Artherencia, 8b en la Pedriza

La escalada de adherencia es la seña de identidad de la Pedriza. He dedicado el invierno a escalar Artherencia (8b), probablemente una de las mejores vías en este estilo tan único como alpino.


Adherencia Pedricera: el paraíso de los «tumbaos»

Todo Guadarramista que se precie sabe que La Pedriza es un lugar único en el mundo. Es fácil enamorarse de su carácter laberíntico, sus infinitas figuras de animales, caras, objetos y siluetas; sus rincones, su silencio o ese microclima distinto al de las montañas de su alrededor. También por la paleta de colores en la roca y la vegetación o la cristalina luz de la sierra. Este sitio contiene la esencia de Guadarrama de una manera pura y especial.

La Pedriza Posterior desde Quebrantaherraduras.

Además, es una de las mayores escuelas de escalada en un país que es referencia mundial en este deporte. Las vías, bloques e itinerarios se cuentan por miles y hay para todos los niveles y de todos los estilos. La Pedriza tiene siglos de historia repletos de hitos deportivos y es cuna de grandes alpinistas. Pero es única por otra razón. No existe en todo el planeta otro batolito granítico tan idóneo para el desarrollo de un estilo muy concreto: la escalada de adherencia.

Encadenando Match Point un día de condiciones perfectas.

La adherencia es escalada de placas tumbadas. La roca no llega a ser vertical pero tiene los mínimos agarres. Se basa en que las fuerzas de resistencia causadas por la fricción de pies y manos superen en todo momento las de tracción del peso de nuestro cuerpo empujado por la gravedad. Siendo los agarres de dedos casi inexistentes, todo se reduce a pisar con fuerza y precisión.
Hasta en los grados más suaves se aprende a invocar a la llamada “fe pedricera”. Cuando nuestras sensaciones nos indican que nos vamos a caer y no hay lógica posible que explique nuestra sustentación, este bloqueo de los pensamientos es en realidad un remedio para nuestro autoengaño: si desconfías, no aplicas peso y en consecuencia caes. Pero si confías, pisas más fuerte y la fricción sigue ganando. Es física, pero la sensación es de magia.
Así que progresas a base de fuerza mental, técnica y cabezonería, lidiando en ocasiones con caídas potenciales serias y con la búsqueda de las condiciones idóneas: cielo nublado, entre 0º y 5ºC de temperatura, sin humedad y sin viento (a veces el viento ayuda a secar la roca, aunque es un factor de desequilibrio).

La escalada de adherencia es un estilo de gran precisión en el que la técnica de pies cobra un peso importantísimo (nunca mejor dicho).

La mejor vía de la Pedriza

Hace 4 años que comencé a hacer escalada deportiva de manera habitual. Tras ir enamorándome progresivamente de ella, la búsqueda de mayor dificultad se fue abriendo camino, como es natural en este deporte. Eso me llevó a encadenar el año pasado mi primer octavo aquí: Matchpoint (8a) en el sector Tora Bora. Le agradezco esta progresión a Liz Lemoine, que es la mejor escaladora que he conocido y la mejor maestra que pude tener.

Liz encadenando Match Point (8a) en 2020.

El 30 de noviembre probé por primera vez Artherencia, en el risco de El Hueso. Es una de las vías más bellas y espectaculares de La Pedri. Me gustó tanto, que sin querer he dedicado casi todo el invierno a intentar subir en libre hasta la reunión.

En el risco de El Hueso se encuentra el arco granítico más largo de Europa. Forma parte de este estrato rocoso la placa en la que se encuentra Artherencia, junto a un puñado de vías de máxima calidad entre las que se encuentra la joya de la corona, la más dura en este estilo encadenada hasta el momento a cargo de Ignacio Mulero: Territorio Comanche (8c+).

La línea se la debemos a dos leyendas vivas de la escalada pedricera: Josechu Jimeno y Rafa Fanega. Más tarde, Juanma León, Javichu Serrano y Luis Santamaría terminaron de equiparla desde arriba. No fue hasta 2009 cuando Aitor Bárez se hizo con la primera ascensión de este monstruo de 30 metros y 15 cintas, proponiendo 8b+. Aún hoy no se ha alcanzado un consenso sobre el grado de dificultad, habiendo disparidad entre este y el 8a+.

La imponente vista desde la ladera de enfrente. Fotografía de Jaime Merino.

Y no es de extrañar, es tan larga y mantenida que es difícil de comparar con otras. No tiene ningún bloque extremadamente duro como las de grado más “concentrado”, pero no da un respiro en 25 metros, hasta llegar al único reposo propiamente dicho: el trono de Artherencia.

De perfil es posible hacerse a la idea de la continuidad de esta ruta. Ni un reposo en 25 metros. Mario (Kroku) en acción.

A la dificultad técnica y al factor físico se le suman una serie de elementos que reducen las posibilidades de éxito: se trata de una chorrera negra que se calienta antes que ninguna, al más mínimo rayo de sol. Su orientación sur y la inclinación de la pared garantizan la máxima insolación. Además, tenemos más de una hora de aproximación hasta la base del muro, que es un balcón en el que se encauzan y aceleran los vientos que pasan por el collado de La Dehesilla.
Puede que este sea el estilo de escalada deportiva más alpino, en el que lo físico pasa a un plano mucho menos importante que la técnica, la planificación, la preparación, el estudio y el factor psicológico. Por eso me gusta tanto.

Aitor, primer ascensionista de Artherencia y otras tantas de las más duras, trabajando en Territorio Comanche (8c+).

Un proceso intenso y apasionante

Personalmente, dividí la vía en dos mitades. En la primera se concentra la dificultad, aumentando progresivamente hasta el último paso. Podría equivaler a un 8a / 8a+ si existiese reunión en la chapa 7.

La primera mitad de la vía va ganando inclinación y perdiendo agarres. En la foto, asegurando a Angelete Morente.

La segunda está ligeramente más tumbada y da más canto. Sigue mantenida hasta el trono y aunque se hace eterna, es increíblemente bonita. Este tramo podría equivaler a un 7b.

Iris Gutiérrez en la interminable segunda parte de Artherencia. Quien no necesite muchos pegues a esta vía, deberá tener destreza escalando a vista.

Hay muchos métodos posibles para resolver las secciones de dificultad. Yo me trabajé el mío y lo terminé memorizando hasta aprenderme íntegramente cada sucesión de movimientos desde el suelo a la cadena. No soy muy técnico ni tampoco muy fuerte, pero tengo determinación y tolerancia a la frustración. Desde el principio utilicé el factor psicológico como principal aliado.

Juan Alonso Mancera probando por primera vez el paso clave. No fue el único amigo al que pude ofrecer un flasheo integral.

No sabía que me llevaría unos 60 pegues, pero tampoco me imaginaba que el proceso iba a ser tan bonito. Siempre he tenido una compañía inmejorable, entre mi hermano Alberto, mi perro Kenobi, que no ha faltado ni un día y varias decenas de amigas y amigos a los que he conocido mucho más a fondo gracias a los momentos compartidos en este risco.

Tuvimos de todo, incluso nevadas de cierta intensidad. Un día en el que la pared se quedó mojada, Ignacio Mulero y yo decidimos juguetear en el arco. Fue un día divertidísimo.

Debo hacer una mención especial a los Mercenarios del Hueso, los que comenzaron a librar las batallas más duras bajo las inclemencias de la nieve, la lluvia y el sol: Mario, Angelete y Aitor.

Aitor y Mario asediando el muro con el sol rasante de diciembre.

Teníamos hasta un grupo de whatsapp para mandarnos partes meteorológicos y organizar «ataques suicidas».

Se nos echó la noche la mayor parte de los días. Nos ha nevado, llovido e incluso hemos llegado a esperar a que la chorrera entera se secara después de encontrarla convertida en riachuelo.

Más tarde se uniría Iris, con quien compartí mis mejores pegues arañando las últimas condiciones invernales. Llegué a caerme en la cinta 11, sin motivo alguno, porque sí, inexplicablemente y sin identificar el error. La Pedriza es así. Aunque parezca un pegue perfecto, de repente, te caes.

Iris Gutiérrez tiene un talento especial para sacar lo mejor de ti cuando lo necesitas. Fue la mejor “coach” que podría haber tenido en los días en los que tenía a punto la victoria y volvía a fallar. Su fortaleza física y mental la hacen imparable, no es de extrañar que en tan sólo 2 temporadas aquí ya haya alcanzado el 8b.

La magia del encadene

El final de esta historia se lo debo a Alberto. Viendo que la llegada del calor primaveral era inminente, conseguí convencerle para subir a dormir a pie de vía y darle un intento al amanecer. Una única oportunidad antes de que saliese el sol y se esfumaran las condiciones.
Pasamos una noche de viento huracanado que no nos esperábamos. La Pedriza nos hizo pasar la prueba de fuego, como la última pantalla de un videojuego muy difícil. Nos azotaban rachas de viento repentinas de casi 100 km/h que hacían que lloviera metralla de piedrecitas, tierra, palos y hasta una rama que voló desde algún árbol lejano. Nos planteamos dormir con el casco puesto, era una auténtica locura.

Una aventura al más puro «estilo RECmountain”. Soledad, fotos nocturnas y condiciones exigentes.

A las 7:00 nos despertamos y subí con mi rutina de marcar y cepillar la vía en el pegue de calentamiento. El sol ya iluminaba una tercera parte de la vía, así que tras 5 minutos de descanso, comencé a dar un pegue decidido.

En la primera complicación, el pie lateral de la chapa 5. Ángel Alloza me dió la clave para no volver a fallar en este punto que tanto se me atragantaba. Era un gesto sutil, pero aquí cada detalle cuenta.

Por el frío y mi estado natural de nervios, subí temblando, casi más que como de costumbre. Hay un primer paso conflictivo en el que me había caído innumerables veces. Un lateral izquierdo que se pisa con el juanete mientras pinzas con la mano un cristal microscópico que es más bien un dibujo en la roca. Al montarme sobre el pie, se me cerilló la mano izquierda. Los ánimos de mi hermano me sustentaron mágicamente. Recoloqué la mano y terminé el movimiento. Sin darme cuenta, por mi estado de concentración, fui llegando, no sin esfuerzo, al canto lateral que me indicaba que había pasado lo duro. En ese instante un segundo desequilibrio puso en suspense el intento. Me estaba cayendo. Pero esto ya me pasó días antes, me pasó y aprendí a descaerme. Y así lo recordó mi cuerpo, pese a que mi mente aún sigue sin entenderlo. Iba con el cuchillo entre los dientes. Tras asentar los pies a la altura de la octava cinta, liberé mi tensión con un grito y una inspiración profunda. Reinicié mi mente.
“Puedes hacerlo Álvaro. Disfruta. Disfruta de esto”.
Poco a poco fui repitiendo con precisión quirúrgica todos los pasos que ya me sabía de memoria. Toda la atención en el movimiento presente. Ni en el siguiente, ni en el anterior. Quizás esto lo tengo bien entrenado de tantos descensos de esquí de dificultad con mi padre y mi hermano.

Cruzando pies en la chapa 11, lugar en el que inexplicablemente caí el último día.

Continué ejecutando acciones como un robot, desconectado de mis emociones y con máxima concentración. Una vez pisé el trono con los dos pies, reconecté. Entonces me di cuenta de que mi estado de nervios había ido desapareciendo. Por eso estaba ahí arriba. Me quité la sudadera y solté brazos. En 1 minuto estaba nuevo. Me sentía seguro, sólido. Las últimas 3 cintas las disfruté tanto que mi felicidad no me dejaba distraerme con nada externo. Había proyectado tantas veces este momento, que es como si ya lo hubiera vivido antes. Saboreé cada movimiento. Y con la mitad de la vía al sol, pero aun fría, chapé la reunión.
Eran las 8:45. El resto del día nos lo pasamos perdidos por los rincones del Laberinto de la Pedriza Posterior, disfrutando del placer de simplemente, estar ahí. Fue la guinda del pastel. Ahora entendía la razón de mi caída en la cinta 11 días atrás… de alguna manera, tenía que vivir esta experiencia inolvidable.

El Torro.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: Escalada, MONTAÑA

Trail-escalabring Claveles

Vídeo de Trail-escalabring en la cresta de Claveles con las primeras nieves de la temporada. La nieve, el frío, el viento… elementos duros que sin embargo nos proporcionan un disfrute bestial. ¡El invierno ya está aquí! Con Belén Rodríguez «Tu gestor de salud»

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: MONTAÑA, Trail

Valentina al Yelmo

Subida al Yelmo por la Valentina
Motivados por el aplastante récord de Noel Burgos de ascenso y descenso desde Cantocochino en tan sólo 48 minutos, hicimos esta preciosa actividad de corre-trepa, no por hacer tiempo pero sí por el hecho de conocer y disfrutar de la Pedriza una tarde más. Liz y yo salimos desde el Tranco, ascendimos por las placas de la vía Valentina improvisando el camino con la seguridad de los pies de gato y bajamos por la chimenea de la cara norte, terminando la vuelta de manera circular por el Hueco de las Hoces – Cantocochino – el Tranco.

Producido por RECmountain

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Pico Aspe, arista SW

Los 2640 m del Pico Aspe culminan una variada y entretenida ascensión por su vertiente suroeste desde el Valle de Aísa. Después de atravesar los pastos de montaña, la ruta asciende por un blanco y laberíntico paisaje kárstico hasta alcanzar la fácil arista de roca oscura que nos lleva hasta la cima.

 

Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                    

Recorriendo los Valles Occidentales del Pirineo aragonés, recalamos en este valle que no conocíamos y que nos encantó. Desde Jaca, una estrecha carretera se adentra en el valle desde los pueblos de Tiesas Bajas y Tiesas Altas, hasta llegar a Aísa en donde tienen una magnífica área camper. Siguiendo valle arriba llegamos al final de la carretera en donde podemos aparcar y comenzar nuestra ruta, y desde donde podemos ver el Pico Llena de la Garganta cerrando el valle.

Salimos desde los 1470 m continuando la pista por una rampa hormigonada hasta las cercanías del refugio Saleras, en donde se abre el valle y podemos ya contemplar las montañas que rodean el valle. El camino cruza el río y asciende por una larga cresta que se dirige directa hacia el Pico Llena de la Garganta, dejando a la derecha la Fuente de Rigüelo.

A nuestra derecha dejamos el circo formado por el Pico Rigüelo, los Mallos de Lecherín, el Sombrero, la Garganta de Borau y el Pico Aspe. Nosotros nos dirigimos directos hacia el embudo, un paso que franquea la barrera rocosa bajo los contrafuertes del Pico Llena de la Garganta. Al llegar al paso del embudo, el camino gira hacia el este para ir ascendiendo en fuerte pendiente, y girando poco a poco hacia el norte, hasta Las Llanas.

En Las Llanas comienza la parte más entretenida de la ruta, adentrándose en una zona kárstica que resulta laberíntica, con la blanquísima roca caliza resquebrajada en fisuras y simas por todas partes. Me recuerda el paso por un glaciar cuarteado en donde tenemos que buscar el camino correcto para atravesarlo. Afortunadamente tenemos hitos que nos marcan de forma inconfundible por donde avanzar.

Entre los huecos de las rocas y al abrigo de ellas, crecen cantidad de flores y plantitas como los famosos “edelweis”, o las “carlinas” o “espantabrujas”. Estos cardos se colocan en las puertas de las casas para ahuyentar los malos espíritus.

Después de atravesar este glaciar de piedra caliza, cambiamos de terreno a roca oscura y alcanzamos el Paso de la Garganta de Aspe. Desde aquí podemos contemplar el impresionante paredón nordeste del Pico Llena de la Garganta. Giramos en dirección este hacia la cima del Aspe por una fácil cresta en la que prácticamente no tenemos ni que echar las manos a la roca.

Sin más dificultades se llega a la cumbre del Pico Aspe de 2640 m, desde donde podemos ver hacia el norte el Pico Llena del Bozo y Llena de la Garganta, y hacia el sur la Garganta de Borau, El Sombrero y los Mallos de Lecherín. Y tras reponer fuerzas, desandamos el camino hacia el valle.

Descendemos los casi 1200 m de desnivel sin prisas, disfrutando de las paredes y prados que conforman el paisaje, de los zorzales entre los colores ya otoñales del bosque, o del mirlo acuático bañándose en las frías aguas del río.

Finalmente podemos relajarnos en nuestra casa con ruedas en este rincón del que no nos queremos ir. Un valle con menos presión turística pero con todos los encantos del Pirineo. Seguro que volvemos…

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Vídeo vuelo Arcones

Vídeo de uno de los vuelos finales del curso de Hike & Fly que hemos hecho de la mano de «De nube a nube«. ¡Nos hemos enamorado de este deporte! Sensaciones nuevas e increíbles en el último vuelo del curso de @denubeanube.

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Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Espigüete, arista Este

La ascensión a esta esbelta montaña cantábrica siempre supone una actividad interesante. Y más por esta ruta circular que alcanza la cima principal por la preciosa arista este, y luego desciende por la clásica vertiente norte adentrándose en el corazón mismo de este pico. Completa actividad rematada con un fresco bañito en la cascada de Mazobre.

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Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                  

El Espigüete es una de esas montañas que atraen, no sólo por su silueta piramidal, sino también, porque sus rutas de ascensión son interesantes y entretenidas. Hay opciones para todos los gustos, con canchales fáciles al sur, aristas al este y oeste, y otras vías de escalada en sus farallones calizos. Y en invierno, es un paraíso.

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Bien aprovisionados de agua, ya que en todo el recorrido no vamos a encontrar, salimos del aparcamiento de Pino Llano a 1350 m de altitud, y sin aproximación ninguna, comenzamos la trepada por la arista Este. La trepada es fácil y entretenida y en contadas ocasiones hace falta apoyar las manos.

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Rápidamente ganamos altura por la cresta y si echamos la vista atrás, podemos ver como los coches del aparcamiento se van haciendo miniaturas. Nuestro primer objetivo es un primer hombro a partir del cual comienza la arista más aérea y entretenida. Desde el hombro podemos contemplar toda la verticalidad de la ruta de la cara nordeste que hace unos años bajamos esquiando.

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La cresta hasta la Cima Este parece más difícil desde el hombro que lo que realmente te encuentras a medida que vas trepando por ella. Tiene un par de brechas en las que tenemos que echar las manos a la roca sin ninguna otra dificultad añadida. La arista en sí no es afilada pero hay que estar acostumbrados a caminar por terreno de montaña, en algún punto algo aéreo.

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Llegados a la Cima Este de 2447 m de altitud, podemos contemplar la impresionante caída hacia la vertiente nordeste por la que en invierno asciende una de las rutas más interesantes por nieve. Desde aquí ya podemos ver nuestro objetivo, tan solo cuatro más elevado, pero del que nos separa un tramo de arista también relativamente sencillo, aunque con algún tramo aéreo.

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Coronamos la cima principal del Espigüete y, tras un bocatilla, continuamos la excursión. Las posibilidades para descender son varias: regreso por la misma arista; la fácil y monótona pedrera de la cara sur que nos llevará hasta Cardaño de Abajo; la expuesta arista noroeste hasta el Collado de Arra; y la clásica pedrera de la cara norte. Nosotros elegimos esta última opción que se coge en la primera colladina de vuelta a la Cima Este.

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El camino no tiene pérdida ya que está bien marcado, comenzando con unas zetas de tierra suelta que van llevándonos hacia la derecha, hasta el pie de las paredes que cierran el Circo Norte. Es ese tramo el más peligroso si hubiera nieve o el terreno estuviera deslizante, ya que pasa justo por encima de unos importantes cortados de roca. Desde aquí podemos ver las paredes verticales de la Torre de la V. Después, la bajada se realiza por una pedrera de roca muy suelta en la que debemos prestar mucha atención a la caída de piedras de otros grupos que puedan estar por arriba, así como a no tirarlas nosotros a otros grupos por debajo.

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Llegados al pie de la cara norte podemos desviarnos a visitar la famosa Sima del Anillo cuya boca en forma de embudo, y una caída de decenas de metros, ha sido el lugar de desafortunados accidentes. Por el formidable agujero se lanzan en vertical las chovas piquigualdas y sobrevuelan los gorriones alpinos, y en las paredes cercanas podemos ver algún treparriscos, con un poco de suerte y paciencia. Y para rematar la jornada podemos acercarnos a la Cascada de Mazobre y refrescarnos en sus frías aguas antes del último tramo de pista que nos llevará hasta el aparcamiento.

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Esta ruta circular supone una completísima actividad de montaña que no nos defraudará.

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Torre Cerredo, desde Caín

Una larga ascensión que nos lleva desde el Río Cares por la Canal de Dobresengos hasta el punto más alto de la Cordillera Cantábrica. Las fáciles, aunque expuestas, trepadas a la Collada Bermeja y a la misma cumbre del Torre Cerredo, hacen de esta ruta un itinerario más que entretenido. Más de 2200 metros de desnivel para disfrutar.

Ficha Técnica                               Mapa de Situación

                     

Ya hace tiempo que queríamos ascender a Torre Cerredo, no sólo porque es la más alta cumbre de la Cordillera Cantábrica, sino porque además supone superar un desnivel importante. La idea es hacer la ascensión lo más ligeros posible pero llevando lo imprescindible para que el cambiante tiempo de los Picos de Europa no nos sorprenda. Aunque no conocemos la ruta, la llevamos bien estudiada gracias a la magnífica labor documental de Jesús Sánchez Melado en su detallada web, y que os aconsejo que consultéis.

Salimos temprano de Caín a 460 m con el cielo cubierto y la previsión algo incierta pero confiando en que vaya despejando. Saliendo hacia Posada de Valdeón y pasando el Puente Grande bordeamos el pueblo y retomamos dirección norte para remontar el Sedo Mabro. Una canaleta empinada nos permite atravesar el contrafuerte rocoso y entrar en la propia Canal de Dobresengos. Desde ahí, una travesía nos lleva hasta el camino principal que sube paralelo al Arroyo de Casiellas, y después asciende hasta la Fuente del Torno a 810 m, probablemente el último punto donde rellenar de agua nuestras cantimploras.

Seguimos subiendo por la misma canal hasta el Hoyo de San Ligiesto en donde las paredes cierran el paso. A nuestra derecha asciende una canaleta que nos lleva a un bosquete de hayas, por encima de las paredes rocosas a unos 1250 m. Seguimos subiendo por la parte derecha de la canal, bordeando las grandes pedreras que caen del cordal de la Torre de Pamparroso.

Alcanzamos por fin el Hoyo Grande Bajero a 1900 m y el camino se suaviza adentrándose en este majestuoso valle. Continuamos hacia el fondo dirección al Hoyo Grande Cimero pero antes de alcanzarlo, sobre la segunda barrera rocosa, abandonamos el camino principal hacia nuestra izquierda. Remontamos las inestables pedreras de las faldas de la Torre Coello buscando una vira en diagonal hacia la izquierda, que asciende el contrafuerte rocoso bajo esta torre, y que es difícil intuir desde abajo.

Alcanzamos así la Rampa de Coello, a los pies del paredón de la torre, a 2200 m. Su trepada es muy fácil (II+), pero tiene un paso muy expuesto al tener que rodear un gran bloque por su izquierda, sobre un vertical paredón, en el que debemos extremar las precauciones ya que hay piedrillas sueltas en él. El ambiente es excepcional, con toda la canal de Dobresengos bajo nuestros pies y los paredones de la Torre Coello sobre nuestras cabezas.

Acabada la rampa alcanzamos el pedregal que fácilmente nos lleva a la Collada Bermeja a 2476 m. Sin perder altura bordeamos la Bermeja por su ladera este, buscando los pasos más sencillos de esta fácil travesía que nos lleva hasta los pies de la cara nordeste de la Torre Cerredo.

Llegamos a una evidente canal a 2560 m, que baja por esta cara nordeste de Torre Cerredo, y en donde comienza la vía normal. La trepada es muy fácil (II+) pero expuesta ya que se va ascendiendo en diagonal a la izquierda, pasando justo por encima de las paredes verticales de esta vertiente. El mayor peligro puede venir de las piedras sueltas que pueden desprenderse y desequilibrarnos o golpearnos. Debemos ser muy precavidos y dejar tiempo a otras personas para que progresen a su ritmo.

Después de rodear un gran bloque por debajo y por su izquierda, alcanzamos la corta arista hasta la cima a 2650 m de altitud. Hemos hecho un buen tiempo de 5 horas por lo que podemos aprovechar tranquilamente las fabulosas vistas de esta emblemática cima: la arista al Pico de los Cabrones, la Torre de la Palanca, el Llambrión, el Tesorero, e incluso al fondo, nuestro querido Curavacas.

Echando un último vistazo, nos asomamos para ver toda la Canal de Dobresengos hasta el mismo Río Cares. Comenzamos el destrepe sin prisas hasta el pie de vía. Atravesamos a la Collada Bermeja para deshacer el camino realizado, volviendo a tomarnos con calma el paso expuesto de la Rampa de Coello, y así disfrutar de este lugar tan excepcional.

Llegamos ya a terreno fácil, al Hoyo Grande Bajero y un poco más allá a la Canal de Dobresengos. Desde allí nos apartamos del camino habitual para descender como podemos por las pedreras hasta el hayedo y la canaleta que lleva al Hoyo de San Ligiesto. Con las cantimploras vacías alcanzamos la Fuente del Torno y continuamos por al Arroyo de Casiellas hasta el mismo Río Cares. Antes de abandonar el arroyo, aprovechamos una de sus pozas para refrescarnos del calor que aquí abajo empieza a ser sofocante.

Regresando a Caín volvemos la vista hacia arriba para intentar descubrir si se ve la cima de Torre Cerredo. Y efectivamente, encontramos el punto desde donde podemos verla, 2200 m más arriba, saliendo entre las nubes que empiezan a cubrir las montañas.

Para terminar la jornada, y buscando cielos despejados para sacar unas fotos, fuimos a Valverde de la Sierra desde donde pudimos plasmar la silueta del Espigüete recortada contra la Vía Láctea. Una imagen que nos hace revivir esas silenciosas y oscuras noches de verano en la montaña, en las que las estrellas nos arropan.

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Curavacas: Senda del Notario

Esta es una de las rutas más interesantes para ascender este precioso pico palentino. A través de ella podremos adquirir una visión casi completa de esta montaña ya que la rodea por todas sus vertientes. El itinerario que comienza por la cara sur, bordea al pie de las paredes de su vertiente este para atravesar su cara norte y acabar en la cima por su lado oeste. Y normalmente no te encontrarás a nadie.

Ficha Técnica                    Mapa de Situación

                   

El Curavacas siempre ha atraído nuestra atención y tanto nos gusta que volvemos una y otra vez, en verano y en invierno, con esquíes o con zapatillas. Esta vez quería “trailear” por la interesante y entretenida Senda del Notario, nombre que toma de Luis García Guinea, notario de Cervera de Pisuerga hacia 1940, enamorado del Curavacas y quien tantas veces ascendió por esta ruta. La mejor información sobre ella la podéis encontrar en dos libros imprescindibles de la montaña palentina: “Ascensiones en la Montaña Palentina” de David Villegas y Vidal Rioja (Ed. La Pedrera Pindia); y “Curavacas y Espigüete” de Tente Lagunilla (Ed. La Escalera).

Amanece en Vidrieros con el telón del fondo del murallón de la vertiente sur del Curavacas formada por la cumbre Este (2524m), el Pico Medio (2475m) y la cumbre Oeste (2504m). Esta vez voy solo y con una ligera mochila con lo imprescindible: agua, comida, forrito, chaqueta ligera, gorra, gafas, crema solar, teléfono, cámara y kit de emergencia.

La ruta sale del pueblo de Vidrieros (1325m) y asciende por el camino del Arroyo Cabriles hasta los prados del mismo nombre. Allí se sigue por el sendero bien marcado que por La Pedrera sube hacia el Callejo Grande. Justo antes de entrar en Callejo, al pie de las primeras paredes, hay que desviarse del camino principal hacia la derecha para ascender en travesía hasta el Collado del Hospital o Collado de Cabriles (2154m). Este paso se encuentra justo al pie de las paredes del Risco del Hospital, el Diente del Oso y la Torre del Callejo Grande, que forman la cresta que separa la vertiente sur y la este del Curavacas.

Desde el collado se abre a nuestros pies la Cuenca del Hospital con la laguna del Pozo del Hospital que baja hasta el Valle de Pineda. Según se baja este valle van apareciendo a nuestra derecha las paredes rocosas de la cara Este del Curavacas, por donde discurren las famosas vías de la Diagonal o la Directa del Fraga. Bajo la pared del Escudo (2020m) y antes de llegar al pie de los Picos del Rebeco, se gira a la izquierda para afrontar la subida a la Pedrera Pindia.

Subiendo la Pedrera Pindia se deja a la derecha las paredes que conforman la Cola del Curavacas hasta los Picos del Rebeco, con dos diedros característicos que no son hoy el objetivo. Por encima de la pedrera, entre las paredes rocosas, se encuentran dos brechas: la de la izquierda es el Segundo Paso y la de la derecha la Brecha Muerta. Hay que dirigirse a esta última que es algo más fácil y evidente.

Mientras se va trepando por la zona derecha del diedro que lleva a la Brecha Muerta, van apareciendo distintas agujas recortándose contra el azul del cielo: la Aguja Olvidad, la de Los Guerreros, la Flecha y la más significativa, la Placa Amarilla. La trepada es fácil y hay muchas alternativas que nos van llevando de manera entretenida hasta la brecha que separa esta vertiente este de la cara norte de la montaña.

Ya en la Brecha Muerta (2341m) se entra en la cara norte del Curavacas, en donde podemos optar por descender en oblicuo hasta el pie de la pared, o introducirnos en la misma pared norte que es lo que haremos. Tras bajar unos pasos, hay que dirigirse hacia la izquierda por unas estrechas terrazas sobre las paredes hasta una canalona. Desde allí se puede ascender hasta el Segundo Paso y alcanzar La Llana por donde subir a la cumbre, o seguir en diagonal ascendente por las terrazas que surcan los cortados de la pared norte.

Por estas terrazas fáciles, aunque expuestas, se alcanza la Meseta Inclinada que nos deja en el collado de la salida de la canal Sur Directa (2470m). Desde allí, ya sólo queda subir los últimos metros por el lado oeste de la montaña hasta la cima del Curavacas (2524m) y disfrutar de las magníficas vistas hacia el Espigüete, la Peña Prieta o los Picos de Europa.

La bajada más sencilla y rápida se hace por la ruta normal del Callejo Grande. Hay que bajar hacia el este hasta alcanzar la Llana y enseguida arrimarnos a nuestra derecha hasta la Horcada del Callejo Grande (2465m) justo al oeste de la cumbre de la Torre del mismo nombre. Se destrepan fácilmente los primeros metros de la Horcada para seguir bajando, ya por la cara sur, por el itinerario bien marcado del Callejo. Al pie de las paredes del Risco del Hospital enlazamos con el itinerario de subida para llegar al Arroyo de Cabriles en donde podemos refrescarnos con sus frías aguas.

Sólo en la ruta normal nos hemos cruzado con gente y hemos podido disfrutar de la soledad de la montaña en toda la Senda del Notario, algo que cada vez va siendo más difícil en nuestra geografía. Y ahora por la tarde, las nubes se apoderan de la montaña y entre sus girones plateados se recortan las agujas y los contrafuertes verdinegros de esta impresionante mole de conglomerado. El Notario nos ha contagiado su amor por el Curavacas.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: MONTAÑA, Trail