando a la montaña. (Foto: Archivo Restaurante La Galana / Restaurante La Galana).
Foto: Oscar Morales / Refugio Elola.
Bonito aspecto de las praderas subiendo hacia la Plataforma… (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
…y de la nieve sobre los árboles. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Paisaje de aspecto siberiano en mitad de la Península. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Con los caballos ya en casa, los guardas del refugio se calzaron las tablas para inspeccionar el estado del edificio y de la zona. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
La carretera permaneció cerrada durante semanas a partir del km 9. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Imponente cabra montés a uno de los lados de la carretera. A esta altura los muros y las vallas comenzaban a desaparecer. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Pala a la mochila y a foquear. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
La quitanieves llegó hasta este punto. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Avanzando por el trazado de la carretera. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Ascendiendo hacia el Prado de las Pozas. Los ventisqueros, las dunas y las cornisas habían dado un nuevo aspecto al terreno. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
La mayor parte de las acumulaciones se encontraba en las orientaciones N – NE. A sotavento no había rocas ni había ríos, tan sólo dunas, ventisqueros y llanuras blancas. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Dejando atrás el Prado de las Pozas de camino al Morezón. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Navasomera a reventar de nieve, el mar de nubes 2.000 metros más abajo y al fondo los Montes de Toledo. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Imponentes vistas hacia La Mira. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Síntomas visibles del fuerte viento durante la nevada: ventisqueros descomunales, rocas al descubierto y una gruesa capa de cencellada. No hace falta decir la cantidad de metros de nieve que podía haber en algunos puntos, como la loma que estamos viendo delante de La Mira. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Cima del Morezón y los Riscos del Francés, cargados hasta los topes. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Riscos del Francés. ¿Quién diría que no estamos en Alaska? (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Esta es una de las muy pocas fotografías en las que hemos podido encontrar restos de aludes (en la zona derecha de la sombra). A pesar de las enormes acumulaciones de nieve y la humedad, no se dieron condiciones de gran peligro de aludes, ya que los cambios de temperatura que hicieron que el manto se fuese compactando permitieron que éste se asentara bastante bien.
El Casquerazo, los Tres Hermanitos, el Risco del Enano… (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
…y el Circo de Gredos. Este es el resultado después de una sola nevada. Las acumulaciones en las cuencas de los ríos y en los ventisqueros de orientación norte nos llaman especialmente la atención. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Ya de paso, los guardas del refugio y amigos se hicieron una esquiada inolvidable por las palas del Morezón. Los pequeños tubitos que desembocan en la pala de la foto estaban prácticamente rellenos. Para ubicarnos, la foto está hecha en las amplias palas que hay encima de la Canal de la Mina, mirando hacia la cima del Morezón. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Canal de La Pluma y Cerro de Los Huertos. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Los Tres Hermanitos y el Casquerazo. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
El Perro que Fuma (con el cigarrillo apagado) y el Casquerazo. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Estado del refugio Elola tras el temporal de nieve de 1996: enterrado hasta el segundo piso y con ventisqueros que por poco llegaron al tejado. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Suerte que trajeron las palas. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Almanzor. Se ve otra avalancha de dimensiones medias en la Portilla Bermeja. (Foto: Oscar Morales / Refugio Elola).
Estado de la Plataforma de Gredos al cabo de unos cuantos días más. (Foto: Javier Urbón).
La luna sobre la Portilla Bermeja y el Almanzor. (Foto: Javier Urbón).
La cascada del Escudo. (Foto: Javier Urbón).
Sol y mucha nieve, días de disfrute. (Foto: Javier Urbón).
Los Tres Hermanitos. (Foto: Javier Urbón).
Poco a poco la cencellada se fue derritiendo, dejando a la vista el verdadero espesor acumulado. (Foto: Javier Urbón).
Ventisquero hasta la chimenea del refugio Victory de Galayos. (Foto: Javier Urbón).
Varios metros de nieve acumulados en los tubos de Galayos. (Foto: Javier Urbón).
Por el aspecto del manto nivoso podemos comprobar que ya el proceso de deshielo estaba bastante avanzado. (Foto: Javier Urbón).
Cuchillar de Galayos. (Foto: Javier Urbón).
No soy capaz de reconocer este lugar. (Foto: foro de Nevasport).
(Foto: foro de Nevasport).
Esta foto que nos mostró nuestro amigo Vidal Riojal de ¡¡¡¡Montañas… A Esgalla!!! corresponde a la ascensión al Curavacas por el corredor Fraga el 5 de mayo de 1996. Todavía la cascada estaba formada. No tenemos ninguna foto de enero-febrero, pero según nos ha contado el autor, esta montaña palentina parecía un auténtico merengue blanco, sin ninguna piedra al descubierto. También las montañas del norte adquirieron un aspecto que hace años que no tenían. (Foto: Tente Lagunilla).
¿Cuándo habrá otro 96?
Al ver estos dos reportajes muchos nos preguntamos si existirá otro 96 en el Sistema Central en los próximos años. Se tienen que juntar muchos factores, lo cual reduce las probabilidades. También hay que añadir la tendencia actual, la cual no es demasiado esperanzadora… aun así, alguna vez hemos estado relativamente cerca. De hecho, el récord de precipitación en 24 horas en el Puerto de Navacerrada descrito en la primera parte fue superado este mismo año, en 2014, en un lugar muy cercano, y es que el día 1 de marzo en el Puerto de Cotos se contabilizaron 173 litros/m2, el mayor valor registrado hasta la fecha. Bajando el Valle en Rascafría se registraron 179 l/m2. Aunque la situación atmosférica fue distinta a la sucedida en 1996, lo cierto es que las temperaturas fueron tan solo un par de grados centígrados superiores a lo que habría sido necesario para que en las montañas esta ingente cantidad de precipitación hubiera sido de nieve. Pero no fue así:
De igual manera a como ocurrió en enero de 1996, se produjo un aporte de vientos húmedos y cálidos del suroeste en capas bajas que al elevarse encontró en altura una masa de aire no tan fría como en aquella ocasión. Esto provocó que la cota de nieve fuera subiendo hasta situarse por encima del relieve por lo que la mayoría de precipitación acabó siendo de agua.
Además, esta vez la perturbación no se quedó estancada al oeste peninsular, si no que se fue desplazando hacia el Mediterráneo a gran velocidad por lo que el periodo de lluvias fuertes pasó rápidamente.
A pesar de ello, la gran cantidad de agua caída (y algo de nieve), sumada al acelerado derretimiento de la nieve que había en cotas altas, produjo algunas pequeñas inundaciones en los valles. La curva que se ve en la panorámica es la que se sitúa en la cota 1700 de la carretera que sube a Cotos desde Rascafría. (Foto: Kaiku @kaikuland).
El espesor de nieve era considerable en todo el Sistema Central debido a un invierno con sucesivos pasos de borrascas, algunas muy profundas producidas por ciclogénesis explosivas. Encontrábamos espesores en torno a los 100 cm a 1800 m y entre 150 y 250 cm en cotas más altas. Si las precipitaciones de primeros de marzo hubieran sido de nieve hubiéramos acumulado espesores que desde el 96 no recordábamos. (Foto: Kaiku @kaikuland).
Pero el resultado fue un humedecimiento de todo el manto nivoso que provocó grandes aludes, entre ellos el mayor de los que se tienen registrados en el macizo de Peñalara de los últimos años.
El labio de ruptura de entre 50 y 100 cm de espesor iba desde el extremo de la cornisa de La Ceja por encima de la pared del Trapecio, pasando por encima de la pared Negra, hasta el espolón que baja desde casi la cima de Peñalara. Más de 600 m de anchura que arrastraron una gran masa de nieve hasta la misma laguna Grande, arrancando de cuajo uno de los medidores que tiene la guardería del Parque anclado con grandes pernos por encima de la pared Negra. Afortunadamente, el mal tiempo hizo que no transitara nadie por allí en esos momentos.
También se registraron importantes precipitaciones en Gredos con iguales consecuencias, entre otras una avalancha de nieve saturada de agua (slush) que causó importantes daños en el puente de la Laguna Grande por el que se accede al refugio Elola.
Esta última foto es de enero de 1997. Cayó medio metro en Cercedilla. Recuerdo más nevadas como esta, pero ninguna en los últimos 10 años. A mis 22 años puedo recordar que las nevadas de antes eran mayores que las de ahora, o por lo menos, en el lugar en el que vivo. Los que tienen la edad de mi Padre dicen lo mismo, remontándose a aquellas famosas de los años 70, y los que son más mayores hablan de alguna otra menos conocida, como la de 1954.
Me gustaría pensar que todo forma parte de un ciclo y que pronto volveremos a ver imágenes parecidas a estas en nuestras montañas, pero la realidad es cruel y los datos me dicen que estaría equivocado si pensase así, ya que la tendencia actual de calentamiento no forma parte de un ciclo natural, sino de una anomalía acelerada causada por el efecto del hombre. Cada día más científicos lo prueban y a sus estudios nos podemos remitir.
Recordamos las nevadas antiguas con nostalgia, con el amargo pensamiento de que quizás no vuelvan a suceder, Guardamos estos documentos, que son muy útiles, no sólo para revivir aquellos momentos, sino para recapacitar sobre nuestras acciones y pensar en actuar lo más rápido posible, en cambiar de rumbo. ¿Será posible decir en un futuro que «al menos lo intentamos»?
Texto: Álvaro Pantoja; Imágenes: consultar pies de foto.
Agradecimientos: Javier Urbón, Rafael y Rhut (Gredos a Caballo), Óscar Morales (Refugio Elola), Roberto Muñoz (La Bodeguilla), Esther Miquel, Antonio Fernández-Cañadas, Belén (Restaurante La Galana), Vidal (Montañas a Esgalla), Raúl (Kaiku).
¡¡Muchas gracias por este extraordinario reportaje!! Enhorabuena.
Felicidades por el fantástico reportaje! Muy bien documentado y preciosas imágenes. Muchos deseamos que se vuelvan a repetir o incluso puedan superar registros anteriores, hay que tener esperanza y confiar que se produzcan pese a que la tendencia actual vaya en contra. Gracias por los dos reportajes!
Otra vez gracias por esta segunda parte del reportaje.
Añadir que, mis padres de 65 años, siempre hablan de inviernos de nieve y acumulaciones en Becerril de la sierra mismo allá por los años 70-80. Un poco mas arriba, la cantidad por lo general iría siendo mayor.
buenisimo….. me han encantado las fotos de Gredos… recuerdo también esa nevada y las esquiadas que nos dimos aquel año…..
un gran reportaje, muchas gracias.
SUEÑO BLANCO
Cuando era pequeña y nevaba siempre sentía cierta ansiedad, aunque entonces no conocía esa palabra, porque temía que pronto dejara de nevar. Miraba al cielo y siempre pedía más nieve: más nieve para poder «trinear» por el Cabezuelo de Barajas, más nieve para que se cerrara la carretera y no viniera la maestra a la escuela, más nieve para tirar bolas y hacer muñecos de nieve, más, siempre más nieve…
Luego crecí algo, no mucho, y siguió nevando, y seguí pidiendo más nieve, más nieve para que no pasara «el coche de línea» que nos llevaba al colegio, más nieve siempre para no dejar de contemplar nunca tanta belleza…
Pero siempre paraba. Y la ansiedad se tornaba en resignación a la par que la nieve se tornaba en agua.
Siempre paraba.
Siempre hasta aquel invierno de 1996 en que se olvidó de parar. Y se cumplió mi sueño. Y nevó, nevó nevó nevó, y nevó durante 5 días y 5 noches seguidos. Nevó despacio, sin pausa pero sin prisa. Nevó de lado, de frente y de perfil. Nevó nieve polvo, nieve fina, agua nieve, y todos los tipos de nieve que existen. Y parecía que las nubes nunca se irían y el cielo no volvería a ser azul nunca más. Se cargaron de nieve pinos y tejados, se olvidaron los caminos, se difuminaron las casas y el mundo se tornó blanco. La belleza del paisaje superó todas mis expectativas y dí gracias por estar en Gredos y poder vivir mi sueño.
La inseguridad que trae siempre lo extraordinario hizo que aflorara la solidaridad, el compañerismo, la buena vecindad … y todo el que podía echaba una mano a su vecino quitando nieve de tejados, abriendo veredas, rescatando animales perdidos y trasladando enfermos o personas mayores…
Pero llegó un día en que volví a sentir cierta ansiedad, una vez más, como cuando era chica. Ansiedad porque miré al cielo y seguía nevando..mi sobrina Ana no tenía aún un mes y dormía plácidamente en su cuna ajena a tanto blanco. ¿Y si se ponía mala?, ¿cómo sacar de allí a un enfermo o herido?. ..el miedo me hizo temer que se cumpliera mi anhelo. Desee que parara de nevar. Y renuncié a mi sueño. Un sueño de nieves perpetuas, de paz, de un mundo blanco y puro, solidario y hermoso…
Y paró.
Quizás nunca vuelva.
Seguro que nunca se olvidará.
Eva Veneros Hernández. Enero 2015.
De todos modos gracias por recordarlo con estas estupendas fotografías.
Recuerdo esta gran nevada una pena que no se vuelva a producir . El reportaje y las fotografias maravillosas .
Yo estaba en esos años en Croz Roja con Carlos Muñiz, Olalla Cernuda y muchos compañeros más. Recuerdo currar con las palas como posesos y como recuerdo curioso, recorrer la carrertera Cotos – Navacerrada totalmente cerrada con esquis , remolcado por el Land Rover de la uniidad par acudir a un servicio en Cotos.
En los ratos de «descanso» grandes esquiadas a base de focas.
Gran reportaje y muy buenas las descripciones de la sitiuación meteorologica que se dieron.