Se acerca el invierno

Reflexiones otoñales que Alejandro Benito nos ha enviado acerca de cómo afrontamos estos días en los que el calor se va y llega el frío. Días de espera hasta que por fin veamos las primeras nieves. Gracias Alejandro.Ya hemos pasado agosto, encaminamos la recta final del verano. Hemos entrado en septiembre ese mes raro de vuelta al trabajo (el que lo tenga) y el bullicio mañanero que hemos tenido en los pueblos de la sierra, va transformándose en calles desiertas debido a la migración a las playas del levante por parte de nuestros hosteleros. Se van alternando las mañanas todavía cálidas, con las noches frías, el invierno se acerca.
Antes de que llegue el invierno pasaremos el otoño, estas fechas que para las personas débiles de espíritu son lo peor que les puede pasar. Anochece a las seis de la tarde, las madrugadas son grises, casi perturbadoras. Para mí es el inicio de todo. Los árboles pierden sus hojas resguardándose de lo que se nos viene encima. El monte cambia sus colores, el verde del pino se hace más intenso, casi como las botellas de vino, los robles se desnudan y crean una alfombra ocre que servirá de resguardo a níscalos y boletus. Ya en octubre, con suerte, llevaremos casi un mes de tormentas en las montañas, el suelo se va preparando poco a poco para recibir nuestros copos, esos amigos blancos que hacen que esta vida de grises que nos ha tocado vivir, coja el color de claridad máxima y oscuridad nula que llena de alegría el alma de cualquier esquiador.

Corneja sobre las marchitas hojas barruntando la llegada del frío.

Desde la ventana de casa se percibe el cambio, el olor a  leña embriaga los sentidos, la neblina de las chimeneas humeantes llena las calles vacías de gente. Cada vez que bajas al garaje se te escapa la mirada al armario de los esquís y piensas “un día menos”. Con el paso de las jornadas se van alargando los dientes, sales a correr y ya notas como el aire gélido quema tus pulmones, el frío en la cara, la soledad en los caminos, sonidos de otras épocas que lejos del pueblo es imposible escuchar. Como los cencerros de las vacas, Moncho con sus ovejas, el crujir de la leña quemándose en la chimenea, el grito del viento entre las ramas de los árboles. La temporada se acerca y vas entrenando y piensas que no llegas, que te va a faltar algo y entrenas e intentas no perder ni un día más de carrera, te faltan escaleras que subir, kilómetros que recorrer, lo ves cerca.

La colorida calma del otoño en espera de la nieve.

A principios de noviembre (por los santos nieve en los altos) comenzara el baile en las cumbres. Después de una noche de lluvia te levantarás y verás la falda nevada. Pensaras que con un poquito más ya puedes sacar las pieles y comenzara el lío, pero al día siguiente subida de temperaturas y pluffff, ya no hay nada. Este el aviso de que ya ha venido, que ya lo tenemos, que el invierno no nos abandonara hasta, esperemos, abril. A estas alturas yo ya estaré poseso, habré pasado mil veces por los videos de los hermanos Pantoja, visitado todas las páginas de Canadá, Utah, Wyoming… ahí ya llevaran más de un mes esquiando cuando nosotros intentemos calzarnos las botas.

Y llegarán las primeras nieves y los nervios aflorarán.

Y llegará diciembre. Esperemos que como el año pasado podamos esquiar a principios y que no ocurra como entonces que se nos coló un frente calido-humedo y nos retrase otro mes. Subir a Cotos y llegar a Dos Hermanas, o La Bola, o Siete Picos. La Sierra de Madrid, esa gran desconocida para muchos esquiadores (en los que me incluyo hasta la temporada pasada), un sitio que es simplemente inmenso con gran variedad de paisajes, alternas rocas con praderas, pinares y vistas increíbles. Hasta que no subes allí, no sabes lo que es Madrid. Días de esquí intenso recompensado con el calorcito de la estufa de leña con un buen plato de judiones y cordero en el restaurante de “la ruca” en Becerril, mi pueblo.

Algunos hibernarán y otros invernaremos.

Y así avanzaran los meses, la acumulación de metros descendidos y ascendidos, días de tormentas, de nieve, de cielos azules y de frío. Ese frío que da sensación de pureza en cada movimiento que haces desde que sales de casa hasta que vuelves, ese frío que llena tus pulmones de agujas afiladas en la ascensión, ese mismo aire que llena tus pulmones de vida en la bajada. El frío. ¡qué gusto pensar en él!

Y la nieve blanqueará y purificará todo.

Pero todavía nos queda, quedan fiestas de pueblos que pasar, quedan muchas hojas por caer. Desde la ventana de casa, desde la carretera y caminos en los entrenos iremos viendo como el mundo cambia, la montaña no es inmóvil, es un ser con vida propia y que me lleva dando la vida desde hace 21 años, cuando me puse por primera vez unos esquís. Muchas batallas y risas hemos pasado en ella y ahora es cuando la empiezo a conocer un poquito. Lo mejor y más impresionante es que ya estaba ahí y seguirá estando cuando yo me vaya de este mundo, y seguirá haciendo felices a todos aquellos que se acerquen a ella, por eso en nuestra mano esta cuidarla y respetarla, simplemente devolverle la felicidad que nos regala

Alejandro en Dolomitas. Foto colección de Alejandro Benito.

Texto: Alejandro Benito; Fotos: RECmountain

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Maratón Ornitológico Sierra de Guadarrama

El domingo día 29 da abril se celebró el “IX Maratón Ornitológico Sierra de Guadarrama”. Este maratón no competitivo consiste en pasar la jornada con familiares y amigos con el propósito de observar el mayor número de aves que vuelan por nuestras montañas.Se trata de una actividad de educación ambiental organizada por “Proyecto Verde” y “SEO-Sierra de Guadarrama” en la que pueden participar todas las personas que lo deseen para disfrutar de una jornada en plena naturaleza. No es un maratón competitivo, es simplemente la excusa para recorrer los distintos ecosistemas que existen en el entorno de la Sierra de Guadarrama, anotando las especies de aves que podemos observar y escuchar en ellos. Es nuestra elección pasear por los robledales, los pinares, los prados, los roquedos, las riberas e incluso los parques de nuestros pueblos, de este entorno tan próximo a Madrid y que cada vez está más cerca de convertirse en Parque Nacional.

Las Torres de Madrid desde la Hoya de San Blas.

La participación debe hacerse en grupo de un mínimo de dos personas. En esta edición colaboraron los municipios de San Lorenzo de El Escorial, Collado Mediano, Colmenarejo, El Escorial, Las Rozas, Hoyo de Manzanares y Torrelodones.  Desde aquí queremos animar a otros municipios a adherirse a este tipo de actividades que promueven el conocimiento y acercamiento a los pueblos serranos mediante el respeto a su naturaleza.

Cigüeña blanca sobre Manzanares.

En esta edición el tiempo no acompañó, y el cielo encapotado y con lluvia a ratos, hacía más difícil la observación. Nosotros decidimos empezar la jornada en las cercanías del embalse de Manzanares el Real en donde pudimos observar oropéndolas, milanos negros, alcaudones, colirrojos reales, gaviotas reidoras, andarríos chicos, somormujos lavancos, azulones, tarros canelos, etc.

En la ribera del embalse de Manzanares. 

La inconfundible oropéndola.

Alcaudón común cerca del embalse de Manzanares.

Colirrojo real en Manzanares el Real (valga la redundancia).

Azulones y gaviotas en Manzanares.

Tarro canelo en Manzanares.

Por aquí abundan las cigüeñas.

Como la lluvia arreciaba, nos dirigimos hacia Soto del Real y la Hoya de San Blas, al pie de La Pedriza. Bordeando el extremo sureste del circo anterior de La Pedriza, paseamos por este paisaje de prados, espinos y rocas en donde por momentos escampaba y se podían ver las cimas cubiertas de una ligera nevada. Por aquí avistamos roqueros solitarios, buitres leonados, cigüeñas, tarabillas, totovías, trigueros, etc.

Hacia La Hoya de San Blas.

Roquero solitario en La Pedriza.

Alcaudón común.

Cigüeña con La Pedriza al fondo. 

Tarabilla común.

Y la nieve en las cimas de La Pedriza.

Después de comer cambiamos de paisaje y nos fuimos a los melojares de La Herrería y La Silla de Felipe II. Estos robledales con el monasterio de El Escorial de telón de fondo, resultan especialmente atractivos. En esta zona de bosque la observación era algo más difícil pero aún así pudimos anotar carboneros, herrerillos, mitos, petirrojos, picos y pitos, cuervos, etc.

Corneja con La Maliciosa al fondo.

Carbonero común en el melojar.

Mirlo común.

Una completa jornada en la que conseguimos apuntar cerca de 50 especies de aves, cantidad nada despreciable teniendo en cuenta las condiciones tan desfavorables que tuvimos. En total fuimos 386 inscritos repartidos en 135 equipos con un número total de especies observadas de 118. Para rematar esta edición, el domingo 13 de mayo, se hizo entrega de los premios a los equipos más observadores en el municipio de Colmenarejo con la presencia de diversas autoridades locales. Todos los  participantes recibimos un póster, un diploma y obsequios por nuestra participación, además de poder disfrutar de un ágape en donde los diferentes grupos pudimos compartir nuestras experiencias.

Entrega de premios en Colmenarejo.

Entrega de premios en Colmenarejo. Paloma, Almudena, Ángela y Luis orgullosos con nuestro diploma.

Agradecimientos:

SEO Guadarrama: http://seoguadarrama.blogspot.com

Fotos: Almudena, Paloma, Alberto, Álvaro y Luis.
Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Volcán Arenal: naturaleza de Costa Rica

Escuchar las explosiones del volcán Arenal mientras lanza rocas incandescentes del tamaño de una casa rodando ladera abajo, es algo que impresiona. Este era el objetivo de este viaje por la naturaleza de Costa Rica.

Mapa de Situación

                      

Me imagino que como a todos los que nos gustan las montañas, ver una de ellas abriéndose y expulsando fuego es algo que nos ha llamado poderosamente la atención. Curiosamente, algunas de esas cimas tan frías que se elevan a miles de metros sobre el mar y que en ocasiones hemos pisado, se originaron por el bestial calor del interior de la tierra. Esa enorme energía capaz de originar montañas o de convertirlas en cenizas, es la que nos ha atraído a este lugar de América central.

El crater del Arenal en actividad casi permanente.

Desde las playas de Tortuguero en el Atlántico atravesamos Costa Rica ascendiendo hasta las faldas del volcán Arenal, para después llegar hasta el golfo del Papagayo en el Pacífico. Contemplar a las tortugas  desovando en la playa, o el estruendo del volcán expulsando rocas incandescentes, o la aleta de una ballena saliendo del mar es “pura vida”, como dicen ellos continuamente.

Embarcando hacia Tortuguero en Caño Blanco.

Tortuguero en un brazo de tierra entre el mar y el río.

El pueblo de Tortuguero está comprometido con la conservación del medio.

Las tortugas son su principal fuente de ingresos, junto con la pesca.

Empezamos nuestro viaje en la costa este de Costa Rica, en el océano Atlántico, en uno de los Parques Nacionales más emblemáticos de este país: Tortuguero. Esta reserva de bosque húmedo está surcada por el río Tortuguero que serpentea hasta su desembocadura en el mar Caribe, creando una maraña de canales y lagunas en donde la naturaleza es la protagonista. Desde Caño Blanco y navegando hora y media por el río, llegamos al pueblo de Tortuguero asentado en un brazo de tierra firme entre el agua del mar y la del río.

Tucán arco iris.

Caimán americano.

Anhinga secándose al sol.

Desde este pueblo, la mejor forma de recorrer la reserva es en canoa con algún guía local que nos contará la historia del lugar, sus costumbres y tradiciones, y nos descubrirá su exuberante flora y fauna. Con él podremos observar fácilmente caimanes, cocodrilos, monos, basiliscos, tucanes, aningas, espátulas, garzas, …..

Garza gris.

Basilisco bien camuflado.

Garza goliath.

Una de las muchas especies de lagarto de la zona.

Aquí han vivido siempre de la Tortuga: antes cazándola para comer y exportar sus caparazones; y ahora cuidándolas y llevando a los turistas a observarlas en sus puestas. Durante unos pocos meses al año, estos animales regresan a las playas en las que nacieron para depositar sus huevos en unos nidos excavados en la arena por ellas mismas. Su observación está estrictamente regulada para no espantarlas y que sigan reproduciéndose aquí. Es sobre todo en las noches de luna llena cuando salen del mar y recorren lenta y pesadamente la playa hasta el lugar en el que excavan el nido. Después entran en trance y depositan los huevos que finalmente entierran.

 Playa de Tortuguero en el mar Caribe.

Huellas del paso de una tortuga.

Tortuga verde volviendo al mar de madrugada.

Desde el Caribe, atravesamos hacia el oeste adentrándonos en la cordillera central cuya máxima altitud es el Cerro Chirripó de 3819 m. Toda la cordillera está plagada de volcanes cubiertos por un denso bosque tropical húmedo, en donde se encuentran numerosas reservas y parques nacionales. Las lluvias son muy abundantes y los ríos rápidos y caudalosos, perfectos para hacer rafting o descenso de cañones. Los aficionados a la ornitología tienen aquí un verdadero paraíso con numerosas especies de colibríes.

El volcán Poas. Foto: Alberto Dorda.

Entre las iguanas y los volcanes, el ambiente es jurásico.

Uno de los abundantes lagartos.

Colibrí.

El pueblo de La Fortuna está dominado por el volcán Arenal de 1670 m, que está en actividad permanente. Su columna de gases y sus explosiones nos lo recuerdan constantemente. Las excursiones por las faldas del volcán están permitidas pero sólo por ciertos itinerarios que resultan seguros ante posibles desprendimientos o explosiones más fuertes de lo habitual. Existen muchas fuentes termales, algunas aprovechadas turísticamente con instalaciones y restaurantes alrededor, pero también hay otras sin alterar a las que acuden las gentes de la zona. ¡¡Bañarse en un río a 35ºC mientras te cae la lluvia fresca en la cabeza es de lo más relajan!!

 El volcán Arenal desde La Fortuna.

Nube de vapor que sale de este río de aguas termales.

De excursión por las faldas del volcán.

Pero sin duda, lo que hace verdaderamente especial el lugar es acercarse por la noche a las faldas del volcán a escuchar las explosiones y observar las rocas incandescentes rodando ladera abajo. Esta manifestación de la fuerza de la naturaleza es todo un espectáculo que impresiona y que no se olvida jamás.

El paso en algunas zonas está prohibido.

Rocas incandescentes rodando ladera abajo.

Por la noche es cuando más impresiona el rugido del volcán y las coladas incandescentes.

Para rematar el viaje, terminamos unos días en el golfo de papagayo, lugar bastante turístico, en el que es mejor abandonar los resorts y perderse por los pueblos cercanos. Uno de los mayores atractivos es realizar una excursión en barco para observar cetáceos. Con un poco de suerte podréis contemplar hasta ballenas sacando sus aletas del mar. En ocasiones se acercan tanto a la costa como para verlas desde ella, como nos ocurrió a nosotros una de las últimas tardes, justo antes de que el sol se pusiera tras el horizonte del océano Pacífico.

Golfo de Papagayo, en el Pacífico.

Barco de pesca atiborrado de aves gorronas.

Pelícano en el golfo de Papagayo.

¡¡Pura vida!!

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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