Archivos diarios: 14 March, 2016
La Peñota: tubo Sur directo
Muchas veces hemos imaginado la cara sur de La Peñota con nieve y hemos trazado líneas esquiables en nuestros cerebros, pero ahora hemos hecho realidad este sueño. De entre los diversos tubos posibles, el que sale directo de la cima hacia el sur es el que más atractivo nos parecía por ser estrecho, recto y con un corto resalte empinado. Una línea que merece la pena descender en esas raras ocasiones en las que la nieve lo permite.
Ficha Técnica Mapa de Situación
Vivimos a los pies de La Peñota y para nosotros es el terreno preferido para correr, para bicicletear o simplemente, para pasear. Es la primera imagen que vemos al despertarnos y que nos sirve de referencia para saber la cota de nieve, el viento que sopla o las nubes que se avecinan. Siempre hemos imaginado cómo sería su vertiente sur si cayera un paquetón y hemos dibujado las posibles líneas que se podrían esquiar. Este raro invierno cálido y seco ha cambiado de tendencia en estos últimos días y la nieve ha caído con viento del norte, rellenando canales y tubos de las caras sur. La Peñota aparecía esquiable por fin y aunque Alberto lo hizo hace unos años por el bosque de su cara sureste, ahora los tubos de la cara sur parecían accesibles.
Salimos de casa, a 1250 m, en zapatillas pensando que hasta calzarnos los esquís nos quedaba un buen trecho, pero a los pocos minutos ya pudimos empezar a foquear, justo antes de los campamentos de La Peñota. Además, la nieve se mantenía polvo en toda la ascensión por el bosque de la cara sureste. Un paseo precioso entre los pinos silvestres en el que muy a menudo podemos cruzarnos con algún corzo o algún zorro. A pesar de conocerlo bien, ya que por aquí entrenamos todo el año, recorrer esta vertiente con medio metro de nieve nos parecía un lugar nuevo, diferente, como de otras cordilleras más septentrionales.
La Peñota es considerada la hermana menor de los Siete Picos, de hecho hay gente que la llama los Tres Picos, con una estructura similar: una cara norte de bosque y con poca pendiente y una cara sur rocosa, empinada y casi pelada de pinos. Alcanzamos el primero de los tres picos con las nubes a ras de nuestras cabezas, lo que facilitó el ver por dónde podríamos descender desde este mirador natural hacia Cueva Valiente y El Abantos. Una trepadita por las rocas del tercero de los picos, el más alto con 1964 m, y pudimos calzarnos los esquís prácticamente en la cima.
Los primeros giros los hacemos por una fácil pala, poco empinada y ancha, que nos conducen hacia nuestra izquierda según miramos abajo, a la cara sur, y que Alberto aprovechó para dar un par de saltitos y probar la nieve. Esta pala nos emboca a la puerta por la que desciende la canal propiamente dicha, girando nuestra trayectoria hacia el sur y volviéndose cada vez más empinada.
La canal se encuentra flanqueada por dos paredes rocosas durante buena parte de ella, con un primer paso más empinado en torno a los 45º. Este paso, el más complicado, presentaba un par de escalones rocosos que hay que sortear, para enseguida encararte a la canal que durante unos cuantos metros no es demasiado ancha, por lo que hay que ajustar los giros.
Pasada la canal estrecha la pala siguiente va ganando en amplitud, aunque no puedes confiarte porque más abajo hay dos franjas rocosas con cortado que hay que rodear por la derecha según bajamos. Por esta parte de la vertiente la nieve ya no estaba tan buena, presentando una costra fina que no era demasiado difícil de esquiar pero que no te permitía muchas alegrías. Una vez pasado este tramo intermedio, las dificultades desaparecen y llegamos a la zona de matorral, por encima del bosque.
Y justo por esta zona de matorral, la puesta de sol nos regaló sus últimos rayos que se colaban entre las capas de nubes e iluminaban de rojo todo el paisaje. Seguimos descendiendo entre rocas y matorrales hasta los primeros bosquetes de pinos mientras el sol los teñía de un rojo intenso, irreal a veces. Aprovechamos para fotografiar estas efímeras luces que en segundos dieron paso a los grises de la noche.
Se podía continuar bajando hasta la pista de Tablada, pero el regreso era menos interesante que remontar el hombro que separa la cara sur de la sureste y descender por el pinar por el que habíamos subido. La nieve que empezaba a endurecerse por esta zona nos facilitó alcanzar este hombro.
La bajada por el bosque ya fue con los frontales encendidos, pero aquí, la calidad de la nieve se había mantenido en polvo, algo más húmeda según bajábamos, permitiéndonos descender con fluidez. Esquiar por el pinar oscuro y solitario hasta casa nos proporcionó el final perfecto a esta inolvidable jornada.
Texto e imágenes: equipo RECmountain
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