Iceland: Eyjafjallajokull

El volcán Eyjafjallajokull y su hermano mayor el Katla, permanecen amenazantes con sus corazones de magma y sus cabezas heladas, flanqueando el paso del último tramo del trekking que desde Landmannalaugar lleva hasta Skogar en la costa sur de Islandia. Un recorrido entre conos volcánicos, casquetes glaciares, torrentes de montaña y cascadas, muchas cascadas hasta los verdes paisajes de las tierras bajas.

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Las últimas etapas del trekking de Landmannalaugar nos llevan desde el valle de Thorsmork, “el bosque de Thor”, hasta el collado de Fimmvorduháls entre los casquetes glaciares del Eyjafjallajokull y del Mýrdalsjokull, para descender desde allí hasta Skogar en la costa sur. Los dos glaciares coronan dos de los volcanes más activos de la zona: el Eyjafjallajokull y su hermano mayor el Katla bajo los hielos del Myrdalsjokull. La erupción del primero en abril del 2010 fue la causante del cierre del espacio aéreo europeo durante varias jornadas debido a la gran emisión de gases y cenizas volcánicas. En aquella ocasión el temor era que ese episodio de actividad volcánica activara también el Katla, como en otras ocasiones pretéritas, que es uno de los potencialmente más peligrosos volcanes de la Tierra.

Fotos Hola.com

Nosotros realizamos el camino a la inversa partiendo desde Skogar a nivel del mar, hasta el collado de Fimmvorduháls a 1000 m de altitud y a unos 14 km de distancia, para después regresar nuevamente a la costa. Después de visitar la cercana cascada de Seljalandfoss que se puede rodear por su interior, nos dirigimos a la impresionante cascada de Skogafoss, de 62 metros de caída. Es desde aquí desde donde comienza la ruta que primero asciende pegado a la cascada hasta su parte alta, y luego se dirige hacia el interior remontando el río Skogar y sus 24 cascadas más.

Foto: Javier Flores

Por encima de Skogafoss el verde paisaje se vuelve más llano, y el río Skogar ha tallado profundas gargantas por las que se precipita en innumerables cascadas de todos los tamaños. A cada vuelta del camino vas encontrando nuevos cañones por donde se despeña el torrente de agua formando cataratas de todas las formas y alturas. Por aquí ya no crecen árboles y el terreno está tapizado de matorrales, hierbas de montaña y musgos, que crean un vasto paisaje de color verde intenso y brillante, sólo roto por las gargantas y los torrentes.

Continuando camino arriba seguimos encontrando nuevas cascadas y nuevos cañones en cuyas verticales paredes se agarran musgos y líquenes, y que aprovechan las aves marinas para anidar. Vertiginosas gargantas que rompen el amplio paisaje que se extiende hasta los glaciares que por fin, aparecen al fondo. A la izquierda el Eyjafjallajokull con sus 1666 m y a la derecha el Myrdalsjokull de 1493 m, cada uno con su casquete de hielo y normalmente adornados por sus boinas de nubes debido al frío que emana del glaciar.

En una revuelta del camino cerca del río, nos topamos con una bandada de perdices nivales posadas en un promontorio. Fueron generosas y nos dejaron sacar el teleobjetivo y conseguir unas buenas imágenes en las que podemos apreciar su plumaje de verano sustituyendo al blanco del invierno, esas patas con botas de plumas para no pasar frío y esa cejilla roja sobre los ojos.

Cruzamos el río y seguimos por un paisaje más árido que va acercándose a los cordones de morrenas rocosas que provienen de los volcanes. Algunos de ellos todavía con una buena capa de cenizas, probablemente de la última erupción del 2010. Suelo recién formado que nos muestra la juventud de esta isla, todavía en creación. No podemos evitar bajar a grandes zancadas por estas laderas de escorias y coladas.

Alcanzamos el primer refugio cercano al collado Fimmvorduháls. Un lugar a caballo entre los dos glaciares que da paso al valle de Thorsmork. Desde aquí apreciamos hundimientos del hielo en el glaciar Eyjafjallajokull producidos por el calor emanado por el volcán de su interior y nos imaginamos cómo debió ser aquella erupción del 2010 que colapso y derritió parte del casquete helado creando grandes avenidas torrenciales de agua en los valles. Hacia el otro lado vemos el glaciar Myrdalsjokull, más grande en extensión que el anterior y cuyo frío plató helado produce una permanente nube de niebla en su zona más alta. Es un lugar verdaderamente inhóspito y amenazante.

Desandamos el largo camino de regreso a Skogafoss volviendo a disfrutar de las cascadas iluminadas por las luces de la puesta de sol. Llegando a la costa nos acercamos a ver una de las lenguas glaciares que descienden desde el Myrdalsjokull, el glaciar Sólheimajökull que, con los últimos rayos de sol y las primeras gotas de lluvia, nos ofrece un impresionante arcoíris doble sobre sus hielos y sus lagunas. Un juego de luces tan cambiantes como su meteorología e incluso como su geografía, tan joven y tan convulsa.

Al día siguiente fuimos al faro de Dyrholaey que domina un promontorio sobre la inmensa playa de Solheimasandur en donde podemos ver el fuselaje de un avión que se estrelló en ella hace ya años. Además de por sus pitones y columnas basálticas, esta zona es conocida por ser una de las mejores para la observación de aves marinas como las gaviotas, las alcas, los fulmares y los simpáticos frailecillos, que anidan en sus acantilados.

Aunque la lluvia no nos dio cuartelillo y apenas pudimos ver los frailecillos, hemos disfrutado con las fotos de estas graciosas aves hechas por Javier Flores unos días antes de nuestra visita. Lo bueno es que ya tenemos excusa para volver a la isla.

Foto: Javier Flores

Texto: RECmountain. Imágenes: Javier Flores y equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: NATURALEZA, Reports Naturaleza