Ascensión al Tacul

La ascensión de la cara norte del Mont Blanc de Tacul supone una interesante y fácil ascensión glaciar con una trepadita final a las rocas cimeras. Es perfecta para aclimatarnos pero su accesibilidad no debe hacernos olvidar el terreno en el que nos movemos.

                      Ficha Técnica                                            Mapa de Situación

                   

Aunque hay quien renuncia a tomar el telecabina de la Aguja del Midi y llega al Valle Blanco tras remontar la Mer de Glace, la mayoría de las ascensiones a esta montaña se realizan gracias este remonte. Así, de un plumazo, nos plantamos a 3800 m de altitud a tiro de piedra de este imponente “cuatromil”. Una relativamente fácil ascensión glaciar que se puede hacer en el día y que resulta muy golosa para iniciarnos en este tipo de ascensiones.

La huella hacia el Tacul no siempre va por el itinerario más seguro.

Pero su accesibilidad está provocando estos últimos años un elevado número de accidentes, sobre todo por aludes. Dos meses antes de nuestra ascensión, siete montañeros quedaron sepultados tras desprenderse un enorme serac en la zona alta de la cara norte, y este mismo año otros dos han perdido la vida en circunstancias parecidas.  Otros fatales accidentes se han producido últimamente debido a aludes de placa tras copiosas nevadas. Y es que hay que valorar la peligrosidad de la ruta independientemente de que haya cordadas en ella (casi siempre hay alguna) y valorar también si la huella por la que se asciende es la más segura. La mayoría de las veces la ruta trazada es la más fácil, pero no la más segura.

Hay que valorar la peligrosidad de la ruta entre las numerosas grietas y seracs.

Al margen de ésto, la ascensión es preciosa, empezando por el descenso de la afilada arista que baja de la Aguja del Midi al plató del Valle Blanco. Un comienzo que nos pone en situación. A pesar de que hay quien atraviesa el plató sin cuerda, o conocéis perfectamente las zonas de grietas, o más vale no atravesarlo sin ella.  A nuestra derecha dejamos el refugio de Los Cósmicos, en donde podemos hacer noche para subir más tranquilamente. Aquí es donde pernoctamos si queremos realizar el Mont Blanc por la ruta de los “cuatromiles”.

Afilada arista de bajada al Valle Blanco.

Con un buen “patio” a ambos lados.

Atravesando el gran plató del valle Blanco.

A nuestra derecha dejamos el refugio de Los Cósmicos.

La ruta varía de año en año dependiendo del movimiento de los seracs y de donde se tapen o abran las grietas del glaciar. Normalmente tenemos una primera rampa empinada para sortear las primeras grandes grietas y que a veces se encuentra abarrotada de gente que sube y que baja. Pasada esta primera parte, la pendiente disminuye algo pero se mantiene constante en torno a los 30º y va zigzagueando para evitar las grandes grietas de esta zona intermedia.

Al fondo el triángulo rocoso del Tacul.

Llegando al collado justo antes de las primeras rampas.

En seguida ganamos altura y se abre el Valle de Chamonix a nuestros pies.

Primeras grietas y seracs para llegar a la zona intermedia.

Tras la zona media de la cara norte, la pendiente aumenta a medida que nos acercamos a las grietas de la parte alta. Por aquí debemos valorar las condiciones de los seracs y la nieve, y evaluar la seguridad de la ruta trazada. En ocasiones evita rampas de hielo duro y empinado pero atraviesa por debajo de seracs que no sabemos cuándo se derrumbarán. Es la zona más peligrosa y debemos informarnos bien y saber elegir el camino más seguro. Sea cual sea el camino que elijamos, debemos afrontarlo lo más rápidamente posible.

Al borde de una de esas grietas sin fondo.

Frecuentemente encontramos seracs en equilibrio precario.

Últimas rampas empinadas antes de llegar al hombro.

Paso entre seracs en la parte alta para llegar al hombro.

Llegados al hombro, se abre ante nosotros una gran meseta con una travesía descendente hacia el collado entre el Tacul y el Mont Maudit a nuestra derecha, y otra ascendente hacia nuestra izquierda que se dirige a la arista que separa la vertiente norte de la vertiginosa cara este, con una enorme ceja sobre el couloir Whimper. La huella de la derecha será la que sigamos si nos dirigimos al Maudit por la ruta de los “cuatromiles”, camino del Mont Blanc.

La peligrosa cara nordeste del Maudit con el famoso paso de la rimaya, y el Mont Blanc al fondo.

Viento fuerte llegando al plató por encima del hombro.

Cuidado con los nubarrones en esta zona apropiada para perderse si hay poca visibilidad.

Hacia nuestra izquierda encontramos la arista que lleva a la cumbre.

Siguiendo hacia la izquierda en dirección hacia el sur, nos topamos con las rocas cimeras que trepamos por su lado este, justo por encima del couloir. Una fácil pero expuesta trepadita entre rocas y hielo, nos lleva hasta la cima. Es aquí donde es difícil no encontrarnos con el clásico embotellamiento de los Alpes, con cordadas que suben y que bajan y que hacen que esperemos y desesperemos. Nosotros tuvimos suerte este día de mediados de septiembre y subimos solos!!!

Tramo final con la gran cornisa sobre el couloir Whimper.

Comienzo de la corta y fácil trepada rocosa.

Tramo expuesto al rodear por encima del Whimper.

Álvaro en los últimos metros.

Y Alberto cerrando la cordada.

Y por fin la cima con un tiempo que empeoraba por momentos.

Debemos prestar atención a los cambios bruscos de tiempo en este plató cimero, ya que la nieve y la niebla pueden hacernos perder el camino correcto entre todas las grietas y seracs. Por lo demás, el descenso no tiene truco y desandando nuestra huella volveremos a tener que pasar por esos tramos expuestos lo más rápidamente posible. En definitiva, una ascensión fácil, accesible, bonita pero congestionada y expuesta a los aludes.

Regreso por la arista del Midi, ya con los primeros copos cayendo.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: Alpinismo, MONTAÑA

Descenso de la cara Norte del Pico Lenin

Altitud 7134 m, desnivel 3000 m, inclinación media 40º y 50º de máxima… La imagen de la inmensa cara norte del Pico Lenin, blanca de nieve y azul de hielo, nos cautivó desde la primera vez que la vimos en foto. ¡Teníamos que esquiarla!

Ficha Técnica                                   Mapa de Situación                                        Vídeo

¿Realmente será posible esquiar la cara norte después de tantas nevadas? ¿Será suficiente la aclimatación que tengo? ¿Seré capaz de ascender en solitario hasta la cima? Cuántas dudas te asaltan durante los atardeceres en la montaña.

Camino del Campo 3 con vistas hacia el campo base.

Cerca ya del C3, puedo ver el C2 bajo el espolón rocoso.

Me comunican que Mariano ha intentado subir pero ha tenido que darse la vuelta otra vez, malo del estómago. Me aburro de estar sólo y parado, así que subo al campo 3 por la ruta conocida, pero hoy se me hace más pesado. Llego a él con un vendaval, mucho frío y algo de nubosidad. Estudio la ruta de subida a la cima y descubro que no es lo esquiable que a priori pudiera parecer.

Preparando las tiendas con mis tres vecinos del C3.

Atardecer en el Campo 3 a unos 6200 m.

Me despierto: pocas nubes, mucho frío y muchísimo viento. ¿Qué hago? Aquí sólo me voy a aburrir como una mona, así que me subo. Me forro con toda la ropa que tengo y no asoma ni la punta de la nariz. Empiezo a foquear y aquellas pendientes que veía esquiables están formadas por grandes “sastruguis” difíciles de pasar con las tablas. Dos de mis vecinos se animan a seguirme.

Frío y ventoso amanecer en el campo 3.

El viento y después la niebla hacen penosa la subida.

Paciencia: quita esquís, pon esquís, quita esquís,… ¡Joder, qué largo y pesado es ésto! Mis vecinos se han dado la vuelta. Empiezo a acusar la altitud: cincuenta pasos y descansito. El viento sigue con fuerza, pero lo peor son las nubes en las que ya me veo envuelto. Asciendo lo que supongo será el último repecho empinado antes de la cumbre.

Vista desde el Razdelnaya de la arista que me espera.

De los tres que salieron del C3, ya sólo veo a uno.

Por el aspecto llano y la sucesión de dunas que atisbo entre la niebla, la cima está muy cerca, pero ¿dónde? Empiezo a tener síntomas de ceguera de montaña y no puedo perder más tiempo si quiero tener alguna opción de acceder a las canales que te introducen en la cara norte. Así que decido no seguir buscando más la cima y dirigirme a ellas con los esquís.

El fuerte viento descarna la arista oeste y hace dificil foquear.

Hacia el oeste aparecen las primeras nubes en las cimas.

Realmente no sé por dónde estoy entrando, y si hay algo que me corta el paso. La pendiente se va acentuando y sólo espero no tener que volver a subir lo descendido. Debo pasar por encima de unos domos de nieve dura de unos 45º ó 50º. Me lanzo, y cuando llego a una canal entre ellos se me empotran los esquís en  nieve blanda y caigo.

Parece que la cima está allí, al fondo.

Cerca de la entrada a las canales de acceso a la cara norte.

Como a cámara lenta siento cómo fuerzo los muelles de las fijaciones y una me salta. Me desequilibro y caigo. Despacio al principio pero ganando velocidad súbitamente. No veo nada y no puedo respirar por la nieve que he tragado. Doy vueltas, no sé cuántas. Lucho por incorporarme sobre el único esquí puesto, y lo consigo. Me deslizo sobre él y me detengo.

Con cara de susto entre la niebla y la nieve.

Cuando levanta la niebla consigo hacer algunas fotos de la pared.

No sé dónde estoy con precisión ya que ahora hay peor visibilidad, además de condiciones de nieve para que haya avalanchas, y mi moral por los suelos. Debo seguir bajando y lo hago como si huyera. Enlazo virajes hasta que veo el espolón que baja de la cima y desde allí continúo hasta las rastros de las avalanchas de hace unos días que descienden directamente hasta la base de la pared.

Hay que seguir bajando, aunque no sé bien por donde debo hacerlo.

Cuatro giros y parada. ¡¡Estoy reventado!!

No distingo entre nieve y niebla, entre movimiento y parada. En algunas ocasiones voy tanteando la nieve por delante de mí en busca de grietas ocultas. Y así sigo bajando y bajando, aunque ahora se ha puesto a nevar y la temperatura ha subido estropeando la nieve. Esto es inmenso y no sé por dónde debo seguir para encontrar la huella que me lleve al buen camino entre la peligrosa zona de grietas de la base de la pared.

Casi ni se distinguen los relieves.

Estoy al límite cuando llego a la ruta normal.

¡Veo dos puntos negros que se mueven! Sí, son dos personas en la ruta normal. Les alcanzo antes de que desaparezcan en la niebla. Lo he conseguido. Exhausto llego al campo 1 y al día siguiente al base en donde recibo el abrazo de Mariano y las felicitaciones de mi familia desde el otro lado del teléfono. Son a ellos, familia y amigos a los que agradezco infinito su compañía.

Apenas sin fuerzas llego a la ruta normal, todavía con las señales en la cara de todo lo ocurrido.

Le dedico este descenso a Mariano, ya que sin su compañía nunca hubiera podido realizarlo.

Texto e imágenes: Mariano Frutos y Luis Pantoja

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Pico Razdelnaya: descenso con esquís

El Razdelnaya de 6300 m es uno de los satélites del pico Lenin, en la cordillera del Pamir. Su esquiada hasta el campo 2 de la ruta normal a ese “sietemil” no sólo supuso una buena aclimatación, si no que fue en sí misma, una actividad de lo más exigente.

Ficha Técnica                                   Mapa de Situación                                       Vídeo

El pico Lenin se encuentra situado en la cordillera del Pamir, en Asia Central, y uno de sus satélites, el Razdelnaya, sirve como aclimatación para poder atacar ese gigante de 7134 m. Esta montaña hace frontera entre Kirguizstán y Tadjikistán, en donde conviven en perfecta armonía musulmanes, ortodoxos, budistas y demás, en un auténtico ejemplo de tolerancia. Mi amigo Mariano Frutos y yo volamos en julio hasta Osh, desde donde una traqueteante furgoneta nos llevó al Campo Base.

 

Ciudad de Osh, rodeada de desierto y montañas.

Mercado de Osh en donde comprar la comida para la expedición.

Paisaje camino del Pamir.

El Campo Base se sitúa a 3600 m en una zona de prados muy agradable y cómoda, justo antes de que la ruta hacia el Pico Lenin se adentre en los hielos de los glaciares de esta impresionante cordillera. Aquí podemos entablar relación con las gentes del lugar que en verano abastecen los campamentos de los alpinistas y que son de lo más hospitalario.

La infraestructura nos la proporcionó la agencia Kirguiz Ak-Sai travel

Yurta de una de las familias nómadas de la zona.

Interior sencillo y confortable de una yurta.

Calor, sol, tormentas, lluvia, granizo y nieve. Ese es el tiempo del que disfrutamos mientras aclimatamos en los picos cercanos. Y aunque el tiempo no es el mejor, nos trasladamos al Campo 1 a 4200 m, como no, bajo una intensa nevada. El mal tiempo hace que nos refugiemos en este campo hasta que las condiciones mejoren, ya que los riesgos en la ruta de subida son evidentes. Estamos a mediados de julio, sólo dos personas han logrado la cima y ya ha habido una víctima mortal.

Empezando la aclimatación.

Aproximándonos al glaciar que viene del Lenin.

Las nevadas son habituales hasta en las proximidades del campo base.

No podemos perder más jornadas y después de una semana de mal tiempo, y tras esperar a que la nieve nueva se asiente, decidimos desempaquetar los esquís y firmar una atractiva pared de un pico cercano. Tenemos ganas de calzarnos ya los esquís después de tantos días refugiados en las tiendas. Pero como habíamos presumido, las avalanchas un día de Sol como hoy van a prodigarse, y esa pala tan bonita que pensábamos descender, se ha venido abajo entera.

Campo 1 a unos 4100 m al pie de la cara norte del Lenin.

El riesgo de aludes era grande tras los días de nevada.

Toma de contacto con las nieves del Pamir en las cercanías del C1.

Durante la noche hemos vuelto a oír cómo nevaba fuera, pero de madrugada nos ponemos los esquís bajo un cielo estrellado. Encendemos los frontales y avanzamos deprisa para superar la zona más técnica y agrietada del glaciar. Es un pequeño caos de seracs y grietas que más vale pasar deprisa y que supone la parte más complicada de la ruta. A partir de aquí aceleramos el ritmo, ya que hasta el campo 2 nos espera una larga y expuesta travesía ascendente, por donde las avalanchas a menudo barren la huella provenientes de la cara norte del Lenin.

De madrugada camino del campo 2.

Llegando a la zona de seracs que caen de la cara norte.

Laberinto de grietas para acceder a la cara norte.

Una vez instalado el Campo 2, derretimos nieve y contemplamos un plácido atardecer. Todo parece perfecto, pero no. Miro a Mariano y veo que tiene mala cara, y por lo que dice, peor estómago. No pega ojo en toda la noche, y a la mañana siguiente decide bajarse al campo base para recuperarse. Son momentos de incertidumbre en los que no sabes si descender con tu colega o ir preparando el terreno mientras se recupera más abajo. Me quedo con la esperanza de que, mientras monto el campo 3, mejore y vuelva aquí.

Plató bajo la cara norte del Lenin con el Razdelnaya al fondo.

Aglomeración en el Campo 2.

Mariano tiene que bajar para recuperarse.

El Razdelnaya es un pico de 6300 m que se encuentra sobre el emplazamiento del campo 3, muy cerca de éste. Decido emplear el día en ascender a él y enfilo las larguísimas pendientes que poco a poco se van empinando cada vez más. Comienzo con los esquís puestos pero en la parte alta la inclinación de unos 40º, hacen que sea más prudente echarlos a la espalda. En tan sólo 3 horas llego a la cima, quito pieles, bloqueo fijaciones, aprieto ganchos y cojo bastones: unas pocas fotos, alguna secuencia de vídeo y me bajo.

Seracs cerca del campo 2 que luego saltaría en el descenso.

Camino del Razdelnaya con el Campo 2 y medio a 5500 m.

En el Razdelnaya preparándome para bajar esquiando.

Los primeros giros son cautelosos, pero cuando llego a la zona empinada me acelero. Esta nieve costra y ligeramente compacta, rompe bien  yendo rápido y con viraje amplio. Voy cogiendo confianza a medida que desciendo y aunque la fatiga hace que tenga que parar de vez en cuando, estoy disfrutando como pocas veces. Incluso me permito el lujo de un pequeño salto en unos seracs cerca ya del campo 2.

Preparado para el descenso con el Lenin al fondo.

Huellas de mis esquís en las laderas del Razdelnaya.

Estoy pletórico y pienso que el Lenin es pan comido. ¡Qué equivocado estaba!

Texto e imágenes: Mariano Frutos y Luis Pantoja

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Heliesquí en Cervinia

¿Cuantas veces hemos visto esos vídeos en los que el helicóptero traslada a los esquiadores a cimas de ensueño, vírgenes, en las que la nieve polvo flota y les envuelve mientras bajan y cuando llegan abajo les está esperando de nuevo? Pero es algo que está fuera del alcance de la inmensa mayoría de nosotros. ¿o no?

Ficha Técnica                                             Mapa de Situación

                    

En la primavera del 2008, mientras realizábamos un trabajo en Cervinia, tuve la ocasión junto a mis amigos Mariano Frutos (Mirando al Sur) y Enrique Ribas (Revista Nix) de probar qué es eso del Heliesquí gracias a la compañía Heliski Cervinia (www.heliskicervinia.com) que opera en el Valle de Aosta. Pensábamos que era una actividad sólo al alcance de algunos privilegiados, pero las ofertas que ofrecen de vez en cuando, no son tan inaccesibles como creíamos.

El paquete más básico incluye un vuelo y descenso de entre 1500 y 2000 m a alguno de los collados y cimas que rodean el valle. También tienen jornadas completas con dos o tres vuelos, paquetes de fin de semana y de semana completa. Una de las actividades más interesantes es contratar el vuelo al Monte Rosa, el más alto de Europa que nos deposita en el collado de Lys a 4.300 metros muy cerca de la cima. En total descenderemos más de 15 km y 2500 m de desnivel.

Foto: Kike Ribas (Revista Nix)

Nosotros pasamos unos días de tiempo inestable conociendo la estación de Cervinia- Zermatt. Un inmenso dominio esquiable al pie dos de las montañas más altas de los Alpes: el Cerviño y el Monta Rosa. Un lugar sobrecogedor en donde podemos esquiar por todo tipo de paisajes. Tenemos bosque en la parte baja de la estación, sobre todo de alerce, en donde protegernos los días de mal tiempo. También hay pistas en la zona glaciar que conecta los dos núcleos a ambos lados de la frontera italo-suiza. Y, sobre todo, unos fuera de pista muy largos, algunos por zona glaciar a los que sólo debemos acceder si se conocen bien y hay buen tiempo, o si se contrata un guía.

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Kike Ribas (Revista Nix)

Después de varios días de mal tiempo recorriendo la estación, con nevadas que dejaron en torno al metro de nieve reciente, parecía que llegaba una mejoría transitoria. No teníamos muchas más oportunidades así que a primera hora fuimos a la oficina que tienen en Cervinia con la esperanza de que el helicóptero pudiera volar. Entre jirones de nubes se entreveía de vez en cuando la cima del Cervino recortada a la izquierda por la arista de Lyon y a la derecha por la de Furggen. Afortunadamente el tiempo mejoró lo suficiente para poder volar.

Tras unas breves explicaciones de cómo actuar para acceder al aparato, nos preparamos para su llegada. En unos instantes apareció y se posó en el helipuerto de Cervinia, cargamos los esquís en los patines y despegamos hacia el Collado de Breuil a 3300 m, justo donde comienza la escalada de esta arista hacia la cima del Cervino. En pocos minutos se posó en el collado, descargamos entre los remolinos de nieve que levantaban las hélices y allí nos quedamos con el guía Jean Lucca.

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Kike Ribas (Revista Nix)

Enseguida nos advirtió de las condiciones nivológicas: entre 20 y 40 cm de nieve reciente en polvo y riesgo moderado de avalanchas por lo que deberíamos respetar unas cuantas normas básicas de seguridad y seguir todas sus indicaciones. Ni que decir tiene que todos llevamos arva, sonda y pala, y conocimientos para su utilización. Desde este collado podemos en la divisoria entre Suiza e Italia abarcamos unas vistas impresionantes de los valles de Zermatt y de Cervinia, pero lo que nos atrae por completo la atención es la mole del Cervino sobre nuestras cabezas.

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Kike Ribas (Revista Nix)

El descenso comienza por una palas no muy inclinadas, máximo 30º, siguiendo cerca de las trazas de Jean Lucca, de uno en uno y reagrupándonos en lugares seguros. Los 40 cm de nieve polvo nos envuelven en cada giro y vamos poco a poco entrando en calor. Parte de la bajada trascurre por el Glaciar de la Forca que a estas alturas de temporada tiene sus grietas suficientemente cubiertas como para esquiarlo sin problemas. Como a 2800 m de altitud salimos del glaciar y paramos justo encima de un cambio de pendiente.

Nuestro guía Jean Lucca. Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Desde aquí comienza el descenso por un tubo de unos 20 m de ancho, empinado hasta 40º, que nos obliga a giro corto. Según vamos bajando y comprobando la estabilidad del manto, ganamos en confianza y le damos un poco más de cera hasta el final del tubo. Esta es una de las zonas más interesantes, con los muros del Cervino de fondo. Desembocamos en una zona ya fácil y amplia que nos llevará hasta las cercanías de las pistas a unos 2000 m.

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Desgraciadamente, la ventana de buen tiempo acabó ahí por lo que no pudimos disfrutar de un segundo descenso al otro lado del valle. Pero aprovechamos el resto de la jornada en hacer unas cuantas buenas bajadas desde La Testa Grgia a 3480 m con los remontes de la estación en la que seguimos encontrando buenas palas y tubos con nieve polvo. En resumen, una jornada extenuante rompiendo la nieve polvo a los pies del inmenso Cervino.

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Foto: Mariano Frutos (Mirando al Sur)

Texto: Luis Pantoja; Imágenes: Enrique Ribas (Revista Nix), Mariano Frutos (Mirando al Sur) y Luis Pantoja.

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Categorías: ESQUÍ, Freeride

Les 2 Alpes: esquí todo el año

No es la estación con más pistas, ni la más extensa en kilómetros, ni la más alta de los Alpes. Pero es una de las más atractivas por su variedad: esquí en glaciar, snowparks, circuitos de boardercross y, sobre todo, interesantes itinerarios Freeride. Y todo ello, rodeado por el Parque Natural de Les Ecrins. Os dejamos un repor de cuando estuvimos allí.

               Ficha Técnica                                             Mapa de Situación

                  

La estación de Les 2 Alpes se encuentra en el departamento de Isere, a 70 km al suroeste de Grenoble camino de Briançon. Fue una de las primeras estaciones de esquí abiertas en Francia, y su nombre se debe al hecho de estar constituida por dos núcleos de población, Venosc y Mont de Lans, uno a cada extremo del amplio collado en el que se encuentra. Situada al pie de dos montañas emblemáticas de esta cordillera, La Meije de 3982 m y Les Ecrins de 4102 m, podemos combinar las jornadas de esquí en la estación, con las ascensiones a estos picos dentro del parque natural.

Vista hacia Les Cretes.

Gracias a los remontes situados en la zona glaciar, tenemos la posibilidad de esquiar los 365 del año, haciendo que esta estación no descanse ni en verano. Este hecho, unido a la atracción que supone para los freestylers, el snowpark del glaciar en verano, proporciona un gran ambiente apreskí durante todo el año. Además, adquiriendo un forfait de seis días, tenemos incluida la posibilidad de conocer otras estaciones cercanas como Alpe d’Huez, Puy St. Vincent, Montgenevre y Serre Chevalier, sin coste adicional alguno. Podemos disfrutar de un desnivel de 2300 m y un dominio esquiable de 210 km que se reparten por las siguientes zonas, bien diferenciadas:

El sector de Le Diable.

Pied Moutet:
Amplias laderas protegidas de los vientos húmedos y fríos del noroeste, con pistas rojas y azules, amplias y fáciles. Cuando la nieve llega hasta el fondo del valle, podemos descender hasta el mismo pueblo de Mont de Lans o Bons, por unas bonitas pistas a través del bosque.


Panorámica de Les 2 Alpes hacia Pied  Moutet.

Hacia la pista del Grand Nord.

En la ladera de Sautet.

La Fée:
Este único remonte nos permite disfruta de la zona más interesante de la estación: el valle de La Fée y el de Thuit. Las largas pistas recorren un paisaje de auténtica montaña, en el que las posibilidades para el Freeride son enormes. En los itinerarios más largos, Clos de Chalance y las laderas a la derecha de Gours bis, debemos tener presente siempre el riesgo de aludes y su aislamiento. Otras zonas interesante son las del itinerario Selle, las laderas que bajan a Thuit desde la pista de Aymes, y la ladera de Sautet que baja desde el telesilla de La Fée hasta la pista de Grand Nord.

El interesante sector de Sautet.

Con buena nieve, estos tubos son muy recomendables.

En su parte alta tienen buena pendiente.

Es una de las zonas que más nos gustó.

Señalando los tubos bajados de Sautet.

Les Cretes y Le Diable:
Tiene una zona baja adecuada para el aprendizaje por sus pistas verdes y azules, todas amplias y sencillas y cerca de las edificaciones. Pero esta ladera pronto se empina y encontramos fuertes pendientes salpicadas de bosquecillos de abetos. Sólo existe una pista fácil para descender por aquí, siguiendo un monótono camino zigzagueante. Las otras posibilidades de bajar son haciéndolo por las pistas negras, o por los itinerarios fuera de pista. Recomendamos esta zona para la práctica del Freeride cuando las condiciones meteorológicas sean malas, ya que ofrecen la seguridad de estar siempre cerca de las instalaciones. Nos gustó particularmente, la zona a la izquierda de las pistas de Decente y Diable.

Ladera entre Les Cretes a la izquierda y Le Diable a la derecha.

Corta ascensión en la zona alta de Le Diable.

Aprovechando las últimas luces.

Toura:
Aquí podemos encontrar entretenimiento para todos. Tenemos pistas de todos los colores, dos circuitos de boardercross, uno de freecross, un gran snowpark y algún fuera de pista interesante como el del Grand Couloir o el del Couloir bajo el telecabina de Glacier.

Panorámica de Toura desde Sautet.

Desde la estación superior del telecabina del Glaciar.

En la zona del Gran Couloir.

Glaciar de Mantel y La Girose:
Los remontes de la zona de esquí en glaciar alcanzan una altitud de casi 3500 m, y nos permiten esquiar todo el año. Son pistas verdes y azules, con poca inclinación, y gracias a la pista roja de Dome, tenemos algo más de variedad. Salir fuera de estas pistas balizadas es un peligro, ya que los puentes de nieve que taponan las grietas en el glaciar, pueden venirse abajo con nuestro peso.

Vista de la parte alta de la estación coronada por los glaciares.

Desde esa parte alta accedemos a los “fuera de pistas que van a La Fee.

Al fondo los itinerarios de Gours y de Clos de Chalance.

St. Christophe y La Grave:
Desde la zona alta de La Toura o Le Jandri, podemos acceder a la vertiente de St. Christophe. Mítica para el Freeride, tiene fuerte inclinación y es muy expuesta por los cortados que la interrumpen. Por aquí es imprescindible tener un alto nivel de esquí fuera de pista, y en caso de no conocerlo, contratar los servicios de guías profesionales. Otro de los grandes atractivos de esta estación, es la posibilidad de esquiar con el mismo forfait en la estación de La Grave, siempre y cuando esté abierta la conexión por los remontes del glaciar. La Grave es lugar de culto para el Freeride, pero eso, ya es otra historia…

Impresionante vertiente de San Christophe.

Una estación con rincones  más que interesantes.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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