Inexpugnable Almanzor

El pico Almanzor, que con sus 2592 m es el techo del Sistema Central, recibe su nombre de la leyenda de que en esta montaña se escondió ese rey moro perseguido por los caballeros castellanos durante la reconquista. Bien protegido por sus farallones rocosos sólo las más atrevidas canales nos acercan a su cima, y esquiarlas es todo un desafío.

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La Sierra de Gredos ha sido y es la escuela de alpinismo de toda Castilla. Ya sea escalando las agujas de Los Galayos o ascendiendo las cascadas de hielo del Circo de la Laguna Grande, estos picos nos han enseñado a muchos montañeros de la zona centro lo que es alpinismo. Y a los que venimos haciendo esquí de montaña desde hace unos años nos ha enseñado lo que es la dificultad y el compromiso a la hora de descender con las tablas.

Las líneas de la cara norte.

Aunque ya se habían usado los esquís para las aproximaciones a esas montañas, es en los años 80 cuando se comienzan a bajar las más empinadas canales de Gredos. Eran los principios del esquí extremo y el Almanzor pronto centro las miradas de unos cuantos. En 1982 ya se había descendido la portilla del Crampón y la de los Cobardes, y poco después, en 1986 y animado por el descenso de Miguel Ángel Vidal de la canal norte utilizando un rápel en la cascada de hielo, descendí la canal nordeste. En la cara sur se encuentran las expuestas canales oscuras, que desde las rocas cimeras descienden a ambos lados del cuerno del Almanzor.

Luis bajando la portilla del crampón, 1982.

Todos los descensos son cuando menos difíciles y expuestos, e incluso extremos, y sólo en condiciones perfectas son posibles. Aparte de las canales de la pirámide cimera, el Almanzor se asienta en su lado norte en un zócalo granítico igualmente interesante en donde podemos trazar infinidad de líneas, dependiendo de la innivación de la temporada. Debemos asegurarnos elegir la ruta correcta ya que al ser una ladera convexa, desde arriba no vemos su continuidad, y podemos acabar enriscados. En esta zona es la parte baja la que presenta mayor inclinación y dificultad. En conjunto, el descenso de alguna canal del Almanzor enlazando con las líneas del zócalo, hacen que esta actividad sea interesante y potente.

La parte baja del zócalo.

La pasada semana hemos estado por allí con la intención de descender la canal norte. El comienzo presagiaba unas condiciones perfectas: nieve desde la mitad de la subida al Morezón; y día soleado que reblandeciera la nieve.

En la Laguna Grande.

Pero al bajar por la pala Amezúa ya vimos que había menos nieve de lo esperado. Para llegar a la Laguna Grande tuvimos que echarnos las tablas a la mochila y hasta llegar al refugio no pudimos volver a calzárnoslas. Los calores de abril han derretido gran parte de la nieve que quedaba. Las últimas precipitaciones que acababan de caer habían dejado una capa de nieve nueva de unos 20 cm que estaba helada en las umbrías y muy húmeda y pesada en donde iba dando el sol y que se deslizaba en coladas de fusión.

Remontando hacia la Portilla del Crampón.

Contrafuertes de la cara norte.

Cuando encaramos la canal norte empezamos a encontrarnos con dificultades. Un canalón estrecho, del ancho de los esquís, con nieve helada por un lado y costra en el otro. Por encima nos topamos con la parte de la cascada de hielo seca formando un muro de unos 15 m sobre el que termina el nevero que baja de la cima.

La cascada de hielo seca.

Continuando por la canal en diagonal.

Valoramos la posibilidad de que el nevero de arriba al que le daba el sol, se viniera abajo al descender con los esquís y nos arrastrara hacia la cascada, por lo que optamos por seguir por la canal principal bajo la cascada, que en diagonal llega hasta un hombro justo encima del diedro característico de la cara norte.

Collado justo encima del diedro característico de la cara norte.

Desde este hombro empezamos el descenso, fácil en los primeros giros, pero que a medida que llega al estrechamiento se complicaba por el estado de la nieve, a un lado costra y al otro helada. Piolet en mano pasamos el embudo y pudimos volver a girar, ya sin problemas.

Alberto al comienzo de la canal…

…en donde los giros deben ser precisos.

Luis llegando al estrechamiento.

Paso un tanto delicado.

Últimos giros en la canal norte.

En la zona más divertida del zócalo.

Aquí hay que acertar con el canalón correcto.

La mayoría de las líneas del zócalo estaban cortadas en su parte baja, así que optamos por la única posible, que enlaza con la parte baja de la canal que sube al Venteadero. En cada giro aquí teníamos que parar ya que las coladas de fusión te arrastraban en cuanto te descuidabas y tenías que acabar dejándote llevar para salir por sus laterales. En vista de cómo está aquí la nieve, creo que acertamos al no descender la parte superior de la cascada de la cara norte.

De vuelta en la laguna.

Con las luces de la tarde escudriñamos la cara norte y dejamos pendiente su descenso para cuando las condiciones de la nieve sean mejores. Incluso, pensamos que en un año bueno sería posible encadenarla entera, sin rápel… Volveremos al Almanzor.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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ADVERTENCIA: Las actividades aquí descritas entrañan riesgos y están realizadas por especialistas y técnicos expertos. Advertimos de la necesidad de practicarlas con la prudencia y experiencia necesarias, con la técnica y el material adecuados y acompañados de guías o monitores profesionales.

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Islas Lofoten: pico Smatindan con esquís

Ascender con lluvia y nieve al pico Smatindan no es agradable. Pero si en la bajada el sol se cuela entre las nubes e ilumina el verde de los lagos y el azul del mar, se te olvidan todas las penas.

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Svolvaerd es una pequeña ciudad marinera dedicada a la pesca. Su pescado es exquisito y os recomendamos que visitéis alguna de sus típicas tabernas marineras y probéis el bacalao fresco, o el arenque cuyos secaderos salpican el puerto. Si queréis daros un homenaje, id a cenar a “A Rorbuer & Brygga Restaurant Svinoya” típica taberna de pescadores con una cocina tradicional y en especial el bacalao fresco, ya sea guisado y con paté o con jamón serrano frito (www.svinoya.no). Además ofrecen una gran variedad de productos del mar, incluida la carne de ballena.

Puerto pesquero de Svolvard.

Secaderos de arenques.

Clásica tienda de pescadores.

El turismo es otro de los sectores fundamentales de estas islas. En invierno gracias al esquí, pero no al de pista ya que sólo tiene un pequeño remonte (único en Lofoten), si no al esquí de montaña. Durante los días más oscuros del invierno, muchas agencias nos ofrecen excursiones  para la observación de las Auroras polares. Además, durante todo el año podemos realizar actividades como el kayak de mar, la bici de montaña, la escalada o el treking. Algunas direcciones de interés:

- Guía de montaña Mike Bromberg: www.mikebromberg.com
– Guías de montaña: www.alpinguides.no
– Sea Kayaking: www.lofoten-aktiv.no
– Actividades outdoor: www.njords.no
– Auroras Boreales: www.polarlightcenter.com

Podemos acceder en barco a los fiordos más recónditos.

Desde las mismas calles de Svolvaerd podemos salir con los esquís puestos hacia el pico Blatinden de 621 m. Esta excursión es muy frecuentada por los habitantes locales que cuando terminan su jornada laboral, se lanzan monte arriba. Esta naturaleza dura y salvaje ha  modelado a sus habitantes y los ha hecho fuertes y austeros. Gentes poco derrochadoras, muy apegadas a la naturaleza y muy respetuosas con el medio. No tienen remontes de esquí y no los quieren. Prefieren ese esquí auténtico en el que un buen descenso pone la guinda a una ascensión esforzada.

Desde el Blatinden podemos ver la costa de la península escandinava.

La cordillera de las Islas Lofoten es lo primero que se encuentran los vientos y las borrascas que proceden del Atlántico norte. Estas montañas son azotadas con violencia por los fuertes vientos cargados de humedad del océano, y trasforman muy rápidamente las condiciones de la nieve. Cuando visitas estas islas debes tener presente que es normal quedarte encerrado en el hotel durante estos días de mal tiempo. Nosotros, cumpliendo con las estadísticas, capeamos el temporal leyendo y visitando los bares del pueblo y menos mal que el festival que acompañaba al “Lofoten Freeride” daba gran ambiente al lugar.

Catedral de las Lofoten entre la bruma.

Aunque con peor nieve, la última jornada nos concedió unos paisajes espectaculares gracias a las cambiantes luces de un tiempo en el que a ratos llovía, a ratos nevaba y a ratos salía es sol. Saliendo hacia el oeste de Kavelbag, remontamos junto a unos lagos espectaculares hasta el pico Smatindan de 662 m. La nieve húmeda dio paso cerca de la cima a unas placas de nieve dura que nos obligó a descalzarnos los esquís en mi caso, y la splitboard en el caso de Javi, para poder alcanzar la cima.

Javi dejando atrás los lagos helados cerca de Kavelbag.

El tiempo cambia muy rápidamente tan cerca del mar. Foto: Javi González.

A ratos llovía, como nevaba, como salía el sol.

 Nieve muy dura cerca de la cima del Smatindan.

Con el azul de los fiordos a nuestros pies, tanto por una vertiente como por la otra, comenzamos este último descenso tratando de impregnarnos con todos los elementos de este paisaje de nieve y mar, que a nuestros cerebros desarrollados en la Meseta Castellana tanto nos han impresionado. El descenso discurre por una suave ladera  paralela a unos cortados que caen abruptamente hasta el mar. La ladera acaba junto a esos azules lagos helados desde donde nos resta un paseo por un bosque de raquíticos abedules hasta la carretera pegada a la costa.

Preparando la splitboard para el descenso.

Mike en acción.

Primeros giros metiendo bien el canto en la nieve dura.

Primeros virajes de Mike.

Y el mar a nuestros pies.

Luis hacia los lagos de Kavelbag. Foto: Javi González.

Al día siguiente vuelta a Madrid, pero con la intención de volver algún día. Y es que, esta combinación de montañas, nieve y mar hace de las Lofoten uno de esos lugares inolvidables para los amantes del esquí y la naturaleza.

Sencillamente espectacular.

Información general de Lofoten: www.lofoten.info
Información general de Noruega: www.visitnorway.com

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Islas Lofoten: pico Savinden con esquís

Unas montañas blancas que surgen del azul del mar. Una naturaleza solitaria y agreste, que nos ofrece nieve polvo hasta la misma orilla de sus fiordos. Esto son las islas Lofoten en invierno.

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Mientras las altas temperaturas de abril aniquilan la nieve de nuestras montañas, la península escandinava sigue disfrutando de unas excelentes condiciones invernales. Así hemos ido a Noruega, un destino mucho más próximo y atractivo de lo que imaginamos. Hemos cruzado el círculo polar ártico para llegar a las Islas Lofoten. La combinación de vuelos no es fácil y hemos tenido que volar de Madrid a Copenhague, de aquí a Oslo, después a Bodo y por fin a Svolvaerd.

Islas Lofoten: montañas y fiordos…

…nieve y mar.

Situado frente a la costa del norte de Noruega, este archipiélago está constituido por una cadena montañosa de aspecto muy alpino que alcanza los 1146 metros de altitud sobre el nivel del mar (nunca mejor dicho) del pico Higravtindan. Se encuentra conectado a la península escandinava por una serpenteante carretera jalonada de puentes y túneles pero el modo habitual de llegar allí es volando hasta su ciudad más importante: Svolvaerd.

Kavelbag con el pico Vagakallen de 942 m al fondo.

Indiscutiblemente, lo que hace de Lofoten un lugar especial es el esquí de montaña en su más pura esencia. Las montañas que surgen de este mar son agrestes, alpinas, blancas y brillantes, con estrechos corredores o amplias y fáciles laderas. Nos sorprendieron sus paredes forradas de cencellada y hielo, que hacen volar la imaginación y en las que quizás algún día, podamos trazar alguna línea. También podemos recrearnos en travesías que cruzando las montañas nos llevarán desde la orilla de un fiordo hasta la de otro.

Las montañas alcanzan los 1100 m.

Las laderas llegan hasta el mismo mar.

La primera zona que visitamos parte del pueblo de Laupstad en donde dejamos el coche a la misma orilla del fiordo. Tras atravesar un pequeño bosque de raquíticos abedules, ascendimos, siempre con el fiordo de fondo, en dirección norte. Alcanzamos un amplio collado desde el que se divisan los fiordos del otro lado de las islas. Desde ahí giramos hacia el oeste hasta alcanzar la cresta. Por la arista y en dirección suroeste alcanzamos la cima del pico Savinden de 700 m de altitud.

Dejamos el coche en Laupstad.

A medida que ascendemos las vistas se hacen más y más impresionantes. Foto: Javi González.

Cerca de la cima del Savinden de 700 m.

Preparados para el descenso. Foto: Javi González.

El descenso con la nieve polvo salpicándonos la cara y el mar azul enmarcando la pendiente, ha sido uno de esos momentos inolvidables de esquí que uno recuerda para siempre. Nieve polvo que según descendíamos iba deslizándose en pequeñas coladas, acompañando nuestros giros. En la zona más baja, serpenteando entre los arbolillos puedes llegar prácticamente hasta la orilla del mar.

Mike Bromberg, nuestro guía, empieza el descenso.

Javi González surfeando la nieve polvo.

 Y por fin es mi turno. Foto: Javi González.

Llegando al bosque de abedules.

Lassensaciones de esquiar en nieve polvo hasta la misma orilla del mar, es algo que a los que venimos del sur, nos parece mágico.

Pigargo europeo.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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Categorías: ESQUÍ, Esquí de Montaña

Islas Lofoten: pico Kvittinden con esquís

Hay lugares más baratos para irnos de vacaciones de esquí. También los hay mucho más cómodos para llegar desde España. Pero las islas Lofoten te hechizarán y seguro que querrás volver. 

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En Lofoten existen dos maneras de movernos por las islas: hospedados en tierra y alquilando un coche; o alojándonos en un barco que nos llevará de un fiordo a otro (boat-trip). Esta segunda opción es sin duda la más interesante y cara, y nos llevará a rincones poco frecuentados y salvajes, pudiendo dejarnos en un sitio y recogiéndonos al final del día en otro diferente. También podemos combinar la estancia en tierra con alguna jornada de barco que nos lleve a algún fiordo al que no se llega por carretera. Los hoteles son escasos y caros y la opción de alquilar una cabaña puede salirnos a cuenta si vamos en grupo.

Con el coche podemos acceder a infinidad de descensos.

Tras el éxtasis de la primera esquiada en el Pico Savinden, vuelta a subir, esta vez al vecino pico de Kvittinden de 696 m. Una primera parte atravesando el bosquecillo nos da acceso a las laderas amplias en las que tenemos que elegir bien la ruta para ascender por la zona más segura y protegida de posible aludes. Alcanzamos después el collado entre éste pico y el vecino Savinden, justo en el desagüe de una de las muchas lagunas de esta zona y que ahora, por supuesto, sólo intuimos bajo la capa de nieve. Desde aquí y por la cara oeste del pico, llegamos hasta su cima.

Laupstad a la orilla del fiordo.

Superado el bossquecillo de abedules.

Cruzando una de las lagunas heladas. Foto: Javi González.

Cerca de la cima del Kvittinden.

Tras estudiar el estado de la nieve y valorar su estabilidad, optamos por tomar ciertas medidas de seguridad por si hubiera placas de viento en este primer tramo sotaventado. Más abajo, con la nieve más asentada, nos dejamos deslizar relajadamente hasta casi donde habíamos aparcado el coche.  Este segundo descenso fue sosegando nuestras ansias de nieve polvo y pudimos saborear, aún más si cabe, este entorno tan espectacular.

Turno de Javi bajando el Kvittinden.

Con nieve polvo para todos. Foto: Javi González.

Mike con el mar medio congelado al fondo.

Javi llegando al bosquecillo.

Totalmente satisfechos volvimos al hotel en Kavelbag, un pequeño pueblo de pescadores, tranquilo pero con buen ambiente joven y muchas actividades culturales. En este lugar encontramos también algunas cabañas de pescadores que nos alquilarán a buen precio. Allí coincidimos con el “Lofoten Freeride” que se ha celebrado al comienzo de la primavera, en el que se dieron cita la mayoría de las figuras nacionales de esta disciplina. Unos días con gran ambiente de fiesta y esquí.

Pueblo de Kavelbag.

Aquí se celebra el “Lofoten Freeride” en donde puedes encontrar a los mejores riders noruegos.

Pudimos recopilar información de los mejores lugares para esquiar en estas islas y, nos aconsejaron las siguientes zonas:

– Desde el pueblo de Laupstad: ascensión al Savinden de 700 m, al Pilan  de 828 m y al Kvittinden de 696 m.
– Desde Svolvaerd: ascensión al Blatinden de 621 m.
– Desde Kabelvag: Ascensión al Smatindan de 662 m y al Vagakallen de 942 m.
– Desde Eide: ascensión al Higravtindan de 1146 m, al Geitgatjen de 1085 m y al Rulten de 1062 m.
– Desde el trollfjorden en barco: ascensión al lago Trollfjurvatnet a 185 m hasta donde llegan los glaciares del Trolltindan 890 m.
– Desde Bjornoya: ascensión a los couloires del Feslvagtinden de 541 m.
– Desde Vestpollen: ascensión Torskmannen de 755 m  y al Kyittinden de 517 m.

Zonas interesantes para freeride.

 De todas formas, os garantizamos que las posibilidades son infinitas, y las excursiones fáciles o los descensos extremos abundan en cada fiordo de estas islas.

Una de las montañas más altas e inaccesibles: el Rulten 1062 m.

Impresionante Geitgatjen de 1085 m.

Texto e imágenes: equipo RECmountain

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