Kyrguizstán: Charkuduk Peak N

El Valle del Tyuz se encuentra en la vertiente este del Karkará Peak. Es un solitario y salvaje lugar rodeado de montañas de más de 3000 metros entre las que sobresale el Charkuduk Peak. Un blanquísimo pico con crestas fáciles por donde ascender y laderas amplias y abiertas por donde dejar nuestras huellas. Un objetivo aparentemente sencillo que nos volvió a dar una lección de humildad que no olvidaremos.

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El Valle del Tyuz:

El campamento que tiene instalado Ak-Sai Travel (https://ak-sai.com/es/ ) a la orilla del río Karkará se encuentra justo a la entrada del valle que lleva a la ladera norte del Karkará Peak, por donde hemos esquiado todos estos días atrás. Pero si continuamos por el valle principal hacia el sureste, el río va girando y nos conduce por una estrecha garganta hasta el Valle del Tyuz. Un lugar solitario y salvaje en el que te sientes pequeño entre tanta montaña. Las empinadas laderas con bosquetes de coníferas se alzan hasta los recuencos de antiguos glaciares, y más arriba sobresalen una infinidad de picos blancos e inmaculados.

Reunidos con los guías la noche antes, hacemos planes para la que será la última jornada del viaje. Nos proponen conocer este valle e intentar alguna de las muchas montañas que lo rodean. Pocas tienen nombre, sólo las más elevadas, y entre ellas podemos acceder a la cara este del Karkará, o la norte del Charkuduk, de 3380 m de altitud. Nosotros decidimos intentar este último y nos acompañará Marion, una esquiadora francesa que vive en Kazajstán y se ha animado a acompañarnos.

Durante esta última jornada las motos de nieve nos llevan río arriba desde el campamento hasta la base de la vertiente SE del Pico Karkara. Desde aquí foqueamos por unas laderas bastante bien protegidas por el bosque hasta salir de las sombras del valle y alcanzar las soleadas laderas desde las que podemos empezar a ver paisaje. Allá donde miremos podemos ver montañas y más montañas algunas de las cuales rozan los 4000 m de altitud.

Pasada la zona de bosque, las laderas se suavizan y nuestras vistas por fin alcanzan a ver las montañas que cierran el valle. Éste se ramifica en varios grandes circos, uno de los cuales es el que está enmarcado por el Karkará y por el Charkuduk. La vertiente este del primero no parece tener mucha dificultad ya que es fácil acceder a la arista este por la que llegar a la cima. Pero la vertiente norte del Charkuduk es otra cosa: las laderas son amplias y no muy inclinadas; las aristas no son afiladas; pero la carga de nieve hace que definir una ruta segura no sea sencillo. No nos ponemos de acuerdo en por dónde debemos ascender. Cualquier opción presenta zonas complejas que deberemos evaluar con cuidado y, a pesar de las reticencias que plantea Alberto, decidimos seguir avanzando hasta llegar a ellas.

Por fin llegamos a la primera zona compleja: es una zona muy poco empinada pero con formaciones dunares y trampas en forma de hoyas. Aunque la ladera sur por la que hemos ascendido hasta ahora parecía ser estable, nada más pasar los llanos próximos a la vertiente norte, nos damos cuenta que la nieve ha cambiado y probablemente encontremos las mismas condiciones de inestabilidad que los días pasados en el Valle de Karkará. A pesar de ser una zona poco inclinada, decidimos ir separados y progresar de punto seguro a punto seguro. Nuestro guía Vadim va delante afrontando la primera rampa peligrosa y en la primera zeta que hace, sus esquís se hunden alarmantemente, aunque puede continuar hasta superar la rampa. Pasamos Marion y después yo, hasta el llano seguro en el que espera Vadim. Repentinamente, mientras pasa Álvaro se oye un “woumpf” y la ladera entera se le colapsa, afortunadamente sin venirse abajo. Después de ascender los pocos metros que le quedan hasta el llano por la huella trazada, respiramos todos aliviados.

Alberto que estaba todavía abajo, nos increpa que volvamos. Hablamos con Vadim y consideramos que no es sensato seguir en estas condiciones: si habíamos tenido ese susto ahí, cómo estaría le tramo complejo que nos esperaba después. Ahora nos quedaba descender por donde habíamos subido, con el riesgo que eso conllevaba, pero no había otra alternativa. Todos atentos, vamos esquiando la ladera de uno en uno, con la mano en el tirador del ABS. Esquiamos lo más suave y rápido posible hasta la zona segura en donde nos espera Alberto que, como otras veces, es el que mejor intuye el peligro.

Decidimos cambiar de ladera y dirigirnos a la cara sur para emplear el resto del día en conocer esa vertiente del Karkara, una ladera plagada de palas y algún que otro resalte de rocas. Cómodamente alcanzamos la cresta este que en suave pendiente llega hasta la cumbre del pico. En el cordal de la cima tenemos una bonita panorámica de las cumbres de más de 4.000 metros que se alzan en los valles vecinos del sur, también de la llanura que poco a poco desciende extendiéndose hacia el norte, ya en territorio kazajo. También tenemos una buena perspectiva de la peligrosa ladera norte del Charkuduk que hemos abandonado.

Y por fin llega el momento del largo descenso por este inmenso valle, esta vez más tranquilos ya que la nieve en esta vertiente está más transformada y estabilizada. Nos lanzamos despreocupados por estas suaves y amplias laderas, disfrutando cada giro como cuando saboreas los últimos sorbos de un buen vino. Últimos giros de unas jornadas de auténtico esquí de montaña.

En el fondo del valle coincidimos con el otro grupo con el que hemos compartido campamento. Unos chavales de sesentaytantos: Anna, Rosa, María y Bartomeu. Grandes esquiadores y montañeros catalanes con los que hemos compartido un viaje inolvidable.

Hemos hecho buenas migas con nuestro guía Vadim, con el que no hemos dejado de reírnos mientras compartimos experiencias y conocimientos. Hemos aprendido del gran alpinista Oleg, guía de nuestros amigos catalanes. Nos hemos sentido como en casa, exquisitamente atendidos por todos los conductores, cocineros y demás empleados del campamento de Ak-Sai Travel. Conocer a todas las personas del equipo, para nosotros ha sido la mejor parte de esta experiencia. Sólo nos queda recoger nuestras cosas, desmontar el campamento como hacen los nómadas con sus yurtas, para seguir nuestro camino.

Comenzamos a despedirnos de esta región con esa sensación agridulce que tienen los buenos viajes cuando se acaban. Echaremos de menos estas montañas que tanto nos han hecho disfrutar, entre gigantescos árboles, ríos de agua helada, huellas de lobo y valles que aún están por descubrir. Echamos un vistazo hacia atrás para ver por última vez las laderas intocables. Pero ya no las miramos con la impaciencia de los primeros días, sabemos que este país y sus gentes siempre nos recibirán con los brazos abiertos para volver a dibujar nuestra firma en estas inmensas montañas.

Y ahora que estamos sumergidos en las aguas termales a la orilla del lago Issyk-Kul, con el viento frío de las montañas que lo rodean pegándonos en la cara, tratamos de grabar este instante en nuestras retinas con la intención de que se sumen a esos instantes intensos que componen la vida. Volveremos, Kyrguizstán.

Texto e imágenes: equipo RECmountain
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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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