Integral del Espigüete

Una divertida ruta circular que tras bordear la cara norte del Espigüete por su base, remonta esta bella montaña palentina de oeste a este por su aérea cresta. Una carrera de auténtica montaña que lo tiene todo: buenas sendas para correr, aristas de roca caliza para trepar, pedreras empinadas por donde bajar a grandes zancadas y bosques de hayas para sumergirte entre sus hojas y espesuras.

Ficha Técnica                                        Mapa de Situación

                    

Aprovechando nuestra visita a Velilla para disfrutar del “VI Encuentro Esgallero de Esquí Escombreril” y después de una jornada de risas y tortazos esquiando por el carbón, junto a Pablo Abad nos pegamos una carrerita de montaña de las buenas. Alberto y yo teníamos la intriga del tramo que nos quedó por recorrer en verano al hacer la Integral de Fuentes Carrionas. Tras trepar a una de las agujas del espolón noroeste del Espigüete, nos dimos la vuelta al quedar poca luz y no conocer el tramo final para alcanzar la cima. Así le propusimos a Pablo que nos llevara allí.

Después de pasar la noche en Pino Llano, salimos del aparcamiento por la pista forestal que lleva a las cascadas de Mazobre. Es un tramo cómodo para entrar en calor mientras rodeamos al pie de la imponente cara norte del Espigüete. Llegando a la primera cascada de Mazobre, por cierto con muy poquito agua, nos desviamos por una senda estrecha hacia la izquierda que va remontando entre las peladas pedreras y farallones calizos de la montaña, y la opuesta ladera de piorno y negro conglomerado. Por esa vaguada vamos ascendiendo hasta la asombrosa boca de la Sima del Anillo: un peligroso embudo natural que conduce al vertical pozo de entrada por donde las chovas se lanzan en picado a su interior. Asusta asomarse…

Siguiendo la vaguada, en donde pudimos rellenar de agua las cantimploras en el hilillo que aún corre por ella, vamos ganando metros de altura hasta llegar al Collado de Arra, limitando ya con León. Allí comienza la cresta noroeste de roca caliza y empezamos a tener que echar las manos a la piedra: empieza lo divertido. El camino viene marcado con hitos por lo que, si prestamos atención, no tiene pérdida. Las nubes procedentes de los valles leoneses ascienden en jirones por la cresta, creando un mágico ambiente de alta montaña en el que el paisaje desaparece y reaparece según te envuelve la niebla.

La ruta asciende primero hacia un gendarme por una ladera empinada y de roca suelta, fácil pero algo expuesta ya que lo hace por encima de un cortado. Mientras ascendemos nos vamos asomando a la impresionante pared norte de la cima principal. Al llegar a lo alto del gendarme se abre una brecha que lo separa de la cresta principal por lo que debemos descender unos metros para atravesar la canal norte que asciende a dicha brecha. Una trepada en travesía hacia la derecha, marcada con algún hito, nos devuelve a la cresta principal que vuelca al oeste. A partir de aquí ascendemos por unas adherentes lanchas empinadas y acanaladas de roca caliza desde donde ya, sin mucha dificultad, se alcanza la cima principal del Espigüete, de 2451 m de altitud.

El Espigüete quiso premiarnos el esfuerzo con un bello Espectro de Broken proyectado hacia las nubes que se arrastraban por los farallones de la cara norte, a nuestros pies. Un rato para tomar un bocadito y reponer líquidos mientras admiramos este fotometeoro, llamado también “gloria” por sus connotaciones místicas. La verdad es que en esos momentos nos invade una paz especial, una comunión trascendente con la montaña que anhelamos cada vez que bajamos a los valles. No tenemos prisa, el cronometro no nos importa y tranquilamente saboreamos estos intensos momentos.

Si la subida por la cresta ha sido más que entretenida, el tramo de arista, primero hacia la cima Este del Espigüete y luego hacia la Torre Díaz-Caneja, es además aérea. El paisaje se abre a toda la montaña palentina, las montañas de León y los Picos de Europa. La mayor parte de la arista es “corrible”, con precaución ya que tenemos buenos paredones que caen a plomo a ambos lados. También nos encontramos en la misma arista algunos agujeros profundos en esta montaña llena de cuevas.

En el Collado Cervunal decidimos abandonar la cresta para descender por unas buenas pedreras hacia el sur. Pedreras que se dejan bajar a grandes zancadas y que te llevan rápidamente al pie de la montaña. Llegamos así a la Majada Valdopila en donde cambiamos de dirección hacia el este, encontrándonos un pequeño pero precioso bosque de hayas que ocupa parte de las faldas de la vertiente del Espigúete que cae a la carretera entre los Cardaños.

El hayedo es bastante cerrado y la senda no se ve clara, pero debemos ir descendiendo en travesía hacia la izquierda hasta llegar a una canal entre espolones rocosos, que descenderemos con algún fácil destrepe entre hayas y rocas hasta salir del bosque, cerca de la carretera y a poca distancia del aparcamiento. Ya sólo queda el sprint final hasta Pino Llano.

En resumen, una ruta circular muy entretenida, con un gran ambiente de montaña y que recorre una preciosa cresta en una de las montañas más atractivas de la Cordillera Cantábrica, el altivo Espigüete.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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