Chamonix: esquiando La Mer de Glace

Desde que leí hace ya muchos años, el libro de “Hielo, nieve y roca” de Gaston Rebufat, la atracción que despertó en mí este pueblo de los Alpes, me ha llevado a volver una y otra vez allí. Y cada vez que vuelvo, me da la sensación de seguir descubriendo un lugar especial. Esta vez, mis hijos y sus amigos me han proporcionado una nueva perspectiva: Chamonix, cuna del alpinismo y “meca del freeride”.

Ficha Técnica                                                  Mapa de Situación

                       

A pesar de que esquiar en estas estaciones es algo verdaderamente atractivo, aquí hay que priorizar y hay que saber elegir las zonas según nuestros gustos. Y es que Chamonix es desde hace tiempo lugar de culto para los especialistas del alpinismo y el freeride. Esquiar teniendo de fondo los glaciares del macizo del Mont Blanc, saltar por encima de un serac de hielo azul o afrontar una empinada pendiente enmarcada entre paredes de granito rojo es algo en lo que llevábamos tiempo soñando.

Impresionantes agujas de granito rojo envueltas por el azul del hielo.

Después de recorrer el glaciar de Argentiere, nos dirigimos al telecabina de la Aguja del Midi, que de un plumazo te deja a 3840 m de altitud, en la misma punta rocosa y a las puertas del Valle Blanco. Por aquí también es imprescindible el material de rescate en aludes, de progresión glaciar y el de seguridad, y conocer las técnicas alpinas de progresión y rescate. Si no es así, más vale contratar los servicios de algún guía, si queremos incluso español de los que trabajan habitualmente en este valle.

Telecabina hacia la Aguja del Midi. Foto: Almudena Dorda

El aéreo descenso de la arista.

En invierno tallan una autopista hasta el glaciar.

La Mer de Glace:

Si los más de 2000 m de desnivel de Grands Montets no han sido suficiente para nosotros, todavía nos queda el descenso desde la Aguja del Midi hasta el mismo pueblo de Chamonix a 1035 m. Sus 2850 m de desnivel hacen de estos itinerarios los grandes objetivos de una visita a Chamonix. Descartando otras opciones de descenso más extremas, como el couloir de Los Cósmicos por ejemplo, el descenso desde esta aguja es siempre exigente.

En las empinadas palas que desde la arista del Midi, descienden pegadas a los contrafuertes de roca.

Cuanto más nos peguemos a la roca, más pendiente encontraremos.

Nos ha sorprendido mucho encontrarnos personas con un nivel de esquí muy limitado que animados por la fama del lugar y con el pensamiento de que un guía esquiará por ellos, se adentran en este terreno glaciar para sufrir, o lo que es peor, para romperse algún hueso. El trajín de los servicios de socorro evacuando esquiadores que por sus carencias acaban accidentados, es tremendo. Continuamente aparecía el helicóptero al rescate de algún herido con una muestra de profesionalidad y soltura que sólo lo proporciona la continua práctica a la que están sometidos. Hemos llegado a ver a algún guía con más de diez clientes ayudando a alguno de ellos casi a abrir la cuña en los lugares complicados. ¡¡¡SORPRENDENTE!!!

Los gendarmes preparados para uno de tantos rescates.

El trasiego del helicóptero de rescate es continuo.

Al margen de esto, el lugar es brutal y el solo hecho de bajar por allí esquiando, te deja con la boca abierta. No das abasto para mirar y admirar el paisaje. El descenso desde la cima de la Aguja del Midi hasta el plató del Valle Blanco no es esa afilada arista del verano, si no que escavan en ella unos pasillos con barandillas por los que podemos bajar andando sin ningún problema. Las variantes para descender son muchas, pero principalmente vamos a poder hacerlo por tres itinerarios igualmente impresionantes:

Paloma en las inmensas rampas del Valle Blanco.

Únicamente debemos estar alerta con las grietas ocultas.

•    El itinerario más frecuentado y más largo nos llevará a dirigirnos al gran plató del Valle Blanco y atravesarlo hacia el collado del Gros Rognon, dejando a la derecha la impresionante vertiente norte del Mont Blanc de Tacul. Pasada la zona de grietas del collado, al panorama se amplía y giramos hacia el sur descendiendo por el glaciar du Geant enmarcado por los contrafuertes graníticos de la Aguja du Diable, la Pirámide de Tacul o la imponente torre del Grand Capucin. Un poco más allá aparece la helada cara norte de la Tour Ronde y el afilado Dent du Geant hacia el que nos dirigimos, dando un rodeo hacia la izquierda. Ahora ya en dirección norte nos aproximamos al pie del Petit Rognon, en donde el glaciar principal vuelca sus hielos en un caos de seracs hacia el plató que conformará La Mer de Glace. Esta es la zona más complicada del descenso ya que el paso está encajonado entre la cascada de seracs y los espolones rocosos del Petit Rognon. Es una zona en la que puede aflorar el hielo vivo del glaciar y los pasos son obligados y estrechos. Una vez pasada esta parte, el glaciar pierde pendiente y nos dejamos deslizar para atravesar los llanos.

La Punta Hellbronner al fondo.

Y el Dent du Geant.

Llegando a la cascada de seracs que lleva a la Mer de Glace.

•    Otro de los itinerarios más frecuentados parte justo del final de la bajada de la Aguja del Midi. En cuanto llegamos al llano tenemos que dirigirnos en dirección este para descender por el auténtico Valle Blanco entre el Grand y el Petit Rognon. Existen dos posibilidades, una pegada al Grand Rognon hacia la derecha, y otra por la zona central del glaciar pero más próximos al Petit Rognon. Este descenso sortea más zonas de grietas que el anterior y se une a él justo antes del paso estrecho por la derecha de la cascada de seracs.

Entre el Grand y el Petit Rognon.

Alberto SPA telemarkeando entre los seracs de la cascada que vierte a la Mer de Glace desde el glaciar du Geant.

•    La tercera alternativa sería descender desde la arista del Midi para pasar por el glaciar entre el Petit Rognon y el Dent du Requin. Este itinerario nos lleva a las proximidades del refugio Requin en donde podemos tomarnos un descanso, y descender después hasta La Mer de Glace.

 

Alberto SPA saltando en las pendientes del glaciar del Valle Blanco, entre el Gran y el Petit Rognon.

Juego de luces entre los seracs.

En la parte final del descenso de La Mer de Glace encontramos tubos serpenteando por la superficie del glaciar  producidos por el deshielo en verano, cuando el agua fundida fluye en torrentes por la superficie del mismo. Son divertidos de seguir, pero hay que estar atentos a los sifones horadados por el agua y que dejan oscuros pozos que se hunden en las entrañas del hielo. Siguiendo el glaciar hasta su final, llegamos a la boca de éste, en donde el hielo ha formado una enorme gruta por donde emana el agua de fusión. La contemplación de esta bóveda de hielo azul y verde, más duro que la piedra que va horadando, nos da una idea de su poder.

Jugando en los llanos de La Mer de Glace por los serpenteantes tubos formados por el deshielo del verano.

Llegando a la boca de la gran bóveda que forma la Mer de Glace en su final.

Asombrados de la dureza y transparencia del hielo ancestral del glaciar y que año tras año va disminuyendo inexorablemente.

Dentro de la gruta no hay que permanecer demasiado tiempo.

Desde aquí, y con los esquís a cuestas, ascendemos la morrena del glaciar hasta el hombro en el que hay una cabaña en donde podemos tomar un merecido almuerzo. En este punto, y si la nieve es suficiente, podemos volver a calzarnos los esquís y bajar por un ancho y zigzagueante camino, que atravesando el bosque nos lleva hasta el mismísimo pueblo de Chamonix.

A partir de aquí, remontando la morrena, podemos esquiar hasta Chamonix si la nieve nos lo permite.

Y el entretenido camino de vuelta por el bosque que nos lleva hasta el mismo pueblo.

Y aunque nosotros no tuvimos la suerte de disfrutar estos descensos con “powder”, las largas jornadas esquiando entre los brillantes seracs azules y los colosos de granito rojo del macizo del Mont Blanc, hacen que nada más volver ya estemos deseando regresar a ese paraíso de HIELO, NIEVE Y ROCA.
Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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