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Aludes. Avalanchas
Los aludes o avalanchas son uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos en nuestras actividades en la montaña. Por poca nieve que haya, el peligro puede estar ahí (no existe el riesgo 0). Entender las causas de desencadenamiento y los diferentes tipos de aludes según las condiciones nivológicas que tenemos, puede ayudarnos a prevenirlos.
El manto nivoso permanece en equilibrio si sus fuerzas de tracción (peso del manto nivoso y el ángulo de la pendiente) son compensadas por las de resistencia (anclajes al suelo, cohesión de la nieve y rozamiento de los granos). Este equilibrio se puede romper por sobrecarga del manto (paso de animal o persona, caída de más nieve o lluvia y caída de cornisas o seracs) o disminución de la resistencia (metamorfosis del manto nivoso).
FACTORES NATURALES QUE ROMPEN EL EQUILIBRIO:
Aumento de las fuerzas de Tracción:
- Nevadas: aumento del peso por la nieve nueva.
- Lluvias: aumento del peso por el agua caída.
- Transporte de nieve por el viento, sin precipitación: aumento del peso de la nieve acumulada.
- Movimientos lentos del manto nivoso: cambios en las tensiones por fluencia, deslizamiento y reptación.
El peso de nuevas nevadas provoca el aumento de las fuerzas de tracción.
Disminución de las fuerzas de Resistencia:
- Lluvia: pérdida de cohesión por humidificación del manto.
- Niebla: pérdida de cohesión por humidificación del manto.
- Movimientos lentos del manto nivoso: pérdida de anclajes.
- Pérdida de cohesión por metamorfismo de gradiente térmico o de fusión.
- Planos de deslizamiento y percolación de agua líquida en ellos.
Los movimientos de reptación del manto pueden producir pérdida de anclajes.
FACTORES ACCIDENTALES (NATURALES O HUMANOS) QUE ROMPEN EL EQUILIBRO:
Aumento de las fuerzas de Tracción:
- En este caso se considera un aumento rápido pero temporal de las tensiones que producirá desequilibrios por inestabilidad latente.
- Paso de uno o varias personas o animales.
- Caída de rocas, cornisas o seracs.
Sobrecarga producida por el peso de un esquiador que provoca el aumento de las fuerzas de tracción.
MORFOLOGÍA DE LOS ALUDES:
Causas del desencadenamiento:
Un alud puede tener una salida espontánea debido a causas naturales, o un desencadenamiento accidental provocado por el paso de personas o animales, o por caídas de cornisas o seracs.
La caída de una cornisa o el paso de una persona pueden desencadenar accidentalmente una avalancha.
Punto de ruptura:
Pueden tener un origen puntual, o un origen lineal perpendicular a la dirección de deslizamiento.
Origen puntual del desencadenamiento.
Ruptura lineal transversal a la pendiente.
Profundidad del plano de deslizamiento:
Este plano puede estar en el interior del manto y provocar un alud de superficie, o estar en el suelo y producir un alud de fondo que deja el suelo al descubierto.
Alud de superficie que desliza sobre otras capas de nieve.
Alud de fondo que desliza sobre el suelo.
Trayectoria:
Son aludes de ladera si la trayectoria es ancha y se desliza por la pendiente, o de corredor si es más o menos estrecha y sigue las vaguadas del relieve, siendo en este último caso, previsible.
En las trayectorias previsibles que afectan a la población, se construyen defensas para evitar daños.
Depósito:
El depósito de acumulación puede estar formado por una masa homogénea pulverulenta, por bolas o por bloques más o menos grandes.
Depósito pulvurulento de nieve reciente.
Depósito en bolas de nieve húmeda.
Depósito de bloques de la ruptura de una placa de viento espesa.
Tamaño:
Dependiendo del tipo de nieve que arrastren, podemos distinguir los de nieve reciente, los de placas de nieve y los de nieve húmeda.
Deslizamiento de masas de nieve reciente sin cohesión, pudiendo ser pequeñas coladas o enormes masas devastadoras. Tienen un arranque puntual y su depósito es una masa amplia y homogénea (nieve seca), o una acumulación de bolas (nieve húmeda).
Un caso particular es el Alud de nieve polvo, en el que la nieve se mezcla con el aire produciendo una nube asfixiante de gran velocidad (hasta 100 km/h) y poder destructivo.
Condiciones de desencadenamiento:
Se producen al acumularse espesores de nieve importantes en pendientes propicias. Cuanto más intensa sea la nevada (más acumulación en menos tiempo), mayor es el riesgo al no permitir apelmazamiento mecánico:
Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de nieve reciente:
- Intensidad débil de precipitación
- Vientos débiles (< 40 km/h)
- Temperatura del aire cercana a 0ºC
- Temperatura del aire estable o en descenso durante la nevada
- Superficie de la nieve vieja fuertemente irregular
- Vertiente esquiada frecuentemente
Condiciones desfavorables que agravan el riesgo de aludes de nieve reciente:
- Fuerte intensidad de precipitación (acumulaciones grandes en poco tiempo)
- Vientos fuertes (>40 km/h)
- Temperaturas bajas (por debajo de -5 a -10ºC)
- Temperatura del aire en ascenso durante la nevada
- Superficie de la nieve vieja muy lisa o suelta
- Vertiente raramente esquiada
Deslizamiento de capas de nieve compacta y densa, pero que no se cohesionan con el sustrato inferior por presentar éste un plano de deslizamiento (nieve granulada, granos de caras planas, cubiletes o escarcha). El arranque es lineal y trasversal a la pendiente, y el depósito está formado por bloques irregulares.
Un caso particular es el Alud de placa de viento , formados a sotavento de aristas o crestas. El viento rompe los cristales en partículas finas que se cohesionan bien entre ellas formando placas rígidas, pero que no se anclan al sustrato inferior por no haber apelmazamiento.
Tipos de placas:
- Placa de viento: más compactas, densidad de 100 a 200 kg/m3. Se distinguen facilmente.
- Placa friable: menos compactas, densidad de 50 a 100 kg/m3. Son muy difíciles de distinguir ya que la sensación es estar en un manto de nieve reciente. La estructura de placa se forma en la base del estrato de nieve reciente por lo que al romper, lo hace linealmente, pudiendo venirse abajo toda la ladera. Son estas placas las que más víctimas producen.
Capa superficial de nieve en polvo que rompe en placa (placa friable).
Condiciones de desencadenamiento:
Se producen con la sobrecarga del manto al existir una estructura de placa dentro del mismo, hablamos entonces de inestabilidad latente debido a la existencia de una capa frágil en el interior.
Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de placa:
- Vientos débiles (< 40 km/h)
- Poca cantidad de nieve reciente disponible
- Temperatura del aire cercana a 0ºC
- Superficie de la nieve vieja fuertemente irregular
Condiciones desfavorables que agravan el riesgo de aludes de placa:
- Vientos fuertes (>40 km/h)
- Mucha cantidad de nieve reciente disponible
- Temperaturas bajas (por debajo de -5 a -10ºC)
- Superficie de la nieve vieja muy lisa o poco cohesionada
Deslizamiento de nieve húmeda sin cohesión, en pequeñas coladas o transportando grandes masas de nieve. Generalmente su salida es puntual, circulando por las vaguadas entre los 20 y 50 km/h. El depósito forma un cono de bloques densos y materiales arrastrados.
En ocasiones estos aludes llegan a ser de fondo, sobre todo al final de la primavera y sobre terrenos herbáceos.
Condiciones de desencadenamiento:
Cuando en un manto de nieve húmeda formado principalmente por grano redondo, se debilitan los puentes de hielo que unen dichos granos hasta que no soporta su propio peso. Tenemos que estar vigilantes con el aumento de la temperatura.
Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de fusión:
- Temperaturas frías
- Cielos despejados por la noche
Condiciones desfavorables que agravan el riesgo de aludes de fusión:
- Temperaturas altas
- Cielos despejados por el día: fuerte radiación solar
- Cielo cubierto por la noche
- Lluvias moderadas
- Nieblas húmedas
En muchas ocasiones se producen aludes que son combinación de los tipos fundamentales vistos. Se producen así deslizamientos de nieve que comienzan siendo de un tipo y terminan por ser de otro. Son habituales en los grandes aludes. La caída de rocas, cornisas o seracs frecuentemente produce una rotura por sobrepeso en la capa de nieve en la que caen desencadenando el alud.
Texto: Luis Pantoja; Imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Aludes: errores fatales
Este fin de semana encontramos por la web un reportaje titulado «Consejos para sobrevivir bajo un alud» en el ABC.es. Tan sólo el título nos produce escalofríos. Alguien que no sepa mucho sobre el tema, seguramente piense que después de leerlo va a ser capaz de sobrevivir a una avalancha, lo que es rotundamente falso. Un alud se comporta como un fluido, pero en el momento en el que se detiene «fragua» como el yeso (dependiendo del tipo de nieve) y escarbar es prácticamente imposible. Si quedas enterrado, lo más probable es que no puedas salir por tus propios medios.
Podéis leer el artículo en este enlace. En él se incluye este vídeo de 112cmadrid, que difundieron después de haber publicado otro sobre cómo evitar una zona de aludes.
Al ver el artículo periodístico publicado en ABC.es sobre los aludes en Madrid y las vagas e incluso contraproducentes recomendaciones de los portavoces del 112 sobre el peligro de aludes, nos hemos decidido a plantear nuestro punto de vista al respecto en base a nuestra experiencia y conocimientos del tema:
• Nuestra crítica no se dirige a los miembros de los cuerpos de rescate, que en su gran mayoría son los mejores profesionales que hay en asuntos de seguridad, sino a la información que hemos oído de alguno de sus portavoces. Somos conscientes de la falta de recursos que impide una completa formación de esos miembros que la suplen con su gran experiencia y categoría personal.
• El artículo periodístico va más allá y no sólo se hace eco de esas vaguedades que pueden inducir a errores fatales, si no también hacen la recomendación contraria a lo que el portavoz aconseja en lo referente al tipo de laderas y pendientes más peligrosas.
• Nos asusta ver la poca o nula rigurosidad con la que se trata en los medios de comunicación este tema que todos los años causa víctimas incluso aquí, en el Sistema Central.
Comenzamos a leer y no paramos de encontrar errores por todas partes. El primero en la entradilla: «…activado el nivel 2 por riesgo de aludes por encima de los 1.200 metros en la Sierra de Madrid.»
A 1200 metros no hay nieve en la Sierra de Madrid. El dato correcto que da el boletín nivológico son 2200 metros, restringiendo el perímetro a las zonas altas (las cimas de Peñalara, Claveles, La Bola, Cabezas, etc).
Más adelante nos encontramos un párrafo expresado completamente al revés: «Se aconseja caminar por laderas lisas, con una inclinación entre 30 y 60 grados, sin grandes rocas ni árboles.»
¡¿Laderas lisas de 60º?! Tratándose de un reportaje sobre seguridad, debería haber un mínimo rigor periodístico. En todo caso, lo correcto será decir que se desaconseja caminar por laderas de de entre 30º y 60º, que son aquellas en las que existe una probabilidad mayor de desencadenamiento de aludes. En cuanto a evitar laderas con grandes rocas y árboles, está escrito al revés, pero es matizable (en ocasiones las zonas con irregularidades del terreno suponen puntos débiles).
Dejamos aparte los datos erróneos y pasamos a lo que nos parece realmente irresponsable. Tanto el vídeo como el artículo pueden dar a muchos la idea falsa de que uno mismo puede ser capaz de escapar de una avalancha. Más concrétamente, salir escarbando en caso de quedar sepultado. Esto es un error fatal, incluso en esta Sierra, por pequeña que sea. Os explicamos por qué:
En las montañas del Sistema Central se producen las siguientes particularidades:
• El número de aludes de nieve reciente (de nieve polvo) es muy escaso debido a los procesos de humidificación y posterior rehielo que compactan y estabilizan el manto (en los últimos 5 años no se ha observado ninguno). Sólo en este tipo de aludes de nieve suelta y bajo ciertas condiciones favorables, es posible que un sepultado pueda mover las extremidades y escavar para salir.
• El 34% de los aludes observados en este periodo de tiempo ha sido de fusión, únicamente en el caso de pequeñas coladas es posible salir por uno mismo siempre que tengamos los brazos libres, ya que la densidad y peso de la nieve impiden que un sepultado pueda mover un dedo.
• El 66 % de los aludes registrados en este periodo de tiempo ha sido de placa, ya sea friable (el 6%) o densa. En el caso de los aludes de placa friable de pequeñas dimensiones, quizás fuera posible mover los miembros en el interior del depósito. Pero en el caso de aludes de placa densos (60%), en el momento en el que el alud se detiene se produce un apelmazamiento que impide mover un solo dedo (digamos que fragua como el yeso).
Estos datos pertenecen a un estudio pormenorizado de los aludes registrados en el macizo de Peñalara durante los últimos 5 años, realizado por Juan Antonio Fernández-Cañadas, a quien agradecemos enormemente su colaboración.
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En este ilustrativo vídeo podréis ver cómo a pesar de tener la cabeza y el brazo liberados, el motorista no puede salir sin ayuda de sus compañeros. Imaginaos la impotencia que se debe de sentir con la cabeza dentro.
Por tanto, no se puede dar la idea en esta sierra de que es posible la excarcelación de uno mismo en caso de ser sepultados.
En el primer vídeo del 112 sobre prevención de aludes desaconsejan transitar por laderas lisas, recomendando el paso por los cordales. Esta afirmación es cierta, pero siempre hay que matizarla: precisamente uno de los lugares de mayor riesgo, debido al aumento de las fuerzas de tracción, son las laderas convexas. Es en estos sitios donde encontramos cambios de pendiente y algunas de las mayores acumulaciones de nieve. En 2009 una avalancha se llevó la vida de una persona en Peñalara, cerca de las cornisas de la Ceja. La placa de viento que produjo el accidente se rompió a escasos metros del cordal entre Dos Hermanas y Peñalara. Lo que queremos que se entienda es que si la información es así de escueta, puede dar lugar a error.
Imagen tomada por Luis Pantoja el día siguiente al desencadenamiento de la avalancha descrita en el párrafo anterior.
Mencionamos, sin querer darle mucha importancia, un par de comentarios sobre el uso de nuestra saliva para saber dónde está la superficie gracias a la gravedad. La presión a la que nos somete la nieve si nos sepulta es tan grande que es casi imposible determinar la vertical gracias a un escupitajo. Seguramente no tengas espacio ni visión como para sentir hacia dónde cae, ni mucho menos si te orinas encima…
En definitiva, no nos parece responsable que se divulgue la información nivológica de manera tan escueta, incompleta e incluso incorrecta. El tema de los aludes es muy serio y se deberían sentar unas bases claras en torno a la divulgación y formación sobre el tema.
En RECmountain, nos parece fundamental actuar de la siguiente manera:
• Siempre que vayamos a acudir al monte, hemos de leer con atención los partes nivológicos. En cada cordillera existe unBoletín nivológico y tenemos que saber interpretarlo correctamente. Para ello el primer paso es recibir una formación mínima previa.
• Igual de importante es consultar la previsión meteorológica, que puede variar el peligro emitido en el boletín. El estado de la nieve depende de las condiciones del tiempo. En un rango de tiempo muy corto, el peligro puede incrementarse o disminuir considerablemente. No debemos creer que la estabilidad del manto va a ser continua durante días, incluso durante horas.
• Si existe peligro de avalanchas, todo el que vaya a transitar por zonas de potencial riesgo tendría que ir equipado con pala, sonda y ARVA y conocer su funcionamiento. Nunca está de más cualquier otro tipo de material específico, como el sistema ABS, avalung, etc.
• Tened en cuenta un dato: la mayoría de los accidentes por avalancha están provocados por la víctima o sus compañeros. La gestión individual del riesgo es la que lo minimiza en mayor medida.
Nuestro mejor consejo es el siguiente, no lo olvidéis nunca:
Ante la mínima duda, hay que RENUNCIAR a la actividad. La mejor actuación frente a los aludes es la PREVENCIÓN.
A continuación os enumeramos algunos errores fatales que vulgarmente se escuchan hasta en ambientes de montaña:
• «Después de 2 ó 3 días de acabar de nevar siempre disminuye el peligro de aludes«. FALSO. No siempre ocurre así, depende del tipo de metamorfosis que se produzca en el manto en los días siguientes. El manto puede estabilizarse y desestabilizarse con el paso del tiempo.
• «Cuando hace mucho frío no se producen avalanchas«. FALSO. En ocasiones puede producirse un gradiente térmico de temperatura que haga disminuir la cohesión de los granos de nieve.
• «No hay peligro si la capa de nieve es fina«. FALSO. la metamofosis de gradiente térmico por la llegada de aire frío se ve favorecida en espesores menores.
• «No hay peligro de aludes en los bosques«. FALSO. En ocasiones los bosques poco densos ocultan zonas de fragilidad.
• «Un terreno irregular fija el manto«. FALSO. ,A veces las irregularidades del terreno propician el que existan zonas de débil cohesión.
• «Las crestas son seguras«. FALSO. ,Auqnue en general esto es cierto, no siempre es así. Es aquí en donde existe cambio de pendiente con laderas convexas en donde las fuerzas de tracción son mayores. Un ejemplo:
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• «Las huellas de esquí son garantía de seguridad«. FALSO. Incluso en laderas trilladas es posible el desencadenamiento de aludes. Fijaos en el siguiente vídeo:
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Esperamos que este reportaje sirva para que se tome conciencia de que el peligro de avalanchas no es ninguna tontería. Nuestra única intención es la de difundir aquello que la experiencia y el trabajo nos van enseñando.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Escala Europea de Peligro de Aludes
La escala europea es algo más que un número que nos indica el peligro de aludes en una zona. Su elaboración es realizada por expertos en nivología con ayuda de muchos otros profesionales de la montaña. Saber interpretar toda la información que nos ofrece puede ser vital.
En la mayoría de las grandes cordilleras europeas se elabora un boletín de información sobre el peligro de aludes. La estimación del peligro la realiza personal altamente cualificado en nivometeorología, normalmente de los Servicios Meteorológicos Nacionales. Para analizar las situaciones reales se procede a la recopilación diaria de informes especiales de las diferentes vertientes de cada cordillera, elaborados por multitud de profesionales y colaboradores: observatorios meteorológicos, refugios de montaña, estaciones de esquí, servicios de rescate, etc. Estos informes contienen datos meteorológicos, descripción de los aludes observados, y observaciones y sondeos del manto nivoso. Con todo ello y con las previsiones meteorológicas, los técnicos de predicción elaboran el parte sobre riesgo de aludes de las distintas cordilleras. Se evalúa en una escala del 1 al 5 el peligro de aludes. Aun así, debemos consultar el boletín completo que nos dará información más precisa del riesgo.
ESCALA EUROPEA DE PELIGRO DE ALUDES
Índice de Peligro
Estabilidad del Manto Nivoso
Probabilidad de desencadenamiento
Recomendaciones para la realización de actividades
ÍNDICE DE PELIGRO:
A diferencia de otras escalas fácilmente mensurables, ésta es consecuencia de la interacción de diversas variables que en su conjunto ofrecen un resultado probabilístico. Es decir, con suelo nevado nunca existe el riego 0, y aunque se estime que los aludes se puedan producir en pendientes de determinadas características, no hay que descartar el desencadenamiento de los mismos en otras diferentes.
Realización de un sondeo por golpeo por parte de especialistas profesionales.
INTERPRETACIÓN TEMPORAL Y ESPACIAL:
Es importante saber interpretar correctamente las indicaciones del boletín que suele acompañar esta escala de riesgo de aludes. Debemos tener en cuenta:
• Orientación de la ladera: las distintas orientaciones de las laderas producen mantos de nieve de muy diferentes características.
• Altitud del recorrido: las condiciones meteorológicas varían mucho con la altitud, haciendo que el manto nivoso, por lo general, vaya cambiando a medida que ascendemos.
• Duración de la actividad y previsión meteorológica: la evolución del manto nivoso a lo largo de la jornada dependerá de los posibles cambios meteorológicos.
Curso para colaboradores en nivometeorología.
PROBABILIDAD DE DESENCADENAMIENTO:
• Situación de aludes activa: informa de los aludes espontáneos.
• Desencadenamiento espontánea: debido a causas naturales
• Desencadenamiento accidental: por el paso de personas o animales.
• Sobrecarga débil: se refiere al paso de una sola persona.
• Sobrecarga fuerte: se refiere al paso de un grupo.
• Coladas: desprendimientos de nieve de poca amplitud, menos de 50 m de longitud.
• Pendientes propicias: son aquellas favorables a aludes por su inclinación, naturaleza del terreno y proximidad a crestas.
Realización de tests de estabilidad del manto nivoso.
RECOMENDACIONES PARA LA REALIZACIÓN DE ACTIVIDADES:
Nos informarán de qué laderas son propicias a aludes indicando su exposición, altitud, inclinación y duración del riesgo. Es importante consultar no solamente el Índice, sino también el texto íntegro para poder precisar el riesgo.
Realización de una rápida cata de nieve.
Banderas de peligro de aludes:
• Bandera amarilla: Riesgo 1 (escala europea).
• Bandera a cuadros amarillos y negros: Riesgo 2 ó 3 (escala europea).
• Bandera negra: Riesgo 4 ó 5 (escala europea).
Merece la pena perder unos minutos en la realización de una cata de nieve. Su resultado puede ayudarnos a tomar la decisión correcta.
… y un test de estabilidad que puede ser vital para tomar la decisión correcta.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Esquí Escombreril
Hemos estado en el “VI Encuentro Esgallero de Esquí Escombreril” que nuestros amigos de Palencia han celebrado en Velilla del Río Carrión. Esquiar sobre las negras escorias del carbón de las minas abandonadas ha sido toda una experiencia. Y sobre todo, nos lo hemos pasado en grande a pesar de los tortazos que nos pegamos: una jornada de risas y lágrimas.
Ficha Mapa de Situación
Muchas de las minas abandonadas de estas montañas tienen grandes escombreras de carbón, que contrastan con el paisaje calizo de los alrededores, salpicado de robles, hayas y sabinas. Son los vestigios de la época en la que esta industria florecía en la comarca y daba de comer a sus habitantes. Con el abaratamiento del carbón procedente de las explotaciones de otros países en los que los mineros tienen unas condiciones indignas de trabajo y las limitaciones a la emisión de gases de efecto invernadero, aquí esta industria está en sus horas más bajas y muchas minas han dejado de ser explotadas.
Empezamos por el sector sur en donde las escombreras están formadas por piedras pequeñas y los esquíes deslizan bien. Aunque en los primeros descensos bajábamos todos con precaución, poco a poco la confianza se apoderó de nosotros y conseguimos deslizar bastante parecido a como lo hacemos en la nieve. El giro por salto dio paso al deslizado, con cambio de cantos y angulación, y la posición bien centrada.
A pesar de que nos íbamos haciendo a este terreno, todos besamos el suelo alguna que otra vez y esto no es tan blando como la nieve. Con el “calentón” del momento ni notábamos los golpes y torceduras, que ya pasarían factura en los días posteriores.
El caso era deslizar rápido, cada vez con más confianza, para subir lo más deprisa posible la pedrera y volver a bajar: ansia viva… Aunque la ladera era corta, el cansancio se iba acumulando ya que era como hacer series.
Después nos fuimos al sector norte comenzando por las laderas cortas más “esquiables” de la zona baja, en donde la escombrera era de canto más fino y deslizaba mejor. Incluso se podía derrapar y levantar una nube de polvo, o mejor dicho de piedras.
Por fin nos decidimos a intentar el “Pico el Tordo” que es cómo bautizó Vidal a la escombrera más alta y empinada de todas. Ya subiendo nos dimos cuenta de que las piedras aquí eran más grandes y estaban bien clavadas en el suelo. Pero como a cabezones no nos gana nadie, acabamos bajando la pendiente, cada uno como pudo, con poco deslizamiento y mucho salto. Aquí las caídas fueron más duras, si cabe, que las anteriores. Pero lo bajamos.
¡Venga, la penúltima! Volvimos al sector sur en donde tanto habíamos disfrutado y allí se nos hizo de noche. No importó mucho ya que aunque era luna nueva, todos llevábamos frontales y el ánimo estaba por las nubes. Unas cuantas bajadas más nos dejaron sin fuelle, así que terminamos por celebrar el “Oktober Fest” en Velilla con una buena jarra de cerveza.
Queremos dar las gracias a nuestros amigos del norte que han hecho posible comenzar la temporada de esquí de esta manera tan divertida. La próxima visita esperamos que sea por lo blanco…
Texto e imágenes: equipo RECmountain
ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.
Introducción al boletín nivológico de la Sierra de Guadarrama
Boletín nivológico RECmountain: misma información, distinta representación
Durante la temporada 2015/2016 vamos a publicar (como en años anteriores) el boletín nivológico de la Sierra de Guadarrama en la página web de recmountain. Este boletín no es oficial y está elaborado a partir de observaciones limitadas del manto, así como de sondeos de nieve y tests de estabilidad.
La temporada pasada el boletín constaba de una descripción generalizada del manto nivoso, una indicación del peligro de aludes y otros riesgos (hielo, cornisas, etc) y una valoración de la tendencia en base a las previsiones meteorológicas.
Esta información era mostrada en una tabla con 3 diagramas, en los que se representaba el espesor, el tipo de nieve y el peligro de aludes, dividiendo por altitudes (franjas de 200 m de desnivel a partir de 1600 m), y por orientaciones (45º, 8 orientaciones distintas: N, NE, E, SE, S, SW, W, NW).
Este año, además, hemos desarrollado un sistema para representar esos mismos datos en mapas de la Sierra de Guadarrama. No incluimos información adicional con respecto al año pasado, pero la novedad es que podemos ver representada sobre el terreno esta información. La idea es sencilla: sustituir por colores la información de los diagramas en un mapa de la Sierra de Guadarrama, en el que cada pixel representa la orientación hacia la que se sitúa esa zona concreta del terreno. Seguimos haciendo la división por 45º (8 orientaciones) y 200 m de desnivel, desde la cota 1600.
No hemos podido hacerlo sin la ayuda de Juan Antonio Fernández-Cañadas, especialista en modelos digitales, nivología y meteorología. El mapa base es el MDE (Modelo Digital de Elevaciones) del IGN (Instituto Geográfico Nacional).
Aclaraciones
Para poder interpretar los tres mapas (espesor, tipo de nieve y peligro de aludes) es imprescindible tener en cuenta las siguientes aclaraciones y recomendaciones:
· La información del mapa no es ni mejor ni peor que la de los diagramas. Es la misma información, representada de distinta manera.
· Nunca va a ser información exacta. Es una generalización. Servirá al usuario como herramienta a la hora de planificar actividades.
· Recomendamos su uso para tener una idea general de la situación nivológica en la fecha indicada. Es una foto fija. Ciertas situaciones variarán poco durante unos cuantos días, pero otras pueden cambiar drásticamente en cuestión de muy pocas horas. Por ello, es imprescindible tener en cuenta las condiciones meteorológicas desde la fecha de emisión del boletín.
· Se proporcionará un enlace de descarga del archivo (en .jpg) para poder tenerlo a mano en el móvil, imprimirlo, etc. Nos parece muy útil llevarlo encima durante la actividad.
·Recomendamos contrastar la información consultando otras fuentes (como el boletín de AEMET, webcams, páginas o grupos de montaña en redes sociales, etc).
Mapa de espesores
Las singularidades de cada macizo montañoso afectan de manera individual al espesor de nieve que presenta cada montaña. Esto hace que, por ejemplo, sea muy normal ver las rampas cimeras de la sur de la Maliciosa sin apenas manchas blancas mientras en Dos Hermanas, a la misma altitud y en la misma orientación, hay una base de metro y medio sobre los piornos. Así ocurre con muchas otras zonas. También hay que tener en cuenta que, por ejemplo, la cara norte del Yelmo está en plena vertiente sur de la Sierra, y los bosques de la norte de Peñalara, pese a tener misma orientación y altitud, por situarse en la vertiente NW de la Sierra acogen unas condiciones mucho más frías, nada comparables al entorno de la Pedriza.
En el modelo que utilizamos, no hay discriminación en este sentido: es una generalización. A través de la medición y la observación en distintos puntos, se intentará valorar la situación global en los macizos, dando prioridad a aquellos que sean más representativos y que presenten información más útil al montañero.
El manto discontinuo puede darse con espesores escasos o con espesores elevados, sobre todo a final de temporada.
Incluso, la innivación puede dar lugar a que en una misma sección (orientación y altitud en un punto concreto) el espesor varíe considerablemente debido a la orografía, vegetación y otros factores. Ejemplo: en ausencia de base, una nevada de 10 litros con viento en una zona de bloques rocosos no dejará una capa uniforme de 10 cm sobre el terreno, pero sí se cuantificará como tal si las mediciones dan una media de ese valor.
Mapa de tipo de nieve
Hay muchos tipos de nieve, pero al tratarse de una generalización de la situación, dividiremos en 5 tipos:
· Polvo: nieve reciente de escasa resistencia y densidad.
· Húmeda: nieve que contenga agua líquida.
· Dura: nieve de alta densidad y resistencia, debido a procesos de rehielo o compactación por viento.
· Costra: Nieve dura sobre estrato menos resistente, susceptible de romperse al paso de una o varias personas.
· Primavera: nieve endurecida por el rehielo nocturno y que se reblandece a lo largo del día.
La influencia de las condiciones ambientales es clave, así que habrá que tener en cuenta las singularidades de cada macizo para reconocer las diferencias entre sectores análogos. También la orografía será determinante. Por ejemplo, en condiciones de nieve primavera hay lugares de umbría en los que la nieve permanece dura las 24 horas, la sombra de un pequeño espolón puede ser suficiente para que esto ocurra sin poder ser representado en el mapa.
Mapa de peligro de aludes
Las probabilidades de desencadenamiento de un alud varían en distancias muy pequeñas, ya que los factores geomorfológicos influyen a nivel local. Por ejemplo, en una ladera, los árboles muy separados, bloques de roca o arbustos pueden actuar como puntos débiles y en ningún caso es posible que sean representados en el mapa.
En la web de RECmountain publicamos el resultado del trabajo sobre aludes en Peñalara de Antonio Fernández-Cañadas y Luis Pantoja, en el que se pueden consultar un juego de 5 mapas de clasificación del terreno por exposición al peligro de aludes, según cada nivel de peligro de la escala europea. En ellos, se muestra el terreno clasificado en zonas en las que hay que tomar precauciones normales, zonas de precaución extraordinaria y zonas en las que se desaconseja el paso.
Ejemplo: mapa de clasificación del terreno con peligro 3 de aludes en Peñalara.
Solamente disponemos de esta información para el macizo de Peñalara, aunque se está trabajando para ampliar al resto de la cordillera. Así pues, dada la información de peligro de aludes en el mapa de nuestro boletín, habrá que interpretar los datos y serán los conocimientos y la experiencia los que dicten a cada montañero el itinerario y la actividad a elegir.
El mapa de peligro de aludes del boletín no representa los lugares de mayor o menor seguridad. Para eso sirve el juego de 5 mapas de clasificación del terreno de Peñalara.
Una herramienta más
Esperamos que nuestro boletín nivológico pueda servir como herramienta útil durante la temporada invernal, y que sea interpretada solamente como eso, una herramienta más. Será el montañero el responsable de gestionar el riesgo y hacer uso de todo lo que está en su mano para disfrutar de la montaña con seguridad y respeto.
Cartografías de aludes. Clasificación del terreno. Evaluadores
Cuanta mayor información tengamos sobre los peligros a los que nos enfrentamos en la montaña, más fácilmente podremos evitarlos. Las cartografías de aludes de una cordillera, los mapas de clasificación del terreno por su exposición a los aludes y los evaluadores que combinan el índice de peligro de aludes con el terreno por el que transitar, nos van a facilitar la toma de decisiones para afrontar o no un itinerario.
El riesgo de que se produzca un alud es inherente a cualquier montaña con nieve. Si bien es verdad que nuestras cordilleras no tienen tanta nieve como otras más altas y que los aludes no son tan devastadores, no debemos olvidar que hay otro factor que debemos contemplar: la exposición a que este riesgo produzca un daño. La popularización de los deportes de invierno y la gran afluencia a la montaña que venimos observando en estos últimos años, produce que el peligro de que una avalancha afecte a personas sea tan elevado como en otras montañas más altas.
El conocimiento sobre la nieve y los aludes, y el disponer de datos sobre ellos, nos van a facilitar mucho la toma de decisiones cuando nos enfrentemos a la disyuntiva de realizar una actividad o darnos la vuelta y quedarnos en casa. Ahondaremos en otro momento acerca del método 3×3 para evaluar la peligrosidad por aludes, que se basa en contemplar tres criterios fundamentales (condiciones nivometeorológicas, terreno y factor humano) en tres ámbitos diferentes (regional, local y zonal). Cada vez contamos con más cordilleras en las que se elaboran Boletines Nivológicos que nos informan del peligro de aludes según la Escala Europea. Pero también tenemos cada vez más regiones en las que se elaboran mapas con los aludes observados, con sus trayectorias más habituales y con las zonas en donde se dan las características más favorables al desencadenamiento de éstos.
LAS CARTOGRAFÍAS DE ALUDES:
Gracias a la información obtenida de guías de montaña, guardas de refugios, profesionales de las estaciones, montañeros expertos, cuerpos de los servicios de rescate y particulares, en muchas montañas se han podido dibujar mapas representando los aludes que se han observado. El empleo de los Sistemas de Información Geográficos (SIG) está haciendo que cada vez tengamos más terreno estudiado. Básicamente suelen dibujarse esas zonas en donde se ha registrado un alud (con su zona de ruptura, trayectoria y depósito), anotando el número, tamaño y tipo de los aludes observados. En algunos más completos se dibujan también zonas en las que, aunque no se hayan observado aludes, son propensas al desencadenamiento de ellos debido a que reúnen las mismas condiciones propicias.
Cartografía de Aludes obtenida del trabajo “Los Aludes de Nieve en el Macizo de Peñalara”. Autor: J. A. Fernández-Cañadas.
Cartografía de Aludes obtenida del trabajo “Evaluacion y cartografia del riesgo de aludes en el camino PR‐PNPE 21 de acceso a la Vega de Urriellu, Picos de Europa”. Autores: Vada, J.A.; Frochoso, M.; Vilaplana, J.M.
Cartografía de Aludes obtenida del trabajo “Los Aludes de Nieve en el Alto Sil”. Autores: J. Santos González; J. M. Redondo Vega; A. Gómez Villar; R. B. González Gutiérrez
Cartografía de Aludes de La Vall d’Aneu y Sant Maurici. Publicada por el Institut Cartografic i Geologic de Catalunya.
- Aludes Peñalara
- Aludes Cordillera Cantábrica
- Aludes Pirineo Aragonés
- Aludes Pirineo Catalán
- Aludes Francia
LAS CLASIFICACIONES DEL TERRENO POR SU EXPOSICIÓN A LAS AVALANCHAS:
Suele usarse la clasificación del terreno según la Escala de Terrenos Expuestos a Avalanchas, ATES (Avalanche Terrain Exposure Scale) y que fue desarrollada por el personal de los Parques de Canadá para ayudar a los montañeros a evitar su exposición a los aludes eligiendo los itinerarios más adecuados en cada situación nivológica concreta. Consiste en una clasificación del terreno comprendido en una determinada zona montañosa, en base a diferentes criterios geomorfológicos y nivológicos.
La ATES evalúa la dificultad de un terreno clasificándolo en tres posibles tipos: simple, desafiante y complejo. Los criterios de esta clasificación y de su uso están dados por un Modelo Técnico utilizado por los profesionales que se basa en 11 variables discretas:
- Pendiente
- Forma de la ladera
- Densidad del arbolado
- Trampas del terreno
- Frecuencia de aludes
- Densidad de zonas de salida de aludes
- Características de las zonas erosionadas por aludes
- Intersección con las zonas de trayecto de aludes
- Opciones de la ruta
- Tiempo de exposición
- Existencia de glaciares
Existe, sin embargo, otro modelo de la ATES, el Modelo de Comunicación Pública, destinado al usuario no especializado, que simplifica considerablemente la descripción de los criterios y su aplicación:
LOS EVALUADORES:
La finalidad del Evaluador es ayudar al usuario a hacer una elección objetiva y sistemática del trayecto más adecuado a seguir, en función del terreno y la información nivometeorológica del momento en cierto macizo montañoso. Con la combinación de esta información, ofrece una clasificación temporal del terreno en:
- Verde: terreno que exige precaución normal
- Amarillo: terreno que exige precaución extraordinaria
- Rojo: terreno por el que no se recomienda transitar
Evaluador canadiense:
Combina la clasificación del terreno ATES con la información proporcionada por el Boletín de Peligro de Aludes (BPA). Este evaluador tiene la ventaja de tener en cuenta esas 11 variables discretas que se utilizan para la elaboración de la clasificación del terreno ATES. El diagrama es el siguiente:
Con la ayuda del gráfico evaluador podemos conocer las precauciones que se deben tomar en cada uno de los diferentes tipos de terreno por los que podríamos elegir movernos. Constatamos, por ejemplo, que si el trayecto elegido transcurre por terreno simple no necesitaremos tomar precauciones especiales salvo en los casos en que el nivel de peligro de aludes sea 3 (notable) o superior. Si dicho nivel fuera 4 (fuerte) deberíamos tomar precauciones extras, y si fuera 5 la recomendación sería no transitar por esa ruta. En el caso opuesto, si el trayecto considerado discurre por terreno complejo, el evaluador nos recomendaría tomar precauciones extras incluso con el nivel mínimo de peligro de aludes (débil, nivel 1), y con nivel de peligro igual o superior a 3 (notable) nos recomendaría no transitar por esa ruta.
Evaluador alemán:
Combina la pendiente del terreno con la información proporcionada por el Boletín de Peligro de Aludes. Este evaluador ofrece dos modelos: uno para terreno cóncavo; y otro para terreno convexo.
Este evaluador tiene la ventaja de no necesitar que haya una clasificación del terreno ATES de la zona por la que queremos transitar. Sólo será necesario estimar correctamente la pendiente del itinerario para evaluar si debo o no circular en base al índice proporcionado por el Boletín de Peligro de Aludes. Por ejemplo, si el trayecto elegido transcurre por pendientes menores de 30º, sólo si el índice de peligro del BPA es 4 (fuerte) o mayor estaría desaconsejado transitar, y con índice 3 (notable) deberíamos emplear algún método de reducción de riesgo. Si la pendiente fuera de 40º, ya con índice 3 (notable) o mayor estaría desaconsejado transitar, y con índice 2 (limitado) deberíamos emplear un método de reducción de riesgo.
Estos métodos de reducción de riesgo serán tratados próximamente.
Texto: Luis Pantoja; Imágenes: equipo RECmountain
Los Aludes en el Macizo de Peñalara
A pesar de que en el Sistema Central la probabilidad de desencadenamiento de aludes no es muy elevada, el incremento en las actividades turísticas y deportivas en estas montañas ha incrementado el riesgo de accidente por avalancha, llegando a ser tan elevado como el de otras cordilleras con mayor innivación. Esta es la razón fundamental que ha impulsado a Juan Antonio Fernández-Cañadas a realizar este estudio cuyas conclusiones podrán servir para minimizar la exposición a sufrir un accidente.
Desde el invierno 2008/2009 venimos registrando y cartografiando todos los aludes de los que hemos tenido noticias en el Sistema Central y especialmente en el Macizo de Peñalara. También se ha realizado desde entonces el seguimiento de la evolución del manto nivoso mediante sondeos, perfiles y tests de estabilidad. Gracias al análisis de estos datos, a la experiencia de diferentes colectivos del mundo de la montaña y al empleo de una metodología basada en el uso de Sistemas de Información Geográficos (SIG), se han podido determinar áreas favorables al desencadenamiento de aludes en este macizo.
Las variables contempladas han sido las siguientes: la meteorología de la zona, la innivación de la cordillera, los aludes observados, la morfología del suelo, la cubierta vegetal, la altitud, la pendiente, la orientación, la insolación y la convexidad del terreno.
SITUACIÓN Y ALTITUD:
El macizo de Peñalara está enclavado en la Sierra de Guadarrama, recientemente declarada Parque nacional. Esta Sierra junto a la de Béjar, Gredos y Ayllón constituyen el Sistema Central que divide las dos mesetas castellanas. Dentro de este macizo encontramos las cumbres de Dos Hermanas (la Menor de 2270 m y la Mayor de 2285), el Pico de Peñalara (2428 m) y el Risco de Claveles (2385 m). Dentro del espacio que nos ocupa se ha comprobado que debido a la escasa acumulación de nieve por debajo de los 1800m se puede descartar el desencadenamiento de aludes por debajo de esta cota. La llegada a la misma de algún alud procedente de cotas más altas parece también altamente improbable. Por ello se ha excluido del mapa de riesgo el relieve por debajo de los 1800 m.
Los datos expuestos se han obtenido de la serie climatológica del observatorio que la Aemet tiene en el Puerto de Navacerrada a 1888 m. El Macizo de Peñalara presenta un clima de alta montaña mediterránea con rasgos continentales. Datos:
- La precipitación media anual es de 1.409 l/m2. El año más lluvioso fue 1.972 con 2.380 l/m2 y el menos 1.990 con 782 l/m2.
- La temperatura media anual es de 6,1º C, con una máxima absoluta de 31,8º C en agosto de 1987 y mínima absoluta de –20,3º C en diciembre de 1962
- Los vientos dominantes son del S y del N, con rachas que alcanzan los 150 km/h
- La media de días al año con nieve en el suelo es de 143
- Han llegado a acumularse espesores de más de 3 m de nieve en la década de los años ‘70, y de 2,3 m en el invierno de 1995/96 en el que se registró la mayor precipitación de nieve en un periodo de 24 h, 1,5 m
Es uno de los criterios directos más importantes para la delimitación de zonas probables de aludes. En primer lugar, las trazas del paso de aludes permanecen en la vegetación, provocando ausencia total de ésta cuando el fenómeno es frecuente. Además, los bosques cerrados son los menos proclives a registrar aludes, aunque pueden verse afectados por avalanchas desencadenadas en cotas superiores. En términos generales, la vegetación típica del Macizo de Peñalara está constituida por bosques de pinar en las cotas más bajas y por matorrales de enebro rastrero, cambroño y piorno en las superiores. La vegetación herbácea como el cervuno se limita a las zonas cimeras. Gracias a las ortofotos se ha limitado la zona de bosque denso en donde el desencadenamiento de aludes es altamente improbable.
El relieve de Peñalara es el resultado de distintos procesos orogénicos y tectónicos, acompañados de los efectos ligados a la instalación de glaciares en el macizo y al periglaciarismo posterior a su desaparición. Los glaciares más activos se encontraban en las laderas con orientación este, protegidos de los vientos dominantes y de la máxima radiación solar. Los hielos alcanzaron un espesor de hasta 300 metros en algunos puntos, una longitud máxima de 1,65 Km y cubrieron el suelo de zonas situadas a una altitud mínima estimada de 1.840 m en el glaciar de Peñalara. En las laderas orientadas al oeste el glaciarismo fue menos importante produciendo una asimetría Este-Oeste. El resultado es un relieve abrupto de hoyas y canales en los circos orientados al este, y laderas más suaves hacia el oeste. Además, el periglaciarismo ha producido numerosos canchales y pedreras que fijan el manto nivoso e impiden el desencadenamiento de aludes de fondo.
El manto nivoso en Peñalara se caracteriza por su irregularidad tanto a lo largo de la temporada, como entre uno y otro invierno. Las nevadas más copiosas suelen producirse con vientos del Sur o del Oeste, por lo que debido a la morfología particular de este relieve, las acumulaciones importantes suelen producirse en los circos del sector Nordeste-Este-Sureste, con formación de grandes cornisas y placas de nieve. Para la elaboración del mapa de las zonas de acumulación se ha tenido en cuenta el estudio sobre nichos de nivación de la Sierra de Guadarrama de Palacios (2006) y las imágenes de satélite Spot-5 para comprobar la extensión cubierta por la nieve.
El estudio del manto nivoso y los aludes se ha realizado a partir de las observaciones y estudios nivológicos (sondeos por golpeo, tests de estabilidad y perfiles estratigráficos) realizados por el Grupo de Predicción de Aludes de Aemet y por personal del Parque de Peñalara. Además se ha recopilado información del Grupo de Rescate en Montaña de los Bomberos (GERA), de la Guardia Civil (GREIM), la Guardería Forestal, guías de montaña y montañeros expertos conocedores de la zona que han colaborado en la localización y caracterización de los aludes observados y en la cartografía de éstos. El mapa obtenido refleja todos los aludes observados durante el periodo del 2009 al 2014.
En términos generales, los aludes se originan en zonas con pendientes que oscilan entre los 25º y los 45º. Por debajo de 25º el manto de nieve permanece estático a no ser que se produzcan situaciones atmosféricas inusuales que den lugar a nevadas extraordinarias. Por encima de los 45º la nieve se purga de forma natural, depositándose en niveles inferiores. Sin embargo, este es un factor que depende mucho del tipo de alud que estemos considerando. Así, los aludes de nieve reciente son más frecuentes en zonas con pendientes superiores a 45º, los aludes de placa se desencadenan con pendientes mayores o iguales a 30º y los aludes de fusión pueden originarse con pendientes aún menores, incluso de 25º. Para detectar estas zonas, en primer lugar, se hizo uso del Modelo Digital del Terreno de 5 metros de resolución y se ha realizado con el Sistema de Información Geográfica, un mapa de pendientes de la zona de estudio. Posteriormente este mapa generado se ha reclasificado seleccionando las pendientes superiores a 25º, 30º y 45º.
Es una variable que más que determinar el desencadenamiento de aludes condiciona el tipo de alud que se produce. Como se vio anteriormente, la nieve tiende a acumularse a sotavento de los obstáculos que encuentra. En el Macizo de Peñalara lo hace, en general, en los orientados al este (desde el nordeste al sureste), a sotavento de los vientos generales del oeste (desde el noroeste al suroeste). Esta orientación es, por lo tanto, favorable para la formación de cornisas y placas de viento y, en consecuencia, para el desencadenamiento de aludes de placa. Para realizar el mapa de orientaciones se hizo uso del Modelo Digital del Terreno, obteniendo con el SIG la orientación de cada pixel de 5×5 metros.
La menor insolación ralentiza la evolución de la nieve recién caída y puede favorecer los aludes de nieve reciente así como la persistencia de las placas de hielo, Contrariamente, la mayor insolación hace que la nieve evolucione más rápidamente y puede favorecer los aludes de fusión. El mapa de radiación potencial lo hemos obtenido a partir del Modelo Digital del Terreno. Para calcular el valor de la insolación potencial se tiene en cuenta las características del terreno: latitud, altitud, orientación, sombra generada por la topografía y trayectoria solar (época del año). Se ha considerado el periodo que va entre noviembre y marzo, en el que se desencadenan la mayor parte de los aludes.
La forma del relieve puede favorecer el desprendimiento de aludes. En los relieves convexos, las fuerzas de tracción por el peso del manto y las de resistencia que lo mantienen estático, trabajan en direcciones opuestas haciendo más débiles estas zonas. En los relieves cóncavos estas fuerzas que se encuentran favorecen la estabilidad del manto. Se han determinado así, los relieves convexos propicios al desencadenamiento, eliminando las zonas de roquedo y aristas en donde la nieve no se acumula.
ESTUDIO DE ALUDES OBSERVADOS EN EL MACIZO DE PEÑALARA:
Podemos destacar la escasez de aludes observados en la cara noroeste, a la que este estudio clasifica como zona moderadamente propensa al desencadenamiento de aludes. Las razones de esta escasez de aludes pueden ser varias: en primer lugar la pendiente no es muy acusada; por otra parte no es una zona excesivamente propicia a la acumulación de nieve ni a la formación de placas de viento debido a su orientación a barlovento de los vientos dominantes; y, en tercer lugar, es una zona menos transitada y puede haberse desencadenado algún alud que haya pasado desapercibido.
En el macizo no se han observado aludes de nieve reciente “puros”, aunque si existen noticias de aludes de nieve reciente polvo que han resultado de la evolución de aludes originados por la ruptura de una placa friable. El tipo de alud más frecuente es el de placa, el 66%, de los cuales el 6% son de placa friable, un tipo de alud que presenta características mixtas, unas propias de los aludes de placa y otras de los de nieve reciente. El 34% restante de aludes son de fusión o nieve húmeda. No se han registrado aludes de fondo.
Su longitud media es de 194 m aunque la mayor parte de ellos (el 63%) tienen menos de 200 m de recorrido y sólo el 17% supera los 300 m. La cota de salida es superior a los 2000 m en todos los casos. Solo en dos ocasiones la cota de salida ha sido inferior a 2.200 m. La cota de llegada es superior a los 2.000 m en un 94% de los casos. Sólo en dos desencadenamientos la cota de llegada fue inferior a 2.000 m y siempre estuvo por encima de 1900 m. La cota mínima alcanzada es de 1.980 m. El tamaño de los aludes registrados en el Macizo varía desde coladas, pasando por aludes pequeños y medianos (los más habituales), hasta alguno grande.
Cartografía de los aludes observados en el Macizo de Peñalara entre los años 2009 y 2014.
RESULTADOS:
La cartografía de zonas favorables al desencadenamiento de aludes se ha elaborado siguiendo la metodología empleada por Palomo et al., (2008). Según esta metodología, los factores que influyen en el desencadenamiento de un alud pueden clasificarse en necesarios y de intensificación.
Los factores necesarios:
Son aquellos cuya ausencia hacen muy improbable el desencadenamiento de aludes. En el área de estudio se han considerado factores necesarios:
- Pendientes favorables: Para que se desencadene un alud tiene que existir una pendiente mínima que depende del tipo de alud: nieve reciente 45º; placa de nieve 30º; de fusión 25º
- Ausencia de bosques densos: Se considera que un alud no se desencadena en el interior de un bosque denso ya que éstos impiden la formación de placas de nieve, favorecen la evolución de la nieve en las hojas y ramas impidiendo la llegada al suelo de nieve reciente y la presencia de árboles inhibe el desencadenamiento de aludes de fusión
Los factores intensificadores:
Son aquellos que no condicionan el desencadenamiento pero sí que aumentan la probabilidad de que éste se produzca. Estos factores varían según el tipo de alud:
- Zonas de acumulación: estas zonas favorecen el desencadenamiento de cualquier tipo de alud
- Orientaciones favorables: En este caso se ha considerado favorecedor la orientación hacia el este (N-E- S) para el desencadenamiento de los aludes de placa
- Insolación potencial: La escasa insolación favorece el desencadenamiento de los aludes de nieve reciente y la fuerte insolación favorece el desencadenamiento de los de fusión
- Convexidad del relieve: Favorece el desencadenamiento de aludes de placa
Con esta metodología se pueden establecer cuatro categorías de probabilidad de desencadenamiento para cada tipo de alud. Se considera una probabilidad de desencadenamiento baja en el caso en el que no se cumplan alguno de los dos factores necesarios. En el caso de cumplirse se establecen zonas en donde se presentan uno o más factores favorecedores, tanto más peligrosa cuanto mayor número de factores se cumplan.
MAPAS DE RIESGO DE ALUDES DE NIEVE RECIENTE, DE PLACA Y DE FUSIÓN:
Aplicando estos criterios se han obtenido los siguientes mapas que clasifican el terreno en cuatro niveles de peligro para el desencadenamiento de un alud, según sea de nieve reciente, de placa y de fusión:
CLASIFICACIÓN DEL TERRENO POR RIESGO DE ALUDES:
Aplicando el mismo método pero sin distinción del tipo de alud, se ha obtenido el siguiente mapa que clasifica el terreno en seis niveles de riesgo para el desencadenamiento de un alud:
Se observa que, en el Macizo, las áreas más propicias al desencadenamiento de aludes (categorías 3, 4 Y 5) se localizan en las cotas más altas de las vertientes orientales, las que presentan mayor pendiente y acumulación de nieve. En las zonas con menor acumulación de nieve, pero que presentan una pendiente suficiente y una vegetación favorable, como son las partes menos elevadas de las paredes glaciares y las vertientes orientales de las morrenas, la probabilidad de ocurrencia de aludes es menor, aunque no despreciable (categoría 2). Finalmente, los sectores incluidos en la categoría 1 corresponden a las áreas con pendientes propicias, superiores a 25º, y sin bosques densos pero que no presentan más factores propicios. Estas zonas se limitan al extremo septentrional de la hoya situada al norte del Macizo y a las incisiones torrenciales que aparecen en las laderas occidentales de éste.
Mapa de áreas favorables al desencadenamiento de aludes en el Macizo de Peñalara.
MAPA DE CLASIFICACIÓN DEL TERRENO ATES:
Se han cartografiado también las zonas favorables al desencadenamiento de aludes obtenidas según los criterios nivológicos y geomorfológicos definidos por el Centro de Avalanchas de Canada (clasificación ATES), clasificando el terreno en:
- Simple: Exposición a pendientes bajas o terreno forestal. Algunos claros de bosques pueden incluir zonas de llegada de aludes poco frecuentes. Existen muchas opciones para reducir o eliminar la exposición
- Desafiante: Exposición a zonas de trayecto de aludes bien definidas, a zonas de salida o a trampas. Hay opciones para reducir o eliminar la exposición seleccionando las rutas adecuadas
- Complejo: Exposición a zonas de trayecto de aludes múltiples y superpuestas entre sí, o a grandes extensiones de terreno abierto y en pendiente. Zonas de salida de aludes múltiples y trampas en zonas inferiores. Mínimas opciones de reducir la exposición
Mapa de áreas favorables al desencadenamiento de aludes en el Macizo de Peñalara según criterios ATES.
Como puede observarse, la mayoría de las zonas incluidas en las categorías 3, 4 y 5, se corresponden con las áreas clasificadas como terreno Complejo según la clasificación ATES.
MAPAS DE PELIGRO DE ALUDES SEGÚN CADA ÍNDICE DE LA ESCALA EUROPEA:
Un Evaluador es un diagrama que combina una clasificación del terreno (ATES o la pendiente) con la información proporcionada por el índice del Boletín de Peligro de Aludes de la Escala Europea, para clasificar el terreno en tres niveles:
- Verde: terreno que exige precaución normal
- Amarillo: terreno que exige precaución extraordinaria
- Rojo: terreno por el que no se recomienda transitar
Aplicando los Evaluadores se han obtenido cinco mapas de clasificación del terreno según el índice del Boletín de Peligro de Aludes, uno para cada nivel de dicho Boletín:
El usuario podrá utilizarlos para decidir los itinerarios más seguros según las condiciones concretas del momento.
CONCLUSIONES:
Los aludes en el Macizo de Peñalara tan sólo se producen en las zonas más altas, por encima de 1.900 m, por lo que no afectan a las construcciones ni a las infraestructuras. De todas formas, el número muy importante y creciente de personas que visitan el macizo y se adentran incluso en las zonas potencialmente más peligrosas hacen que la probabilidad de encuentro alud – persona sea elevada.
Los aludes que se producen más frecuentemente en el macizo son los aludes de placa, siendo también los que más accidentes provocan. Este tipo de aludes se desencadenan preferentemente en las laderas del macizo con orientación este, debido a que estas vertientes son las más propicias a la formación de placas. La mayor parte de las placas se forman a sotavento de los vientos dominantes, en las zonas inmediatamente inferiores a las líneas de cumbres. En muchos casos están acompañadas de cornisas de nieve. Los aludes de placa pueden producirse en cualquier momento del invierno y no están necesariamente ligados a una situación meteorológica determinada porque las placas pueden persistir durante largo tiempo.
Los aludes de fusión tienden a producirse en primavera, pero también se han observado en otros periodos del invierno coincidiendo con una temporada de temperaturas altas. Suelen ser coladas, aludes pequeños o medianos, y en ningún caso, se han registrado grandes aludes de fusión.
Los aludes de nieve reciente son muy escasos y se producen tras un periodo de nevadas intensas. En el Macizo de Peñalara se han observado, de forma esporádica, aludes de placa friable que evolucionan a aludes de nieve reciente polvo.
Abre los mapas pinchando en el desplegable de la esquina superior derecha del mapa. En la leyenda lateral encontrarás información adicional.
Este artículo es un resumen del trabajo “Los aludes de nieve en el Macizo de Peñalara” de Juan Antonio Fernández-Cañadas López-Peláez.
Se puede consultar el trabajo completo en la web de AEMet