Kyrguizstán: Tyup Peak N

El Valle del Tyup está enmarcado entre blanquísimas montañas con innumerables aristas y laderas repletas de “spines” que rodean el Tyup Peak, de 3320 m de altitud. Elegir el objetivo del día resulta difícil entre todas las posibilidades que hay, ya que el Tyup es una de tantas cumbres en un larguísimo y nevado cordal que cierra este valle. Inmensidad, soledad, descubrimiento. El paraíso del freeride.

Ficha Técnica                   Mapa de Situación                   Vídeo

Todos los días a primera hora nos reunimos con los guías de Ak Sai Travel para preparar la jornada. Nos cuentan que hay tres valles que rodean las tres principales vertientes del pico Karkara, de 3150 metros de altitud: el de Karkará (norte), el de Tyup (oeste) y el de Tyuz (sur). El campamento se encuentra a 2200 metros en la entrada al valle de la cara norte y dispone de motos de nieve con las que realizar las aproximaciones hasta el inicio de cada itinerario. Los conductores de los coches que nos trajeron hasta aquí pilotan las motos y están en continuo contacto con los guías vía walkie-talkie. Con ellos decidimos a donde ir y si necesitaremos su ayuda para acercarnos a estos inmensos valles.

Hoy amanece un nuevo y despejado día, así que decidimos ir con nuestro guía Vadim a conocer el Valle de Tyup. Es una larga excursión en las que las motos nos remolcan hasta el Chamynsai Pass y desde allí descubrimos la inmensidad del valle a nuestros pies. A lo lejos aparecen cientos de crestas nevadas con “spines” laterales que caen casi hasta el fondo del valle. Allá donde miremos podemos ver líneas potentes y empinadas, pero nuestro guía Vadim nos explica que hemos elegido una época tardía para ese tipo de descensos. Por un mes de retraso, tendremos que tachar de nuestros objetivos muchas canales y laderas de ensueño pero las opciones siguen siendo casi infinitas.

El Valle de Tyup:

Este valle es más grande que el de Karkará y sus cimas alcanzan mayor altitud, compartiendo con el Valle de Tyuz los 3380 metros del Pico Charkuduk. El Tyup Peak no destaca demasiado en el cordal que cierra el valle por el sur. Cualquier otro pico nos serviría como objetivo. Decidimos uno de tantos, con un acceso que no parece demasiado empinado ya que el peligro de aludes está presente. Desde el Chamynsai pass tenemos que alcanzar primeramente el fondo del valle y, como siempre, realizamos un pequeño sondeo en la nieve para comprobar su estabilidad. Aunque estas primeras trazas parece que no plantean problemas, deberemos estar muy atentos a su evolución a lo largo del día.

La esquiada discurre por laderas suaves y abiertas, con poco bosque, agradables para empezar el día y calentar motores. En verano, toda esta región es verde. Hasta los 3000 metros de altitud las laderas son una tupida alfombra de hierba plagada de edelweiss, sin apenas presencia de rocas. Es el terreno perfecto para el desencadenamiento de aludes de fondo: la hierba es un plano de deslizamiento y los árboles y arbustos, que a menudo están separados y aislados entre sí, actúan como puntos débiles por los que se propagan las posibles roturas de placa. Pronto nos damos cuenta de que estas sencillas laderas no son tan inofensivas como en un primer vistazo nos pudiera parecer. La presencia de los guías kirguizes es imprescindible para progresar con seguridad por este terreno.

Una vez llegamos al fondo del valle, para alcanzar el comienzo de la ascensión tenemos que ascender hasta el hombro Oeste del Karkara Peak, a 2670 m, para después bajar por la ladera opuesta. Desde arriba podemos contemplar el circo glaciar de la vertiente noroeste del karkará. Esta pequeña cima tiene unas vistas privilegiadas y es el mejor lugar para elegir los itinerarios de ascenso hacia el macizo del Charkuduk. Tomar una decisión no es fácil ya que las primeras rampas tienen una inclinación considerable y bosque mucho más denso. Junto a Vadim, decidimos trazar una ruta evitando todo lo posible cruzar por las zonas más propensas al tránsito de avalanchas.

Este segundo descenso, ya con las piernas a tono, lo realizamos a fuego, del tirón. Esto es mucho más grande de lo que parece y las horas se nos echan encima sin quererlo así que decidimos acelerar el ritmo. Ya sin aliento llegamos al final de esta formidable bajada, justo en el río desde el que empieza la verdadera ascensión del día hacia el Tyup Peak.

Cruzamos el río y afrontamos las primeras rampas en la zona de bosque. El sol empieza a calentar demasiado y la nieve reciente fría comienza a transformarse y a humedecerse, por lo que decidimos abandonar las laderas más abiertas y avalanchosas para meternos de lleno en el bosque. Por aquí ya no se avanza tan rápido debido a que nos vemos obligados a afrontar pendientes entre árboles más complicadas y serpenteantes, con “zetas” de apenas dos pasos entre cambios de dirección. La huella de ascenso empieza a ser muy profunda. Nos encontramos en cara norte y los claros del bosque son más grandes de lo que parecía por lo que las zonas más peligrosas son más frecuentes.

Comienzan los problemas con la formación de zuecos en las pieles de foca, que nos retrasan y nos desgastan. Empezamos a pensar que las condiciones de inestabilidad empiezan a ser demasiado peligrosas como para descender esas crestas a las que aún no hemos llegado. Comienza a cubrirse el cielo cuando nos topamos con lo que seguramente sea la última rampa empinada antes de llanear por la cresta, pero no estamos seguros de su estabilidad. Se hace imprescindible evaluar con la cabeza fría la situación: cambio de meteo, temperaturas suaves, nieves profundas humedeciéndose, crestas empinadas esperándonos, rescate más que difícil. Resultado: el riesgo por aludes no es asumible; nos damos la vuelta.

Las montañas kirguizes nos vuelven a enseñar que tenemos que cambiar el chip, y es que las lisas laderas cimeras en las que habíamos planeado dejar nuestras huellas al inicio de la excursión, nos empiezan a parecer intocables. Aquí todo es enorme y a medida que te acercas te percatas de la verdadera inclinación y los peligros objetivos. En el fondo del Valle del Tyup nos recogen las motos y remolcan hasta el Chamynsai Pass nuevamente para descender por el ya conocido Valle de Karkará. El tiempo ha ido empeorando y las nubes ya cubren el cielo, pero todavía podemos aprovechar las últimas bajadas en los rincones del valle.

De regreso al campamento, nos topamos con rebaños de Yaks, algún zorrillo e incluso unas huellas que nos parecen de lobo. No sería nada de extrañar como nos cuentan los guardas del campamento. De hecho, todos ellos llevan machetes enormes metidos en las botas y, cuando les preguntamos para que lo llevan siempre encima, nos contestan que por los lobos y otros animales que te puedas encontrar. El entorno aquí es salvaje y aislado.

Antes de cenar nos acercamos a la casi vacía aldea de Karkyra keremeti. Aquí hay algunas casas en las que viven los guardas del campamento, algunos con su familia. Pero el aislamiento durante el invierno no favorece el poder asentarse aquí. Sólo hace falta ver la máquina quitanieves que tienen: una auténtica preciosidad que parece que hasta este invierno la hayan usado. Al menos ahí estaban sus huellas en el terreno. También podemos apreciar el carácter trashumante de esta gente y sus rebaños, reflejado en la cantidad de casas móviles que hay. Carromatos, vagones de tren, camiones-casa, autobuses, contenedores de mercancías. Compartimos su espíritu nómada.

Para acabar bien el día, aprovechamos la sauna que hay en el campamento, junto al río, para desentumecer músculos, relajarnos y, como no, someternos a ese tratamiento de calor-frío que dicen que, supuestamente, va bien para la salud. Yo me cojí un buen resfriado, aunque no puedo asegurar que fuera por meternos en las heladas aguas del Río Karkará.

Recuperados del palizón de hoy, ya estamos soñando con lo que vendrá mañana…

Texto e imágenes: equipo RECmountain
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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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